Caso 5: Los sabuesos de Baskerville. Capítulo 1: Buscando casos

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En la tarde Sherlock caminaba por todo el piso, llevaba su bata y se había cambiado de camisa y Pantalón. Alline se dio cuenta que estaba un poco nervioso por algo. John buscaba en el periódico y Alline en Internet.

-      ¿Nada? – pregunto Sherlock.

-      Golpe militar en Uganada- leyó Alline.

-      Otra foto tuya con el... - Alline se paró para ver la foto de Sherlock con el Gorro puesto, Sherlock solo suspiro desesperado-. ¿Qué tal reorganización...?

-      ¿Nada importante? ¡Dios! – azoto el arpón en el piso-. John, necesito un poco. Consígueme un poco.

-      No- contestó Alline.

-      Consígueme un poco.

-      Acordamos la abstinencia- dijo John-. Sin importar que ocurra. De todos modos, sobornaste a todos, ¿lo recuerdas?

-      Nadie, en un radio de 3 kilómetros te venderá nada- le dijo Molesta Alline.

-      Fue una mala idea- dijo Sherlock-. ¿de quién fue? – ninguno de los dos dijo nada-. ¡Señora Hudson!

Sherlock empezó a aventar papeles que tenía en su escritorio, los dos sabían que lo estaba haciendo bien para que no recayera.

-      Sherlock- Alline se paró de su Lugar, puso su mano en su hombro-, lo estás haciendo muy bien. ¡No te des por vencido ahora!

-      ¡Díganme dónde están! – dijo desesperado, mientras se hacía a un lado para seguir buscando en otro sitio, ambos negaron con la cabeza-. Por favor.

-      No podemos ayudarte- dijo John-, lo siento.

-      Les diré qué números saldrán en la lotería. Valió la pena intentarlo.

Corrió hacia la chimenea, tratando de encontrar su suministro secreto en la chimenea, Alline solo se quedó viendo raro. La señora Hudson entró al primer piso.

-      Mi suministro secreto- dijo Sherlock-. ¿Qué hizo con él?

-      ¿Qué? – preguntó la señora Hudson.

-      Cigarrillos ¿qué hizo con ellos? ¿Dónde están?

-      ¡Sabes qué nunca me dejas tocar tus cosas! Podría ser algo bueno.

-      Creí que eras mi ama de llaves.

-      No lo soy- contestó enojada, John, la señora Hudson y Alline se quedaron viendo entre ellos-. ¿Qué te parece una buena taza de té y quizá guardar el arpón?

-      Necesito algo más fuerte que el té. 7% más fuerte- en eso Sherlock apuntó a la señora Hudson con el arpón.

-      ¡Sherlock! – lo regaño la pelirroja.

-      Volvió a ver al señor Chatterjee- dijo Sherlock ignorando a Alline.

-      ¿Disculpa?

-      La tienda de sándwiches. Es un vestido nuevo, pero tiene harina en la manga. No se vestiría así para hornear.

-      Sherlock- lo regaño esta vez John.

-      La uña del Pulgar. Rastros de metal. Volvió a jugar a las raspaditas. Ya sabemos adónde lleva eso, ¿no? – Sherlock dejo de apuntar a la señora Hudson-. "Casbah Nights". Algo subido de tono para un lunes por la mañana, ¿no cree? Escribí un blog de identificación de perfumes. Esta por allí. ¡Debería leerlo!

-      ¡Por favor! – decía la señora Hudson.

-      No deposite sus esperanzas en ese crucero con él- le advirtió Sherlock-, porque tiene una esposa en Doncaster que nadie conoce.

-      ¡Sherlock! – le grito Alline.

-      Bueno, nadie excepto yo y tal vez Marian.

-      ¡No sé de qué hablas! - dijo la señora Hudson nerviosa-, en serio.

La señora Hudson dio la media vuelta para salir del primer piso, Alline vio a Sherlock desaprobatoriamente por lo que había hecho con la señora Hudson.

-      ¿Qué demonios fue eso? – preguntó John mientras aventaba el periódico.

-      No lo entiendes- le contestó Sherlock.

-      ¿Entender qué? – dijo enojada Alline- ve a buscarla y discúlpate.

-      ¿Disculparme? – le contesta ofendido, después dio un suspiro-. Como los envidio tanto.

-      ¿Nos envidias? – pregunto John.

-      Sus mentes son tan tranquilas, tan francas, casi sin uso. La mía es como un motor, corriendo sin control. Un cohete haciéndose pedazos, atrapado en la plataforma. ¡Necesito un caso! – grito desesperado.

-      ¡Acabas de resolver uno – le grito Alline- Utilizando un arpón en un cerdo muerto, aparentemente!

-      Eso fue esta mañana- se sentó en su sillón-. ¿Cuándo es el siguiente? ¿No hay nada en la página? – se levantó para agarrar la laptop de John y se la entregó-. "Estimado señor Sherlock Holmes. No puedo hallar a Bluebell. Por favor, por favor, por favor, ¿Podría ayudar?

-      ¿Bluebell? – preguntó John.

-      ¡Un conejo, John! Pero hay más. Antes de que desapareciera, se volvió fluorescente. "Como un hada" – trató de imitar la voz de una niña-, según la pequeña Kirsty. Luego, a la mañana siguiente, Bluebell desapareció. La conejera estaba cerrada y no parecía estar forzada. ¿Qué estoy diciendo? ¡esto es brillante! Llama a Lestrade. Dile que hay un conejo prófugo.

-      ¿Hablas en serio? – preguntó Alline.

-      Es esto o jugar a Clue.

-      No- contesto rápidamente John mientras dejaba su laptop en la mesa-. Jamás volveremos a jugar eso.

-      ¿Por qué no?

-      No es posible que la víctima lo haya hecho- justifico Alline-. Por eso.

-      Era la única solución.

-      No está en las reglas- contestó John.

-      ¡Entonces las reglas están mal!

En eso se escuchó que alguien tocaba el timbre, todos se quedaron en silencio, eso era una buena señal.

-      Un solo timbre- dijo John.

-      Presión máxima- susurró Sherlock-. medio segundo.

-      ¡Un cliente! – dijo Alline.

-      ¡Un cliente!

El sociópata y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora