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Pov. Peeta


Miro el sobre blanco que encontré pegado con cinca adhesiva al volante en mi auto. El mensaje es simple:

Necesitamos hablar.

Pearce


Ahora está en manos de Helen, ella lo está examinando completamente como si fuese todo un ensayo en lugar de una simple oración. Una petición o una demanda, sigo pasando de una a la otra sin saber cuál es y qué significado tiene. Helen finalmente levanta la cabeza y regresa su atención a mí colocando la nota a su lado. Entrelaza sus dedos y casi fija su mirada más allá de mí como si contemplase algo.

—Muy bien, Peeta, antes de que comencemos, quiero mostrarte algo. —Toma el control remoto y enciende la pantalla plana en su pared.

—¿Vamos a ver otro testimonio? —Al principio, fue interesante ver videos de otras personas con DDI donde compartían cómo había sido su experiencia. La parte más dura fue escuchar que los miembros de sus familias lidiaban con ello. El ver los sacrificios que todos tenían que hacer me hacen sentir culpable.

—Hoy no —dice, levanto la mirada y me veo a mí mismo en la pantalla.

—¿Está encendido? —Al solo escuchar la voz sé que no soy yo. Es él. Él deja salir un profundo suspiro y se apoya en las rodillas.

—Soy yo. El que crees que hizo tu vida un infierno, ¿cierto? —Se ríe. —. Bueno si eso es lo que piensas, estás putamente delirando. Sin mí, Willow y Katniss no estarían en tu vida. Probablemente estarías casado con esa perra estirada de Delly.

—Pearce, vamos. Dijiste que te portarías bien. —Escucho la voz de Helen al fondo.

Él rueda los ojos y resopla.

—De acuerdo, déjame ir directamente al grano. Quiero hacer las cosas bien por Katniss. La dejé una vez porque pensé que estaba haciendo lo correcto. Quería que tuviera a alguien mejor que yo —dice solemnemente—. Bueno, no mejor, porque sinceramente, no hay nadie mejor que yo, pero sí alguien más responsable y confiable. Alguien que no tenga la carga de mierda que tenemos. —Encoge los hombros—. Nunca quise que Katniss te conociera. Siempre parecía que todo en la vida era tan fácil para ti. Pensé que sería más fácil para ella amarte que a mí —continúa.

Es tan extraño ver una grabación mía y no reconocer mi voz ni recordar haber dicho las palabras, pero el verla, el observarla yo mismo, me golpea y hace que todo se sienta tan real.

—He estado intentando arreglar cosas por ella. Enderezar las cosas y darle todo lo que se merece. Ella no se merece que peleemos entre nosotros. Diciéndole que escoja a cada rato. Confundiendo hasta la mierda a Willow cuando crezca. Tú eres el responsable. El desinteresado. Podrías ser un buen papá. Pero Dios, a veces eres un jodido cobarde, hombre —dice con un gruñido.

Él es todo un imbécil.

—Digo, lo eres, y no puedo dejar a mis chicas con alguien que actué como un cobarde. Quiero darle algo que siempre quiso. Estoy seguro hasta la mierda que no puedo hacerlo solo. Pero quizá los dos podamos. Podemos darle el príncipe encantador que se merece —dice—. Helen y yo hemos estado hablando, y estoy empezando a pensar que tal vez esto de la integración no va a ser una mierda completamente. ¿Qué dices, Peeta? ¿Estás dentro o vas a acobardarte? —dice arrogantemente.

No me importa lo que él diga, no soy un cobarde. El video queda en blanco y mis ojos se mueven hacia Helen. Ella está en silencio, obviamente esperando a que responda.

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