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Pov. Katniss


Todos nos levantamos temprano, aunque yo me levanté antes que los demás. No estoy segura de dónde durmió anoche el señor Mellark, pero no fue en su habitación. La señora Mellark dejó la puerta abierta y era la única que se encontraba en ella, y la camioneta de él no se ha movido desde ayer. Suena mi teléfono y veo que es Hillary. No puedo evitar poner los ojos en blanco porque estoy más que sorprendida de que esté despierta antes del amanecer viendo lo borracha que estaba anoche. Hillary y Aidan juntos es raro. Bueno, no ese raro, ambos son solteros, tienen la misma edad y son atractivos. Solo me estremezco ante el caos que causará el que se lo tomen en serio. Espero que Aidan sepa en lo que se está metiendo. Me sorprendo cuando escucho su voz y no la de Hillary.

—Hola, Katniss, se murió mi celular así que estoy usando el de Hillary. —Su voz es profunda como si acabara de levantarse.

—Me lo imaginé. —Aún sigo algo molesta por la forma en que actuó anoche. Ese tipo de cosas las espero de Hillary, pero Aidan pudo haberse portado un poco más maduro debido a las circunstancias. Esos dos pueden ser como el fuego y la gasolina.

—Llamaba para disculparme por lo de ayer. Fui un idiota, y eso fue estúpido. Sé que ustedes no necesitaban eso, y no tomo la condición de mi mejor amigo como una broma. —Bueno, le ha pegado a todos los blancos que quería tocar.

—Me alivia que no haya desencadenado algo terrible —digo viendo a Willow darse vuelta en la cama.

—Vi la camioneta del señor Mellark atrás. ¿Está todo bien?

—Hasta donde sé.

—Necesitas alguna ayuda... está... aún sigue ese tipo... —dice la última parte con aprensión y casi disgusto.

—Sí, lo está y de hecho estamos por irnos. ¿Podrías darle un vistazo a la señora Mellark de vez en cuando? Le ofrecimos venir a Chicago con nosotros, pero dice que aquí estará bien.

—Lo haré. ¿Estarás bien con el Peeta versión preparatoria?

—Su nombre es Peter, y sí, no es peligroso. —Me río.

—¿Cuándo se desconectó Peeta? ¿Fue después de todo el lío con Lisa?

—Sí, pero regresó... es una larga historia. Probablemente sería mejor que Peeta te la contara... cuando regrese. —Me callo.

—¿Sabes cuándo será eso?

Niego en respuesta y recuerdo que no puede verme.

—No, no tengo idea, lo mismo ocurre con los demás —admito con una risa—. ¿Has hablado con Lisa? —pregunto intentando cambiar el tema. Ella ha estado dando vueltas en mis pensamientos últimamente. No he hablado con ella desde el día en que hizo que nos encontráramos en el restaurante y me confesó que tenía que decirle algo a Peeta. Detesto que todo esto haya ocurrido. Realmente consideraba a Lisa una amiga. Estábamos acercándonos y ahora... supongo que realmente no puedo juzgarla. Era tan joven y en ese entonces yo no era parte de la historia, pero como una esposa me siento obligada a tomar el bando de la señora Mellark.

—Sí, he ido por allá. Ella dejó a Willa con su tía ayer en la mañana — revela y recuerdo que Lisa y el señor Mellark tienen una hija. El hecho que llamara a su hija pensando en él, lo hace mucho más real, y para la señora Mellark eso tiene que ser mucho más doloroso. Recuerdo la noche que lloró en mis brazos en el piso del baño y siento que me pongo sentimental.

—¿Sabes si el señor Mellark la ha visto... a la hija de ambos? —pregunto, cuando me gana la curiosidad.

—No lo sé. —Su voz es desolada, un tanto lejana de su usual tono jovial, el que tenía anoche con ayuda del alcohol. En este instante me doy cuenta que Aidan también está sufriendo. Su hermano Peeta anda perdido en acción, los Mellark son como su familia y están al borde de la ruina, y sus mejores amigos probablemente nunca se vuelvan a hablar.

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