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10 DE MAYO DE 2008

Pov. Pearce


Un fracaso. ¡Un puto fracaso! ¿Por qué todos a los que contrato tienen que ser unos putos idiotas? Es mejor hacer las cosas uno mismo que depender de los demás. Los detectives cabeza hueca que contraté lo perdieron de vista. ¿Cómo mierda pierdes de vista a un hombre de cincuenta años que cojea? Malditos imbéciles. Debí haber ido en cuanto me dijeron que lo habían encontrado. Debí haber subido al jet e ir allí inmediatamente.

—Aterrizaremos en cinco minutos señor Mellark —me dice la azafata del jet, mirando el vidrio en el piso de una de las botellas que arrojé a través de la habitación—. Volveré para limpiarlo por usted —dice. Le indico que se marche con la mano.

—Yo lo haré, no se preocupe al respecto —digo, frustrado—. ¡Mierda! —digo en voz alta.

Casi lo tenía. Estaba en mis manos. Iba a poder romperle el maldito cuello, y ellos lo perdieron. Me recuesto sobre cualquier que sea el material de los asientos por los cuales Dexter probablemente pagó como un puto millón de dólares. Pensar en él me enoja aún más. Cree que es tan hábil diciéndome que no puede encontrar a Clay, y que le dé tiempo, mientras se queda sentado sin hacer nada. Aunque está bien. Tal vez es hora de me encargue de mis cosas por un tiempo. ¿Cree que es el único que puede jugar ese juego? A la mierda con Dexter Crestfield, he sido demasiado amable, demasiado calmado y demasiado relajado. Y aprendí que eso no te lleva a ningún lado. Mi teléfono vibra y veo que es un mensaje de mi conductor, Byron, dejándome saber que ya llegaron al lugar de aterrizaje. Me sorprende sentir que mi ira y frustración se disipan al pensar en el paquete que me trae.

Katniss Everdeen, con suerte estará envuelta con un lindo moño lista para mí. Esta definitivamente no es una buena noche para que la vea. Estoy frustrado y necesito darle una salida. No he tenido sexo en casi tres semanas, lo cual es un récord, al menos para , y después de la mierda de hoy, necesito una chica a la que pueda tener subiendo por las paredes esta noche. Intento sacarme la imagen de cómo luciría mientras la hago correrse.

Nunca antes he intentado tanto convénceme de no tener sexo con una chica. Es hermosa, sexy como el infierno, pero también es graciosa, y dulce, e inteligente y le agrado y ese es el problema. A la mayoría de las chicas no les agrado, les gusta cómo me veo, los autos, el dinero, los lugares a los que las llevo.

Lo cual es genial porque usualmente solo me gusta cómo se ven, cómo huelen y cómo se sienten debajo y encima de mí, pero ella es diferente. Es peligrosa para mí. Ni siquiera lo sabe, y no puedo dejar que lo sepa. Necesito malditamente controlarme. Esta noche voy a sacar el Aston. Uno de los varios juguetes de Dex, ni siquiera sé por qué, podíamos simplemente haber tomado la limosina como lo había planeado, pero quería que lo viera. Que quiera impresionarla me preocupa. Usualmente no doy una mierda, y ni siquiera es difícil, impresionar a las chicas. El universo no me dio mucho, pero sí me dio una apariencia que hace que las chicas se mojen y usualmente, entre más cretino eres, más le gustas a las chicas. Y ya que me han dicho que soy un cretino por naturaleza, me va bien, pero no quiero ser un cretino cuando estoy con ella. La llamo y se entusiasma, el tono de su voz es alto, pero a veces mientras hablamos baja una octava, volviéndose bajo y seductor, y me pregunto si sabe lo que eso me hace. Luce inocente, lo que me hace pensar en lo divertido que sería corromperla, aunque me gusta tal y como es.

Es un callejón sin salida

Salgo del avión y cuando la veo, es la primera vez en mi vida que quiero congelar el tiempo. Me está esperando fuera de la limosina, y su belleza me golpea en el rostro. El vestido que lleva puesto me recuerda lo sexy que es, no es demasiado apretado, pero sí corto, revelando solo lo suficiente como para hacerme querer saber qué hay debajo. Y la tela es tan delgada que puedo romperlo en segundos. Entre más me acerco, más adrenalina siento, mi sangre pulsa por todo mi cuerpo. Me sonríe y me acerco, esa es una sonrisa que podría ver todos los días. Una que te hacer recordar la infancia, y galletas recién salidas del horno, y mientras mis ojos bajan por su cuerpo me siento famélico, pero no por comida.

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