44. Clement Faucheux - Parte 3

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La fiesta entera cantó cumpleaños con él, que, moviéndose de un lado a otro sobre la tarima, lanzaba miradas y sonrisas a diestra y siniestra. Entonces se bajó de un salto y todos le abrieron paso; él, sin parar de cantar y soltar gritos que parecían los de Axl Rose, caminó hasta nosotros, y terminó la canción justo al llegar a nosotros. Yo había olvidado cómo respirar. No podía separar los ojos de Aymé. Cuando acabó, la fiesta estalló en bitores hacia él y ella, y él, con una sonrisa en el rostro, tomó a Elora entre brazos, y le dio un abrazo inmenso y un beso en la frente. Ella lo abrazó, y yo, sin poder evitarlo, los abracé también.

Aymé levantó la mirada hacia mí, extrañado, y fue entonces que reaccioné. Le di un beso a Elora en la coronilla, disimulando mi acción, y los solté. Me hice hacia atrás hasta alcanzar a Solenne, y le tomé la mano.

En ese momento, todos empezaron a abalanzarse sobre Elora, a desearle "Feliz Cumpleaños", a abrazarla. Entonces llegaron unos de mis amigos de Fútbol, me saludaron con la cabeza y la levantaron en brazos haciéndola gritar de impresión y reír de la emoción, y la lanzaron hacia arriba de vez en vez, para mostrarla a todos.

La fiesta se prendió en bitores, y Aymé volvió a su papel de cantante. Las pistas volvieron a sonar, y Aymé, sumergiéndome más en aquel hechizo suyo, volvió a cantar. Esta vez, fue una canción de ACDC, y toda la fiesta empezó a gritar y saltar, emocionada. Alma, Ezra, Hervé, Méderic y Simone, llegaron allí al fin, y se reunieron con nosotros, alzando los brazos hacia Elora, que seguía en hombros de mis amigos, encantada, recibiendo toda esa atención.

Cuando la canción terminó, mis amigos la bajaron, le dieron un abrazo, la felicitaron, y al fin la dejaron. Yo aproveché para saludarlos y darles la bienvenida; Solenne igual, pero yo no me demoré mucho, porque volví a mi otro grupo, donde estaba Elora siendo abrazada por todos. Méderic fue el último en abrazarla. Algo pasaba entre esos dos, estaban super raros; Alma no les quitaba los ojos de encima. Él le pasó los brazos bajo los suyos y la levantó hasta dejarla frente a él. Elora no lo hizo de inmediato, pero sonrió encantada, y le pasó los brazos por el cuello, y las piernas por la cintura. Méderic tragó saliva y le plantó un beso en cada mejilla, luego se inclinó y le dijo algo al oído que nadie pudo escuchar por la música, pero que la hizo prenderse en colores. Luego la hizo bajar, y todos nos pusimos a disfrutar del espectáculo que seguía dando Aymé.

—¿Alguien sabía que él cantaba así? —preguntó Alma a gritos.

—¡No! —respondimos todos al unísono.

—¡Carajo! ¡Roquea como nadie! —dijo ella, emocionada hasta la cien.

Y yo la entendía, yo seguía con los ojos clavados en él, y bailaba con su voz de un lado a otro. Recordé a Solenne, y me giré a buscarla, pero me di cuenta que estaba hablando con algunas de las novias de mis amigos, que eran también sus amigas, y la dejé ser. Me giré a ver a Aymé nuevamente, y me di cuenta que había levantado su brazo, señalándonos, y que seguía manejando el escenario como nadie.

La canción terminó, y yo sentí que al fin podía volver a respirar. La fiesta entera se volvió a prender en bitores hacia él, que, encantado, los recibía, haciendo venias y sonriendo como hacía mucho tiempo no lo veía sonreír.

—¡Gracias! —gritó en el micrófono— Los dejó con las pistas de nuestro maravilloso DJ llamado Spotify —todos se carcajearon—. Iré a descansar la voz, a saludar nuevamente a la guapa de fuego, y a buscar un beso, ¡carajo! ¡Porque sí! Estamos en la capital del beso. Así que, besen mucho esta noche, ¡porque hoy celebramos el amor!

La fiesta entera gritó y le lanzaron porras y chiflidos de aliento. La música comenzó a sonar nuevamente, y yo, tenso por lo que acababa de decir, envenenado de algo que aún no reconocía pero que me hacía revolcar el estómago por completo, contuve la respiración, lo vi bajar de la tarima, como toda una estrella de rock, y dirigirse hacia nosotros.

Bitácora de Alma: KomorebiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora