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5 de Mayo de 2011

Pov. Katniss


Saginaw, Michigan.


No puedo evitar sentir un poquito de nostalgia al leer el letrero de bienvenida de mi ciudad natal. Es como si estuviera viendo una película en casa, recogiendo aleatoriamente recuerdos mientras conduzco.

Ha pasado un tiempo. La última vez que estuve aquí fue justo después de que Pearce y yo nos casamos. Suspiro al conducir pasando las interminables filas de los campos de maíz. En quince minutos voy a estar frente a la puerta de mi tía, mintiendo acerca de la razón por la que estoy aquí, y aguantando su mierda bien intencionada. Bueno, tal vez en diez si me apuro, pero a toda velocidad en Saginaw, en un Mercedes no es buena idea.

Cuando me detengo para buscar en mi bolso el celular, antes de que recuerde que lo lancé por la ventana, mi estómago gruñe. Solo he comido una rosquilla en todo el día, y eso fue, hace cuatro largas horas. Veo una gasolinera a unas cuadras y decido detenerme por un bocadillo. Apago el auto y echo llave a la puerta. Aunque realmente no es necesario, vivir en Chicago ha cambiado mis hábitos. Cuando entro, mis ojos viajan a mi postre favorito: rollo de fresas. Camino hacia el mostrador y espero para llegar frente a la cajera. Se acerca al mostrador con una cálida sonrisa, me recuerda la amabilidad de Saginaw.

—Buenas tardes. ¿Esto es todo? —pregunta ella.

—Sí, esto es todo —Sonrío y le doy un dólar. Lo pone en la caja registradora y me da un cuarto de dólar de vuelto.

—Que tenga un buen día —responde.

—Tú también —le digo, salgo de la tienda, mientras abro la envoltura de mi Brazo Gitano.

Tomo un pedazo y lo lanzo a mi boca antes de poner el resto en mi bolso y entro al auto. Mientras manejo, mantengo mis pensamientos lejos de Pearce. Me pregunto qué está haciendo en este momento. Probablemente esté enojado, o tal vez no. Tal vez no le importe que me fuera. Normalmente no tengo idea lo que siente.

Odio el hecho que estoy pensando en él, o incluso considerando sus sentimientos. No debería, pero, ¿cómo dejar de amar a alguien en un instante?

Es casi ridículo cuantas veces he tratado de hacerlo. Eso nunca funciona porque los sentimientos simplemente estallan a la superficie en algún momento después de que mi ira se ha calmado. Esto sería mucho más fácil si él no fuera tan complicado.

Pearce es la persona más compleja que conozco. Siempre tiene ese aire de misterio que está más allá de lo frustrante después de todos estos años, pero eso es lo que me atrajo de él. Cuando me mudé a Chicago, era un mundo totalmente diferente a Saginaw. En mi pueblo casi todos se conocían, al menos de vista. Había crecido con la mayoría de los chicos, supongo que cuando fui a la escuela secundaria nunca tuve la emoción de conocer a una nueva persona, o tener que leer a alguien desde cero.

Cuando me trasladé a la escuela en Chicago para mi primer año, era como si los chicos pudieran oler la carne fresca. Me pregunté cuántos tipos diferentes de chicos había, sobre todo cuando empecé a trabajar en el club. Había algunos con tatuajes y piercings, otros con caros trajes y lentes, blancos, negros, altos, bajos, era demasiado para asimilar.

Afortunadamente tenía a Ángela y a Hillary para guiarme a través del mundo de las citas, el cual se desvaneció rápido. Comencé a extrañar la familiaridad que tenía en Saginaw. Terminé en una relación saliendo con Darius, quién ahora es un buen amigo y Gale, quién resulto ser el tipo de chico que había estado evitando, lucía bien, era una bolsa de mierda todavía en el armario. A parte de él siendo atractivo creo que fue simplemente la familiaridad de trabajar en torno a él lo que me hizo convencerme que había algo ahí que no existía. Siempre había algo que faltaba, y lo que fuera, Pearce lo tenía de sobra. Siempre tuvo esa forma de exudar esa confianza sexy sin parecer presuntuoso, una forma de hacer las cosas mundanas emocionantes y nuevas, así que Pearce ha sido mi regalo y mi maldición. Más maldición que regalo, por supuesto. Cuando nos conocimos no podría haber sabido que solo estaba rasguñando la superficie del misterioso Pearce, un enigma en sí mismo. Lamentablemente, uno que todavía no he resuelto.

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