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Pov. Peeta


Mi cabeza está pulsando, mi estómago, rostro y las manos me duelen. Me siento y veo a mi alrededor. Estoy en una habitación de hospital. Tengo una intravenosa en el brazo. Y tienen que estar bromeando, ¿estoy esposado a la cama?

¿Qué fue lo que hice? El miedo comienza a inundarme. Claro que es como cada vez que despierto en medio de un desastre en el que no tuve nada que ver.

¿Que estoy haciendo aquí? ¿Qué sucedió? Pienso en la última cosa que recuerdo. Estaba hablando con Pearce y estuvimos de acuerdo en compartir. Desde luego esto tiene algo que ver con él. Fui lo suficientemente estúpido como para confiar en él. Me merezco esto.

—Hola. —Volteo para ver a mi madre sentada en la habitación, con una expresión sombría en su rostro.

—Mamá. ¿Qué está ocurriendo? ¿Qué pasó? —le pregunto. Ella baja la mirada a su regazo antes de voltear a verme, y eso me dice casi todo lo que necesito saber. Lo que sea que haya ocurrido la regué en grande.

—¿Peeta? —pregunta conteniéndose de mostrar el tono de esperanza en su voz.

—Sí, soy yo, mamá. —Deja salir un suspiro de alivio, pero después la expresión de preocupación regresa a su rostro. Mi cabeza aún se siente atontada.

—¿Estoy drogado?

—Un sedante. Costó controlarte —dice suavemente. Y la miro perplejo—. ¿Qué es lo último que recuerdas?

Le digo lo que recuerdo y ella asiente.

—Bueno, han pasado unos días y hubo un gran incidente en la apertura de la galería de Katniss. —Mi corazón y estómago se sienten como si alguien los hubiera tirado por un precipicio.

—Oh no. ¿Qué tan malo fue? —pregunto temeroso de su respuesta.

Ella explica que Peter se apareció y destruyó el retrato que Katniss había creado, que se peleó con tres personas y que básicamente arruinó la apertura de la galería de Katniss. Siento como si fuera a vomitar.

—Las personas que golpeaste no presentarán cargos... —dice sacando una sonrisa pequeña. Es un punto bueno en la historia, pero las consecuencias van mucho más allá. Lo puedo leer en su rostro—. Pero estás en un video, unas cuantas personas grabaron la pelea... —continua y tiro hacia atrás la cabeza—. Empujaste a Katniss, Peeta... la agarraste y la tiraste. —Intenta mantener la voz tan calmada cómo es posible, pero mis manos ya están temblando.

—¡¿Yo hice eso?! —pregunto impactado.

Ella no puede haber dicho lo que creo que acaba de decir.

Sus labios se aprietan fuertemente.

—El doctor hizo unos análisis de sangre, y tomaste algún tipo de medicamente que pudo haber causado el comportamiento errático. Ellos lo sacaron de tu sistema.

—¿Cuál de ellos fue? —Mi ira está humeando, y mis puños están apretados.

—Peeta —dice mi madre con voz suave y tranquila—. Eres mi hijo... y te amo tanto. El instante en que posé mis ojos sobre ti cuando tenías cinco años te convertiste en el segundo hombre que me robó el corazón. — Su sonrisa me hace sonreír, pero la solemnidad en su tono me asusta—. Creo que es hora de que aceptes que tus acciones son solo tuyas.

—Katniss debe... ella debe odiarme.

—Estoy segura que no te odia, pero está devastada, Peeta —dice mi madre simplemente, y el tono de su voz envía un escalofrío por mi espalda—. Ella ha pasado por mucho, hijo. —Es tranquila pero intensa, y el tono y la mirada en su rostro hace que mi pecho se constriña—. No puedo imaginarme lo que es ser ella y amar como lo hace. Es tan puro y desinteresado. —Sonríe—. Ella es por lo que oré cuando le pedí a Dios que te enviara una esposa. Pero todos tienen sus límites, Peeta.

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