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27 de Abril del 2011

Pov. Katniss


Abro los ojos y me doy vuelta para ver a Pearce aún dormido. Recuerdo cuando me quedaba viéndolo dormir; luce como una persona tan distinta cuando duerme.

Cuando está despierto, es seguro, con gran personalidad y en control de todas las situaciones. Creo que este es el único momento en que no tiene una pared levantada, donde no está conspirando y planeando, y su guardia esta baja, esa que siempre está alzada, incluso conmigo.

Toco un mechón de su cabello y lo devuelvo a su lugar. Él comienza a despertar, así que me doy la vuelta y me recuesto nuevamente en mi almohada. Sabe que estoy despierta, pero no dirá nada para reconocerlo.

Sus dedos se meten entre mi cabello antes de trazar una suave línea hacia abajo pasando por mi cuello y momentáneamente se detienen en mi cintura. Comienza a dibujar su firma ahí, haciendo que ruede los ojos y que se me erice la piel al mismo tiempo. Esta es su manera de decir buenos días, jugando conmigo. Lo siento levantarse de la cama, sus pisadas se vuelven más suaves cuando entra a nuestro baño y la puerta se cierra. Me doy la vuelta sobre mi espalda, enredándome en nuestras sábanas.

Un suspiro se escapa de mi boca mientras mis pensamientos vagan a la noche de ayer; escalofríos recorrieron mi cuerpo ante el recuerdo, e intento sacarme de encima el pensamiento. Puede hacerme sentir deseada y estar tan en sintonía conmigo, físicamente, pero aun así su mente puede estar a kilómetros de distancia en un desierto emocional. No solía ser así con él. No puedo señalar el punto exacto cuando cambió, pero en algún momento, comenzó a volverse resentido hacia mí, o tal vez hacia nuestro matrimonio, no estoy segura de cuál, o si hay alguna diferencia. Solíamos hablar al respecto o, al menos yo intentaba hablar y él lo desestimaba, diciéndome que estaba paranoica y que exageraba. Ahora ya no hablo, grito de furia.

No solía ser enojada y vengativa, pero ahora ese es mi mecanismo de defensa contra Pearce. Es la única manera de mantener mi cordura. Tiene una muralla detrás de la cual no me permite ver. Solo veo lo que quiere que vea. Lo he conocido por tres años y aún es un rompecabezas que estoy intentando resolver. Algunas veces me enojo tanto que quiero lanzar las piezas contra la pared y rendirme.

Desafortunadamente, siempre regreso, dejando que el misterio del producto terminado me atraiga. Parece que a eso nos hemos reducido, juegos mentales sentimentales. Ambos lo hacemos. Él me ha obligado a jugar, y todo lo que quiero es que acabe y que volvamos a ser como éramos antes de casarnos. Si de mí dependiera, despertaría cada mañana y le diría lo mucho que lo amo.

Ahora, me guardo mis sentimientos hasta que tengo una sobrecarga emocional, como la de ayer, ayudada por una botella de vino, un mal hábito que he desarrollado después que me dejara sola por varios días.

Su historia es que está trabajando. Sí le creo —en su mayoría— y por un tiempo, estuve contenta con compartirlo con su trabajo, o al menos con lo que dijo era su trabajo. Nunca he estado al tanto de los detalles específicos fuera de que trabaja en una división especial de la Corporación Crest Field, una compañía que tiene metida la mano en casi todo, desde bienes raíces, tiendas, y llega hasta altamente cuestionables inversiones financieras.

Convenientemente para Pearce, él está en una posición tan confidencial, que ni siquiera le puede decir a su propia esposa dónde diablos está la mitad del tiempo. Cuando me quejo, dice que sabía esto cuando lo conocí. Y así fue, pero es mucho más excitante el tener visitas sorpresas de tu novio cuando no viven juntos. La fotografía no es tan rosa cuando estás sola en casa la mayoría del tiempo, y tu esposo parece estar de visita en vez de estar viviendo contigo.

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