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30 DE ABRIL DE 2008


Pov. Pearce


No salgo en citas.

No he tenido que hacerlo desde que estoy aquí. Me gusta divertirme. Me gusta que las cosas sean fáciles y usualmente me gusta que mis chicas también lo sean. Sin complicaciones. Chicas a las que puedo leer. Esta chica es diferente. No estoy seguro de si me agrada eso o no pero supongo que sí porque estoy aquí con ella. Es la primera vez que estoy con una chica que no parece haberse arreglado para mí, o que al menos lo intentó. Aun así es hermosa; no creo que pueda dejar de serlo aun si lo intentara. Ha pasado un largo tiempo desde que he estado con una chica que no tenga una falda apenas cubriéndole el trasero, y con los pechos listos para la acción. Aun vestida como lo está, es una de las más hermosas mujeres que alguna vez he visto. En el club, lucía diferente. Ahí, estaba arreglada. Esta, creo, es la chica tras la máscara. O tal vez estoy equivocado. Soy muy bueno leyendo a las personas, pero con ella me equivoqué cuando la vi por primera vez.

Algo sobre ella me asusta. Parece inocente, rompible y eso me aterroriza hasta la mierda. Estoy acostumbrado a estar con chicas a las cuales ya les han arruinado la vida así que no será mi culpa. Espero no estarme jodiendo con esto. Solo voy a compensarla por llevarla al desastre en el que la metí, justo a la mitad. Eso es todo. Ella se sentirá mejor, yo me sentiré mejor y ambos podremos seguir con nuestras vidas. Si tan solo no me mirara con esos ojos avellana y me diera esa sonrisa inocente. Mierda, espero que no sea virgen. Nah, no puede serlo. No puedo imaginarme al patán con el que estaba lidiando tener que esperar hasta que una virgen esté lista.

—Umm, a dónde iremos, Pearce —pregunta nerviosamente mientras nos dirigimos al puente. Intento cubrir la amplia sonrisa que está creciendo en mi rostro. El subirla a la parte trasera de la motocicleta fue difícil. Cuando le diga lo que haremos aquí puede que se asuste. Me detengo, doy la vuelta para estar frente a ella y tomo sus manos. Sus ojos se ensanchan e ignoro cómo se acelera mi corazón. Deja salir un pequeño suspiro. Obligo a mis ojos alejarse de sus labios.

Son perfectos y me ruegan que los bese.

—¿Cuán abierta de mente eres? —le pregunto, cerrando la distancia entre nosotros Me mira escéptica.

—No me estás llevando a una gigante orgia salvaje o, ¿sí? —bromea. Eh, es graciosa.

—La mejor opción después de esa —digo con una risa y ella se muerde el pulgar. Espero que deje de hacer cosas como esa. Es tan malditamente sexy y no voy a dormir con ella. Mierda, sí voy a dormir con ella.

—Vamos a saltar en bungee —le digo lentamente y sus ojos se ensanchan.

—¡¿Qué?! —dice, quitando sus manos de entre las mías—. No. No puedo. — Menea la cabeza, alejándose un poco de mí.

—Sí, sí puedes —digo, tomando sus manos nuevamente.

—Eres uno de esos tipos... umm, ¿cómo les dicen?... ¿adictos a la adrenalina? — Comienza a reírse, colocando una mano en su cabeza.

—Algo así pero no es tan malo. Después de que lo hagas, te sentirás como alguien diferente —le prometo.

Me mira escéptica y después mira delante de mí.

—Este, no luce como un sitio autorizado. ¿Está bien que estemos haciendo esto aquí? —dice nerviosa. Mierda

—De acuerdo, no está exactamente autorizado, pero Jake, aquí presente, es el hombre. He saltado con él docenas de veces. No vas a morir. Lo prometo —digo, intentando contener mi risa ante la horrorizada expresión en su rostro. Deja salir un profundo suspiro, y se da la vuelta.

PedazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora