34. Alma Noa Villa - Parte 1

6 4 0
                                    

—Hola —lo saludé, temerosa de que, de nuevo, hubiera perdido con él el poco avancé que había conseguido en mis idas torpes y accidentadas a La Cream.

Un ser que no conocía hasta ese momento, se asomó detrás de ese armazón de vitrinas, y, hecho sonrisas, me recibió allí. Yo no daba ningún crédito a lo que veía.

—Alma... bienvenida —saludó, cordial, y... no sé, ¿feliz? ¿Eso era felicidad?

Yo, que iba medio desanimada, me quedé fría, casi muerta ahí por esa reacción. Comencé a mirar a mis lados, buscando si había alguien junto a mí que le provocara ese tipo de recibimiento, o si había llegado una chica que compartía mi nombre y que lo hacía a él así de ¿feliz?, pero no vi a nadie, sólo estaba yo, además de las mesas ya llenas del fondo. Yo, que solía estar segura hasta de mi sombra, me llené de miedo entonces. Algo pasaba, eso no era normal.

—¿Todo bien? —pregunté, insegura, moviendo los ojos por todos lados, buscando alguna respuesta— O sea, ¿me saludas así a mí?

Ezra me siguió sonriendo.

Y yo me aterré más.

—Ay, Dios, Ezra, que yo sé que soy terrible, pero no me tortures más. ¿Qué hice para que me sonrías de esa manera?

—Han sido dos semanas extrañas, pero de buena manera —comenzó a decir él, sonriendo. ¡Ay, Dios! Algo había hecho y yo no me había ni enterado—, y gran parte de eso es por ti.

Ahí sí que no di crédito a nada.

—Okey, creo que sigo dormida —dije.

Ezra soltó una carcajada.

—Espérame un momento —se encaminó hacia la cocina, donde estaba Elie, y volvió a salir con ella siguiéndole los talones—. Ya puedo tomar mi descanso —me dijo, hecho sonrisas.

Yo parpadeé atónita y miré a Elie.

—Elie, ¿qué hice? ¿Qué hice para que me sonría así? —Yo, de verdad, estaba aterrada— ¿Quién es él? ¿Ahora qué hago?

Los dos soltaron una carcajada.

—Mi niña, tiempo sin verte. ¿Todo bien? —me preguntó Elie desbordando cariño.

—Bueno, sí, algo así. Pero siento que hice algo terrible. Tengo miedo. ¿Ezra ya no me tolera? ¿Qué pasó en estas dos semanas? ¡Santo Einstein! ¡Envíame el secreto de los agujeros de gusano desde esa dimensión en la que estás, tengo que volver en el tiempo!

Elie y Ezra soltaron una carcajada más sonora aún, y yo no entendía de qué se reían. ¡Yo de verdad estaba preocupada!

—Ya te hago tu malteada mi niña. Ve, Ezra, toma tu descanso. Vayan a hablar —dijo Elie, riendo aún.

—Gracias, Elie —Ezra estaba super tranquilo.

—Ay no, Elie, que no entiendo nada. ¿Me va a terminar y ni siquiera hemos comenzado a salir? —pregunté, señalando a Ezra con la cabeza, pero sin dejar de mirar a Elie.

Ezra se puso de mil colores. Y yo me tranquilicé.

—Ese sí es mi Ezra...

Elie se rio de nuevo.

—Anden, hablen, por favor.

Ezra y yo caminamos hasta la mesa de la esquina, la que estaba bajo la calefacción. Me iba a sentar, pero me tocó el brazo, y yo ahí, casi caigo derretida ante el corrientazo que me generó su tacto. Giré a verlo, sorprendida por el toque y por la sensación de expansión que este me generó, y creí saber qué expresión tenía puesta yo en la cara, porque vi la misma en él, que había retirado la mano de golpe, y tenía la cara colorada; él había sentido lo mismo.

Bitácora de Alma: KomorebiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora