Pov. Peeta
Estoy helado pero mi rostro está cálido... casi caliente. Mis parpados se sienten como ladrillos. Logro abrirlos mientras se ajustan a la luz del sol. Me duele la espalda. Estiro mi cuerpo. Se siente tenso, y con los músculos contraídos. Me levanto y veo que me encuentro acostado en el asiento trasero de mi camioneta.
¿Cómo llegue aquí? Mis ojos escanean la camioneta en busca de mi celular y de la billetera. Tengo que tener mis llaves, sino, ¿de qué otra manera pude haberme metido en la camioneta? Esto es grave. ¡De todas las veces en que pudo haber pasado! ¿Por qué ahora?
Veo un sobre pegado en el espejo retrovisor, y hay una palabra en él. Realmente no puedo ver cuál. Mis lentes de contacto se han secado y se sienten como si estuvieran pegados a mis parpados. Alargo la mano y lo tomo; es pesado. El sobre esta bien asegurado, y se necesita algo de esfuerzo para liberarlo. Una vez que lo hago puedo leer la palabra "abre" escrita con tinta roja. Así que lo hago, y en él encuentro mi billetera, el teléfono y las llaves. Mi teléfono está muerto. Tengo miedo de saber la hora que es o incluso el día.
Salgo de la camioneta, y gracias a Dios me encuentro estacionado detrás de la casa de mis padres. El sol brilla fuerte. Estoy rezando para que sea mediodía. Eso significaría que estuve inconsciente por un par de horas. Si es de mañana estoy jodido.
Llego hasta la puerta trasera de nuestra casa y busco mis llaves. ¿Cómo llegue aquí? ¡Piensa, piensa! Pero no sirve de nada. Esto ha ocurrido miles de veces antes.
Entro en la cocina. Está vacía, no huele a comida y mi estómago se aprieta. Eso significa que mi mamá no está cocinando la cena. Lo que también significa que no puede ser el mismo día, me perdí la cena con Delly y sus padres. ¡Ella va a matarme!
Mis ojos encuentran el reloj sobre la mesa de la cocina. Son las 9:30 y definitivamente no de la noche. Estoy jodido.
—¡Mamá! ¡Papá! —grito. Me apresuro a la sala. Lo más seguro es que hayan salido a buscarme cuando no llegue a la cena. Esto es malo, realmente malo. Toda mi habladuría de estar mejor, y mi récord de dos años libre de desmayos se fueron por el drenaje.
—Peeta. —Escucho una ligera, adormecida voz detrás de mí. Me doy la vuelta y veo a Lisa sentada en el sofá. Ni siquiera la note. Dejo salir un suspiro de alivio porque se trata de ella. De todas las personas, me alegra que Lisa sea la primera en verme. Ella me dirá lo que ha sucedido mientras no estuve sin volverse loca o enojarse conmigo—. Lamento que no tengas una mejor bienvenida. Tus padres me hicieron conducir toda la noche buscándote. Salieron a buscarte temprano esta mañana, y me pidieron que me quedara aquí en caso de que volvieras —explica.
—¿Qué tanto jodí las cosas? —suspiro y tomo asiento a su lado.
—En una escala del uno al diez, con tus padres un cinco. Ellos están más preocupados de ti que de algo más. Con Delly un doce.
Tiro mi cabeza hacia atrás al sofá.
—Ugh. ¿Cuánto tiempo? —gruño. De todos los días en que podía pasar...
—Tu mamá dijo que te habías ido a las tres de la tarde de ayer. ¿Aún no recuerdas nada? —pregunta, comenzando a doblar la sábana con la que estaba cubierta. Está sorprendentemente tranquila. Bueno, no sorprendentemente. Lisa siempre es muy calmada y tranquila en las situaciones más frenéticas, pero cuando se enoja, puede pasar de cero a diez muy rápido.
—La última cosa que realmente recuerdo es decirle a mis padres que le pedí matrimonio a Delly. Todo después de eso está borroso —admito.
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Pedazos
Romance¿El amor lo puede todo? ¿Realmente se conoce a la persona con quien vivimos y amamos?