Caso 7: La carroza fúnebre vacía. Capítulo 6: Salvando a John

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Todo se encontraba silencioso, o eso era lo que sentía Alline en esos momentos. Jugaba con sus manos, pues no sabía qué hacer. Sí renunciar a Scotland Yard y regresar a la adrenalina con Sherlock o quedarse aburrida en su oficina, decidiendo que cosas resolver desde su escritorio. Esta vez no había un Mycroft que la obligara, esta vez era su decisión.

Escuchó unos gritos de alegría en sus espaldas, volteo para ver cómo Lestrade jugaba con sus hijos por todo el departamento, sin duda alguna, eran la alegría de su lugar.

- ¡Te atrape! – gritó Lestrade mientras cargaba a Michelle.

- ¡No, papá! – decía riendo-. Mami, dile a papá que me deje de hacer cosquillas.

- Greg- dijo con una sonrisa-. Deja a los niños, es hora de dormir.

Los tres se pusieron tristes pues ninguno quería que terminara la hora del juego. Al final los cargo y los llevo a su cuarto para que pudieran dormir. Les dio su beso de buenas noches y se fue a la sala. Escucho que había voces en el primer piso. Se bajó, sin pensarlo dos veces. Vio la figura de Mary y Marian en la puerta.

Mary y Alline se habían conocido apenas algunas veces, un día que llevo a la consulta a Will y a Michelle, se había tomado por sorpresa que John había cambiado a su enfermera. Se cayeron bien casi al instante. Aunque sabía que Marian sentía ciertos celos por ella. Innumerables la había tranquilizado. Alline dejaba sus hijos al cuidado de Mary, cuando la señora Hudson no podía.

- Mary- dijo con una sonrisa-. Que gusto que estés aquí.

- Eso no importa ahora- decía preocupada Marian.

- ¿No me digan que es John? - preguntó Alline.

- Sí, no entiendo porque le enviaron a Mary, y no a mí ese mensaje- respondió Marian.

- ¿Qué es lo que dice?

Le pasaron el celular a Alline. Empezó a leer el mensaje de texto.

¡Salve almas ahora!

¿John o James Watson?

¿Santo o pecador?

¿Santiago o John?

¿Más es menos?

Alline se les quedo viendo, estaba muy confundida con el mensaje de texto que acababa de leer.

- Primero la primera palabra y luego la tercera.

- Sigo preguntándome, ¿por qué se lo enviaron a Mary y no a mí? – preguntó molesta Marian.

- Porque es un mensaje para Mary.

- Salve a John Watson, Santiago el menor.

En eso, Sherlock salió corriendo de Baker Street. Las tres mujeres lo siguieron de inmediato. Alline se acordó de su moto, que pocas veces la usaba. Fue por su casco a su casa. Lestrade la miro sorprendido por la prisa en la que entró y se fue.

- Señora Hudson- dijo Alline poniéndose el casco-. Cuide a los niños, Lestrade está arriba de todos modos.

Antes de que la señora Hudson pudiera contestar. Alline fue por su moto, que se encontraba estacionada a unos cuantos metros de su casa.

- No entiendo porque llevamos a Mary- decía Marian a la mitad de la calle.

- Cállate y súbete- le ordeno Alline.

Marian se subió a la parte de atrás. Alline le dio un casco para que se lo pusiera. Cuando terminó, Alline empezó a andar.

- ¿Por dónde se fueron? – pregunto la pelirroja.

- Por allá- señalo la calle.

Alline aceleró la velocidad, hasta que por fin los pudo divisar. Sherlock estaba con Mary en una moto. Todo iba bien, hasta que se encontraron con un retén de policías, que le impedía seguir su camino. Alline se detuvo a una poca distancia de los policías, solo volteó hacia donde estaba Sherlock pensativo.

- Sígueme- le dijo Sherlock.

El detective empezó a andar, Alline lo siguió, iban a una velocidad increíble. Sherlock tenía razón, ella había deseado por completo, sentir la adrenalina en sus venas. Todos los años en Scotland Yard, habían sido aburridos y tediosos. Con Sherlock de vuelta, esos días tenían un final muy pronto. Bajaron por unas escalinatas que se encontraban muy cerca de ahí, lo cual fue un gran atajo. Pasaron por una glorieta cuando uno de los autobuses entorpeció la velocidad a la que iban. Alline se fijó que ningún coche pasara en sentido contrario, vio que todo estaba despejado y alcanzó la moto en donde iba manejando Sherlock y pasó el autobús, una vez que se puso adelante, Sherlock volvió a ponerse a la delantera. Pasaron por unas escaleras en desnivel. Confiaba en que Sherlock estuviera trazando la ruta más corta posible, para llegar con tiempo, en donde estuviera John. Solo sentía cómo a Marian se le resbalaba algunas lágrimas a su chamarra. Salieron por otra calle, que Alline desconocía por completo.

- Debe de estar cerca- le dijo Marian a Alline-. Estamos cerca de Santiago el Menor.

Alline vio como un grupo de personas se encontraban alrededor de una hoguera, vio cómo el fuego empezaba a quemar los pedazos de madera, que se encontraban alrededor de un espantapájaros. Sherlock se metió al jardín donde estaban la gente. Alline estaba temiendo lo peor. Llegaron lo más cerca de la hoguera. Todos bajaron de las motocicletas, dejándolas tiradas en el pasto. Alline escuchó el grito más desgarrador que había escuchado en toda su vida. Los cuatro corrieron rápidamente, empujando a la gente a un lado. Solo esperaban que no fuera muy tarde para John.

- Muévanse- decían a la gente que estaban en su camino.

- ¡John! – grito Marian a todo pulmón.

- John- dijeron los demás al mismo tiempo.

Sherlock se acercó y empezó a quitar todos los pedazos, Alline se acercó para poder ayudarlo, no iba permitir que su mejor amigo muriera quemado. Todos los presentes estaban sorprendidos de quien se encontraba ahí. Veían cómo terminaría eso. Los cuatro siguieron gritando, con la esperanza de que John les respondiera. Pasaron unos minutos hasta que, por fin, entre Sherlock y Alline, sacaron el cuerpo de John, entre todo el escombro. Lo alejaron unos metros, para que pudiera respirar aire fresco.

- ¿John? – pregunto Sherlock, una vez que estuvieron fuera de peligro-. John.

- ¿John? – está vez fue Marian.

- John- dijo preocupada Alline.

Vieron cómo abría los ojos, lo que significaba que era una buena señal. Alline y Sherlock se sentaron en el pasto. John también se sentó, parecía confundido al ver a Mary en compañía de Sherlock, Alline y, sobre todo, de Marian.

Tuvieron que llevar a John al hospital. Alline tuvo que irse casi inmediato. Cuando llego a Baker Street, vio a Greg recargado en el pórtico.

- Alline, tenemos que...

- Hablar- termino su frase.

- Lo nuestro no puede seguir. Sé que, si estoy contigo, siempre estaré bajo la sombra de Sherlock. Es lo mejor para los dos.

- ¿Cuándo te vas? – pregunto Alline.

- Mañana, antes de ir trabajar.

- No regresare a Scotland Yard- comentó Alline-. Yo regresaré con Sherlock.

- ¿Vas a renunciar? – Alline asintió con la cabeza-. Fue un gusto convivir contigo y con los niños.

- Puedes visitarlos cuando quieras.

Greg se acercó para darle un abrazo amigable. Todo terminaría así.

El sociópata y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora