Pov. Katniss
El olor a pasta me despierta de mi siesta. Aspiro el aroma de la almohada donde me dormí. Huele a suavizante y una pizca de algo más. Sea lo que sea huele fantástico. La cama de Peeta tiene el balance perfecto entre firmeza y suavidad. No estoy segura de cuánto tiempo he dormido pero mi estómago está gruñendo. Pensé que no sería capaz de dormir en casa de otra persona, pero esa teoría resultó estar equivocada.
Me siento en la cama, el sol ya no ilumina la habitación. Saco mi celular. Y son las cinco y quince minutos. Me dirijo al baño que Peeta me había mostrado. Mi cola de caballo es un desastre. Así que la deshago y paso mi mano por el cabello, y me humedezco el rostro, tratando de quitar la apariencia de recién levantada.
Me dirijo a las escaleras y escucho a Bubble Guppies, uno de los programas favoritos de Willow en el sistema de sonido de los Mellark. Ella ya personalizó esta casa.
Willow está sentada en medio del suelo en una gran manta rosa comiendo galletas integrales. El señor Mellark está dormido en un sofá marrón que hace juego con la silla y cómoda en las que me senté antes y frente a él está la chica de la foto anterior, pero sus largos rizos han sido sustituidos por un bob asimétrico. Ella está sentada cómodamente pero cuando me ve se sienta recta.
—¡Hola! —dice alegremente, levantándose.
—Hola. —Me arrodillo a la altura de Willow y le beso la mejilla.
—Debes ser Katniss. —Le extiendo mi temblorosa mano, pero ella me hala para un abrazo.
—Lisa, ¿cierto? —digo mientras me libera.
—Sí. ¡Espero que mi reputación no me preceda! —dice dándome un codazo.
—Umm. Estaba mirando las fotos en la habitación de Peeta y estabas en algunas. ¡Nada malo! —le aseguro con una sonrisa.
—Bueno. —Cruza los brazos en su pecho.
Veo por qué me está hablando. Después de todo soy la mujer que está casada con un alter ego de su mejor amigo... o algo por el estilo.
—Tu hija es adorable —dice ella, mirando a Willow.
—Gracias.
Es algo incómodo entre nosotras por unos segundos.
—Peeta y Aidan fueron a comprar algo a la tienda. —Pasa su mano por el cabello y noto un tatuaje encima de la muñeca. Es una palabra escrita en letras cursivas—. Destino. —Señala, al notar mi escrutinio. Entonces me muestra el lado opuesto de su muñeca con la palabra Esperanza—. Si crees en el destino, más te vale que esperes que no te joda. —Ríe.
—El destino no me gusta mucho —murmuro, y ríe.
—El destino no le gusta a muchas personas —dice con una sonrisa—. Si fuera tú, no sé cómo haría para lidiar con todo esto. Digo, literalmente me estaría halando el cabello, el de él y de cualquiera que estuviera cerca —dice y doy una sonrisa forzada—. Pero definitivamente estas actuando de forma madura. En mi caso, me han dicho que no soy muy madura. Por eso trabajo con niños —bromea.
—Oh. ¿A qué te dedicas? —pregunto, tratando de apartar la atención de mí.
—Soy maestra de preescolar —me dice con una sonrisa.
Estoy un poco sorprendida. Está usando jeans hasta la cadera con un suéter que le llega al estómago, tiene un mechón rosa en su bob asimétrico y un pequeño piercing en la nariz. Luce más como una estrella de rock o una camarera que una profesora, pero Willow está halando sus jeans y levantando sus brazos para que la cargue, así que los niños la aman.
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Pedazos
Любовные романы¿El amor lo puede todo? ¿Realmente se conoce a la persona con quien vivimos y amamos?