Caso 11: Las seis Thatchers. Capítulo 4: Pasando el tiempo

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Los dos se encontraban sentados, tuvieron que ponerle a Alline una silla, por orden de John, ya que debía de sentarse en algunos ratos. Alline se le quedo viendo a su cliente, pero afuera se escuchaba como Lestrade y alguien más hablaba la puerta. Alline vio como John dejaba un globo inflado con helio, amarrado con una rama pequeña de árbol, puesto en el sillón de John.

- Sabes que tienes que abrirles, ¿no? – dijo divertida Alline.

- Estoy pensando.

Sherlock fue directo a la puerta gritándole a Lestrade y a otra detective que hacía poco los empezaba a consultar, Alline solo trato de ver al piso, como si de repente fuera interesante.

- No siempre se ha dedicado a los seguros, ¿no? – preguntó Sherlock sentándose en su sillón-. Empezó de obrero. No se sorprenda. Su mano derecha es casi del doble de grande que otra. Por culpa del duro trabajo manual.

- Sherlock- Alline cerró los ojos.

- Era carpintero como mi padre- respondió el hombre.

- Ha intentado dejar de fumar, sin éxito- dijo Sherlock, haciendo que rodará los ojos, sabía que si le decía otra vez la ignoraría-. Tuvo una novia japonesa que significó mucho para usted, pero ahora le da igual.

- ¿Cómo rayos...?

- Aquí vamos- susurró Alline para después dar un susprio.

- Cigarrillos electrónicos- aclaró el hombre.

- No uno, sino diez- corrigió Sherlock-. Si quería fumar en espacios cerrados, haber intervenido una pipa electrónica. Pero está convencido de que puede dejarlo, por eso no quiere comprarla, porque eso significaría que no se lo toma en serio. Por eso se compra los cigarrillos, y jura que cada uno será el último. ¿Algo que añadir Alline?

- No se te ocurra tener la absurda idea de fumar en los siguientes meses- contestó Alline.

- No, no lo hare. Quiero mi hija no tenga ningún defecto al nacer- sonaba como si Sherlock se lo tuviera que aprender para una clase-. ¿Algo que añadir del caso, John? – Sherlock vio hacia el sillón de John encontrándose con un globo-. ¿John?

- Sí, estoy escuchando- respondió John saliendo de la cocina.

- ¿Qué es eso?

- Soy yo. Bueno, mi sustito.

- No seas tan duro contigo mismo, sabes que Marian y yo apreciamos tus escasas – comentó Sherlock.

- ¿Ah sí? – preguntó John sorprendido.

- Sherlock, llevas aquí desde la nueve de la mañana- dijo Alline-. Yo, tu esposa embarazada, tuve que dejar y recoger a los niños de la escuela.

- ¿Sí? – se dirigió a John-. ¿Dónde estabas?

- Ayudando a la señora H con su sudoku.

- ¿Cuál señora H? – preguntó Alline.

- La señora Hudson.

- ¿Y mi novia? – preguntó el hombre para que todos volvieran a tener su atención.

- ¿Qué? – pregunto Sherlock.

- Ha dicho que tenía un ex...

- Su tatuaje japonés de "Akako". Es evidente que ha intentado eliminarlo.

- Pero eso significa que quiero olvidarla, no que me sea indiferente.

- Si de verdad le hubiese hecho daño, habría eliminado el mundo. Pero no pudo borrarlo en el primer intento y no ha vuelto a probar. Por lo tanto, puede vivir sin el recuerdo borroso de Akako. De ahí la indiferencia.

El hombre se le quedo viendo con incredulidad y empezó a reírse, al parecer le daba gracia todo lo que Sherlock había deducido. Eso hizo confundir a Alline, pues la mayoría de las veces las personas se asombraban por la información que Sherlock había dado.

- Pensaba que había hecho una deducción inteligente... - dijo el hombre aun riéndose-. Pero ahora que lo explica, es facilísimo, ¿no?

Todo se quedó en silencio, el hombre acababa de retar a Sherlock para que le dijera toda la información. Vio cómo Sherlock vio al hombre, en realidad se había aguantado todo el tiempo que había estado el hombre para no decirle nada.

- Me había reservado la información- dijo Sherlock ofendido-, pero creo que ya es hora que lo sepa ya.

- ¿A qué se refiere? – preguntó el hombre, Alline no pensaba detenerlo porque en serio se lo había ganado.

- ¿Se ha preguntado si su mujer ha sido demasiado buena para usted?

- Bueno...

- Pensaba que tenía una aventura. Es mucho peor. Su mujer es una espía.

- ¿Cómo? – preguntó el hombre sorprendido.

- Sí. Su nombre real es Greta Bensgdotter. Sueca de nacimiento y probablemente la espía más peligrosa del mundo. Lleva cuatro años infiltrada, haciéndose pasar por su mujer por una razón, para acercarse a la embajada estadounidense de en frente de su casa. Mañana estará el presidente de Estados Unidos de visita oficial. Mientras saluda al personal, Greta, disfrazada de limpiadora, le inyectará en la nuca una nueva y peligrosa droga que llevará escondida debajo de la axila. La droga le anulara la voluntad y lo dejara a merced de su nuevo amo. Ni más ni menos que Jim Moriarty.

- ¿Qué? – preguntaron Alline y el hombre al mismo tiempo.

- Moriarty lo usará cómo un peón para desestabilizar la reunión de la ONU, donde se vota la no proliferación de armas nucleares, alterando el equilibrio de una estrategia agresiva contra Rusia. La cadena de acontecimiento será imparable, provocando la Tercera Guerra Mundial.

- Sherlock- dijo Alline esperando a que le hiciera caso.

- ¿Va en serio? – preguntó John incrédulo.

- Claro que no- Sherlock se paró-. Su mujer lo dejo porque tiene Halitosis y le gusta ponerse su lencería.

- ¡No! – Sherlock se paró para abrir la puerta-. Solo los sujetadores.

- Fuera- dijo Sherlock mientras abría la puerta.

El hombre salió corriendo del piso, Alline se paró para ir al refrigerador buscando cosas mientras sus hijos hacían sus tareas. Parecían muy emocionado de que los dos estuvieran en diferentes grupos.

- Entonces, ¿qué iba todo eso? – preguntó John.

- Pasarla bien- respondió Sherlock.

- ¿Pasarla bien? – preguntó Alline.

- Mientras pueda.

Alguien toco la puerta, la detective que últimamente iba muy seguido entró antes de que alguien dijera algo.

- Sherlock- dijo la detective.

- La Perla de los Borgia. Aburrido. Afuera- lo saco Sherlock.

- Sherlock, no seas tan grosero con la gente- Alline lo regaño cuando se abrió la puerta, esta vez era Lestrade.

- Más te vale que sea bueno- dijo Sherlock.

- Te va a encantar.

Lestrade les mostro una bolsa que llevaba en la mano, en lo que parecía un busto de yeso. Alline lo agarró detenidamente.

- ¿Ese es el busto? El qué se rompió – preguntó John.

- No, es otro, de otro dueño. Vive en otra parte de la ciudad- respondió Lestrade. Tenías razón. Es importante. Algo gordo va a pasar – hubo un momento de silencio-. ¿Qué te pasa? ¿No te gusta?

- Sí- respondió Sherlock.

- Pues no lo parece.

- Es mi cara de póquer. El juego ha comenzado.

El sociópata y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora