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Pov. Peeta


Las horas de trabajo pasaron rápido. Odié dejar a Katniss y a Willow solas en la casa, pero me prometió que estarían bien. Supongo que hasta este momento solo han estado ellas dos solas. Le pedí a Lisa que pasara cuando saliera del trabajo para ver cómo estaban. Delly y Lisa se odian, pero puedo ver a Katniss llevándose mejor con ella. Katniss es más tranquila y no se puso como loca cuando Lisa gritó todo eso de cómo se conoció ella con Pearce. Aparte de ver cómo estaban, quería hablar con Lisa sobre lo que me ha estado ocurriendo. Era un cincuenta-cincuenta entre ella y Aidan, pero Lisa ha sido más comprensiva. Cuando se trata de mi condición, Aidan piensa que burlarse de eso, como si fuera una gran broma, ayuda.

No lo hace.

Lisa sería más adulta que él respecto a todo, espero. Cuando conduzco hasta casa, veo que mis padres han regresado y que el auto de Lisa está estacionado al lado del de ellos. Entro a la cocina y veo a Willow en su silla mientras mi madre está picando unos vegetales.

―Hola, cariño, ¿cómo estuvo el trabajo? ―pregunta alegremente. No la he visto tan feliz en un largo tiempo y sé que la razón es Willow.

―Bien ―digo alegre. Voy hacia Willow y la beso en la mejilla―. ¿Cómo se ha portado? ―pregunto, robándome una de las zanahorias de Willow. Mi madre me da una mirada de desaprobación.

―Como un pequeño ángel, por supuesto ―dice, reemplazando la zanahoria que tomé del plato de Willow pese a que aún tiene otros cinco pedazos en su plato―. Katniss y Lisa están en la sala ―dice mientras me dirijo ahí. Katniss está sentada erguida en la silla marrón. Irónicamente, es la favorita de mi padre. Me sonríe cuando me ve y el corazón se me acelera.

― ¿Qué tal? ―dice Lisa, su tono es entre cantado y rapeado.

Katniss se ríe.

―Hola. ¿Cómo te fue hoy? Lisa no te ha arrastrado a ningún problema, ¿cierto? ―pregunto, sentándome en el sofá al lado de Lisa y frente a Katniss.

―Ay, por favor. Si estuviera buscando problemas, no estaríamos aquí ―dice Lisa, golpeándome con un pequeño cojín del sofá―. Así que... Katniss y yo hemos estado hablando ―comienza, y Katniss asiente inocentemente.

Tal vez mandar a Lisa fue una mala idea

―A Katniss realmente le gustaría escucharte tocar, y ya que has estado prometiendo tocar en Ardeby's desde hace mucho, todos podríamos aprovechar la noche. El sábado es noche de micrófono abierto ―dice animadamente y le frunzo el ceño.

―Nunca te he prometido tocar en Aredeby's y, ¿este sábado? No he agarrado una guitarra en casi un año. No va a pasar ―digo rotundamente. Lisa metió a Katniss en esto, pero sé que este plan es solo de ella viendo la expresión incómoda en el rostro de Katniss.

―Deja de ser tan bebé. Será grandioso, y Aredeby's es el único lugar en este pueblo que es algo divertido. Katniss no ha salido desde que ha quedo atascada en villa mamá. Le vendría bien soltarse un poco ―continúa. Veo a Katniss moverse incómoda en la silla.

― ¿No vas a llegar tarde al trabajo? ―le recuerdo. Resopla en derrota ―Esta conversación no se ha terminado, señorito ―dice, levantándose, con su bolso en el hombro dirigiéndose a la puerta. Ahí se da la vuelta―. ¿No necesitabas hablar conmigo de algo? ―dice, recordando su otro motivo por el que estaba aquí.

―Sí. Te acompañaré al auto ―digo de mala gana. Katniss nos sonríe, entretenida. Probablemente piensa que tenemos seis años―. Enseguida regreso ―digo, levantándome del sofá y siguiendo a Lisa afuera.

―Hasta luego, señora Mellark ―le dice a mi mamá mientras pasamos por la cocina y salimos por la puerta

―Adiós, Lisa ―dice mi mamá antes de que hayamos salido completamente.

― ¿Qué pasa, Chuck? ―pregunta Lisa mientras caminamos rodeando su auto

― ¿Por qué hiciste eso, Lisa? ―inquiero, irritado. Pone los ojos en blanco.

― ¿Qué hice? ―pregunta como si no tuviera idea

―Ponerme en un aprieto frente a Katniss. Sabes que ya no toco.

Ella ondea la mano despreocupadamente.

―Crece, Peeta. En serio, ¿qué eres? ¿Un niño de doce con un enamoramiento? ―dice, burlándose de mí

―Olvídalo. Hablaré contigo después ―digo molesto, alejándome caminando.

―Ugh, Peeta, vamos. No pensé que fuera la gran cosa. Te encantaba tocar. Ella quiere escucharte. Y mientras tanto, conseguimos tomar algo y salir una noche. La mayoría de las personas en Ardeby's están tan borrachas los sábados que podrías usar un gato muerto para tocar y aun así aplaudirían al ritmo de la música ―dice, bloqueando mi camino. Frunzo el ceño―. Vamos. Querías hablarme de algo. ¿Qué es? ―dice sinceramente.

―Puedes ser la Lisa normal y no la completamente exagerada Lisa ―le advierto y ella sonríe.

―La Lisa normal será ―dice, poniendo los ojos en blanco.

―Muy bien. Vamos a tu auto.

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