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11 de Mayo de 2011

Pov. Katniss


Me pregunto, ¿si es demasiado tarde para voltear las cosas, si he aceptado cómo son las cosas por demasiado tiempo? ¿Es demasiado tarde para que él rompa el duro molde que ha creado a su alrededor? Me dice que quiere que lo acepte por quién es, pero, ¿cómo puedo aceptar eso cuando estaría conformándome con una persona a la cual nunca conoceré del todo? ¿Aceptarlo de esta manera me convertiría en un felpudo? N... no puedo, ¿o sí? Respiro profundamente, termino de colocar el último artículo en la maleta y tomo las llaves de la cómoda. Miro al espejo, revisando mi apariencia. Mi rostro está cansado, incluso después de bañarme y aplicar un poco de maquillaje, mis ojos están todavía hinchados de llorar toda la noche. No quiero renunciar a él, a nosotros, pero él tiene que ver que hablo en serio. Sí, le dije que se fuera y quería que lo hiciera en ese momento; pero la raíz del problema es que él está lejos de mí. Ahora en sentido literal y figurado.

Me deslizo en mi par de Chuck Taylors que son más viejos que mi matrimonio, pero son más confortables que mis botas de tacón de aguja de cinco centímetros que usé para venir aquí, pero van mejor con el jean y la camiseta que llevo puestos.

Recojo mi bolso y la manija de mi maleta y la arrastro a la planta baja, a la cocina donde Effie está sentada con una taza de té en la mano. Sonríe cuando entro y sus ojos se desvían al bolso en mi hombro.

—Deja que te sirva un poco de té —dice rápidamente ella. Comienzo a protestar, pero me doy cuenta que es más fácil aceptar—. Pensé que dormirías hasta más tarde —dice ella, sirviéndome una taza. Me siento, pongo mi bolso en el suelo y tomo asiento enfrente de ella.

—No. Quería comenzar temprano —digo tomando la taza que me ofrece.

—¿Por qué? —pregunta antes de sentarse a mi lado.

—Me voy.

—¿Regresas a casa?

—No —digo después de tomar un sorbo de té—. Me voy a quedar con una amiga en Chicago durante un tiempo, mientras decido qué haré —le digo.

—Katniss, desearía que te quedaras aquí, yo no...

—Necesito alejarme. No de ti. Solo necesito cambiar de escenario —interrumpo. Veo que no lo aprueba, pero tampoco protesta.

—¿Te vas a ir manejando?

—No. Voy a dejar el auto aquí. No va haber lugar donde estacionar. Llamaré a un taxi para que me lleve a la estación de autobuses y así haré el resto del viaje.

—Te llevo —ofrece.

—No tiene sentido que me lleves a Chicago y luego manejes de regreso.

—Está bien. No tengo mucho que hacer hoy —dice ella, sirviéndome un poco más de té, aunque mi taza está lejos de estar vacía.

—No, Effie no es necesario y el viaje me va a dar tiempo para aclarar mis ideas —le digo, desesperada por no discutir con ella.

—Bueno, al menos déjame llevarte a la estación de autobuses —dice en tono de súplica. Suspiro, sintiendo una pequeña sonrisa asomar por mi rostro. Cediendo.

—Está bien.

—En ese caso, ¿con qué amiga te vas a quedar? —pregunta curiosa.

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