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10 de Mayo de 2011


Pov. Katniss


Estoy despierta. Es temprano, y no he dormido mucho. Lo que ocurrió anoche consume mis pensamientos, además de los constantes movimientos de Pearce girando en una cama de tamaño estándar que fue confortable cuando era una adolescente pero que es apretada para una mujer y su marido de un metro ochenta y dos de alto. Incluso si él no estuviera, dudo que hubiera podido dormir. Un millón de pensamientos han corrido por mi cabeza. Repasando todo lo que he aceptado, todas las veces que he perdonado, todas las veces a lo que he cedido pese a mi mejor juicio. Le doy un vistazo y parece que finalmente está tranquilo, descansando. Doy un doble vistazo para asegurarme de que está profundamente dormido y fácilmente salgo de la cama tan silenciosamente como me es posible. Agarrando su teléfono de la cómoda, camino de puntillas por la habitación abro la puerta y luego la cierro detrás de mí.

Durante nuestro matrimonio, nunca he invadido la privacidad de Pearce, ni una sola vez. Pero hay una primera vez para todo y esto está completamente justificado. Necesito respuestas, y las necesito ahora. Si tengo que espiarlo para obtenerlas, que así sea. Presiono el botón de encendido y por supuesto, está protegido por una contraseña. Paso de puntillas el dormitorio de Effie y bajo por las escaleras para encontrar el teléfono inalámbrico de la casa y marco el número de Pearce. Cuando suena, respondo y lo pongo en alta voz para que pueda entrar a su lista de contactos.

Solo quiero el número de teléfono de la esposa de Dexter. Por supuesto, si no hubiera lanzado por el balcón mi propio teléfono antes de salir de casa. No estaría haciendo esto, pero este es el punto. Estoy tentada a ver el historial de llamadas. Después de un pequeño debate, cedo y cuando busco en él, veo que ha sido borrado. Ruedo los ojos; ¿él no tendría que borrar su historial de llamadas a menos que tuviera algo para ocultar? ¿Pero ya sabía eso, no es cierto? Suspiro, y tomo un lapicero de la esquinera y escribo el número de Helen en un pedazo de papel.

Dejo el teléfono de Pearce en mi regazo, y me siento en la alfombra de felpa de Effie y marco el número de Helen desde el teléfono de casa. Me muerdo el labio mientras escucho el timbre de llamada. Espero que ella responda a un número desconocido. Sé que es una posibilidad muy pequeña, son solo las 6:30 a. m.

—¿Hola? —responde ella y doy gracias a Dios por mi suerte.

—Helen. Hola, es Katniss. ¿Éste es un buen momento? —digo en voz baja, deseando no ser escuchada por Effie o Pearce.

—¿Katniss? ¿Cómo estás? ¿Y de dónde me llamas? Casi no te respondo. ¿Está todo bien?

—Umm. En realidad, es por eso que te llamo. —Doy una mirada al pasillo para asegurarme que nadie esté ahí—. ¿Dexter te ha mencionado algo acerca de él y Pearce teniendo alguna pelea?

—No, no lo creo. Sin embargo, ya sabes como son. ¿Por qué lo preguntas?

—Es solo que Dexter llamo a Pearce ayer y sea lo que sea que le dijo realmente lo molesto. Pensé que tendría que ver con los negocios o estar relacionado. O si no, tal vez tu tendrías una idea de lo que paso.

—Dex no me ha dicho nada, pero usualmente no me mantiene al tanto de sus negocios. —Ríe.

—¿Y si no está relacionado con los negocios? —pregunto.

—Dex está en Irlanda en estos momentos. Puedo contactarlo y devolverte la llamada...

—Te estoy preguntando a ti, Helen —la interrumpo, esperando que la urgencia en mi voz sea evidente—. ¿Hay algo que tú tengas que decirme, algo que debería saber? —pregunto suplicantemente.

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