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1 de Abril de 2011

Pov. Katniss


Hace tres días que Pearce volvió de su último viaje. Trabajando. Es gracioso, bueno, en realidad no. Esto de sus viajes fuera de la ciudad se han vuelto más frecuentes y no solo eso, improvisados. Aparentemente, pueden pasar en medio de la noche, y con poco aviso como he llegado a aprender. Despierto por la mañana y no encuentro a mi marido a mi lado. No es tan malo. Trato de pensar como "emocionante" el no saber si va estar en casa o no, algo así como un juego. No hay nada extraño o irrespetuoso en ello... según Pearce.

Recuerdo la primera pelea que tuvimos hace tres meses por su falta de comunicación. Y en cómo fue distinto a los dos viajes que hizo antes de que nos casáramos y al que ocurrió justo después. Bueno, al parecer, él se comunicará conmigo como una persona normal. En realidad, eso estuvo fuera de lo normal en él.

La única cosa que le quedó desde nuestra pequeña discusión fue enviar mensajes de texto.

Oh, qué afortunada soy por obtenerlos.

Usualmente dos palabras, si estoy de suerte, tres. "Ya llegué". "Estaré en casa pronto". "No estés enojada". Probablemente las tiene como plantillas.

Decidí, después de su último viaje de negocios, que había terminado de suplicarle que actúe como un ser humano decente, de pedirle que me respete y que deje de sacarme de sus asuntos. Ahora solo estoy cansada. Estoy cansada de tratar de llegar a un arreglo. Ya terminé de preguntar. Estoy cerca de terminar con él y este matrimonio.

Puede decir todo lo que quiera, que es por su trabajo o lo que mierda crea que soy tan estúpida de creer, pero ya estoy harta de esto. Piensa que es divertido para mí estar aquí, esperando a que se decida aparecer. Cada vez que veo aparecer la bolsa de viaje siento que la rabia se desliza en mí. Hay algo más que trabajo. Tiene que haberlo.

No hemos hablado en estos últimos días. Vino a casa de su último "viaje de negocios" después de haberse ido seis días con un aviso de menos de una hora de anticipación, la misma noche había prometido ir conmigo a Saginaw a visitar a Effie. No pude obligarme a decirle alguna palabra desde que volvió a casa. No quiere hablar de cosas de las que yo quiero hablar, cosas como dónde diablos está cuando se va. Sé que probablemente tiene algún amante en algún lugar, tal vez una en cada maldito estado. Se rió cuando le dije eso. Al parecer era graciosa, basada en su reacción. Cuando le dije que su puesto de trabajo era ser "la perra de Dexter" no lo encontró gracioso. Y ahora tampoco me habla.

La parte jodida de todo esto, sin embargo, es que, a pesar de mí misma, de lo furiosa que esté con él, lo extraño. Lo extraño tanto que hace que se me revuelva el estómago. Lo extraño, a pesar de que dormimos en la misma cama. No ha intentado tocarme desde la primera noche que lo empujé y le dije que me quitara las manos de encima. Aun así, mi cuerpo pide su toque. Quiero extenderme en su pecho y sentir sus dedos trazando su nombre en mi espalda. Estoy furiosa de que me haga sentir esto, que nos haga esto. Piensa que exagero, creo que reacciona así por el efecto que esto tiene en nosotros.

Hoy estuve en el gimnasio las últimas dos horas, corriendo con mis Sneakers, en vez de destruir cosas en mi casa. No sé qué me está pasando, pero me estoy convirtiendo en alguien que no quiero ser, una miserable arpía vengativa.

Tomo varias respiraciones profundas, camino hacia nuestra habitación y lo veo sacando cosas de su cajón para ponerlas en la maleta junto a sus pies. Mi estómago se revuelve y puedo sentir el pulso latiendo en mi cabeza.

Se va, y volvió hace tres días.

—Me voy a Seattle mañana. En caso que te importe una mierda —dice sardónicamente.

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