8 (Final de 2do. Libro)

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24 de Marzo de 2013

Pov. Peeta


Toma menos de dos minutos antes de que mi madre salga de la casa al porche. Ella me abraza, y después a Katniss, y toma a Willow en sus brazos. Ella nos mete a la casa. Luego suena mi teléfono.

Es Dexter. Siento como se me eleva la presión arterial con sólo ver su nombre. Lo he llamado unas mil veces y ahora se le ocurre responder. Rápidamente pido permiso y salgo de la habitación al porche. Agarro fuertemente el teléfono y dejo salir un suspiro antes de contestar.

—¿Peeta, supongo? —dice, su tono es ligeramente entretenido, y eso hace que quiera colgar el teléfono en ese mismo instante.

—Muy gracioso, Dexter —digo, intentando mantener la compostura.

—Creo que es hora de que tengamos una pequeña charla. ¿No crees?

—Creo que hace rato que debimos hacerlo —contesto. Veo la limosina de Dexter detenerse. Él baja la ventana y muestra una feliz sonrisa—. Escogiste el momento perfecto para aparecerte. ¿Quieres pasar, y tomar algo? —pregunto sarcásticamente.

—Eso no será necesario —dice, abriendo la puerta para mí, y a regañadientes entro y siento el auto arrancar.

—Así que. El gato salió de la bolsa, ¿por así decirlo? —pregunta, cerrando su laptop—. No puedo imaginar lo libre que te has de sentir. Personalmente me siento como si una carga me hubiese sido quitada —dice tomando un sorbo de su botella de agua—. Sabes, no soy alguien a quien le guste guardar secretos. —Se ríe, y quiero sacarle lo sarcástico a golpes—. Estás muy callado. Me llamaste muchas veces. Pensé que tendrías unas mil preguntas que hacerme —dice, recostándose en su asiento.

Intento pensar racional y calmadamente. Dexter probablemente sabe más sobre mí y sobre este tipo Pearce que mis padres. Por supuesto que Pearce y él eran cercanos, los dos son patanes y los patanes usualmente tienden a llevarse bien.

—Le ayudaste a hacer esto —digo, juntando las manos para evitar envolverlas en su cuello.

Él se ríe maliciosamente.

—¿A hacer qué, exactamente? —dice, fingiendo inocencia.

—A robarse, arruinar y apoderarse de mi vida. ¿Nada de eso te suena familiar? —digo, sin esconder mi amargura. Él sólo sonríe.

—Te hice un gran favor Peeta. Sin mi ayuda, habrías despertado en prisión por algo que ni siquiera recordarías haber hecho —contesta.

—¿Qué significa eso? —pregunto enojado.

—Sólo digamos que, antes de que Pearce estuviera bajo mi guía, no tomó las mejores decisiones —dice sirviéndose un trago de lo que parece ser escocés.

—¿Estás diciendo que soy un criminal? —pregunto puntualmente.

—No diría eso. Y creo que también sería mejor para ti si tampoco lo dijeras —dice casualmente, antes de tomar un sorbo del líquido café en su copa. Coloco la cabeza en mis manos.

¿Qué demonios hizo este tipo Pearce? Él hizo algo y Dexter sabe al respecto y ahora lo usa contra mí.

—¡¿Qué hizo?!

—Relájate, Peeta. Él nunca hirió a nadie. Sólo tenía la costumbre de tomar las cosas que tu vida no le proporcionaba lo suficiente —dice elusivamente—. Además, ¿acaso no hay cosas más importantes de qué hablar? Por ejemplo, tú, mi amigo, tienes una hija, una hermosa esposa, y una prospera carrera en mi compañía, si es que quieres tomarla. Pearce es muy bueno en su trabajo.

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