Caso 1: Estudio en Rosa. Prólogo

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Era medianoche cuando Aline se despertó por los disparos de su vecino de abajo, no había sido un día fácil ya que varias personas se habían suicidado, ella tuvo que admitir que se habían suicidado pues no encontraba algo más que aquello y al día siguiente tenía que ir con Lestrade hablar a la prensa sobre aquellas muertes. Bajo las escaleras para gritarle a su vecino de que no disparara a la mitad de la noche. Se fue acercando a la puerta del departamento, para su suerte la Señora Hudson iba subiendo, pues era imposible no escuchar esos disparos y no despertarse.

- Querida- le dice en un tono amable la casera-, parece que también te despertó.

- Si- contesto la pelirroja de muy mal humor-, ahora vera que pasara cuando me despiertan a la mitad de la noche, después de un día difícil-

- Estoy aburrido- dijo Sherlock una vez que entramos a su piso-. ¿Qué deberíamos de hacer amigo?

- ¡Sherlock Holmes!-, exclama Aline haciendo que Sherlock se diera cuenta de su presencia dejando la calavera en la mesa-, ¿Qué crees que estás haciendo?

- Desaburriendome-, dice como si fuera lo más normal del mundo, haciendo que la chica se enfadara aun más haciendo que sus mejillas se volvieran del mismo color que su cabello-. No es mi culpa que hayas tenido un mal día.

- ¡Pero si es tu culpa despertarme a la mitad de la noche después de un día difícil!

- ¿Alguien gusta té?-, interviene la señora Hudson entrando con una charola con tres tazas y una tetera, sabiendo que si dejaba aquella peculiar pareja a solas podría terminar en desastre.

La señora Hudson le dio a ambos un té, pensando que será de ellos dos en un futuro, por alguna extraña razón se imagino aquella pelirroja con un pequeño bebé de ojos claros como Sherlock y los rasgos de aquella muchacha, disipo ese pensamiento, ya que desde el primer día que Aline llego a Baker Street 221B, ella y Sherlock se la pasaban discutiendo de cualquier cosa, hubo un tiempo en que creía que había química entre ellos pero negó ese sentimiento semanas después. Los dos eran totalmente diferentes, Sherlock estaba casado con su trabajo y Aline era otro mundo, después de cada caso, ella iba celebrarlo con Lestrade.

- Buenas noches-, se despide Aline dejando aquella taza vacio sobre la mesa de su vecino.

La pelirroja se fue un poco más tranquila ya que estar con la compañía de la Señora Hudson hacia que se sintiera como en casa, como si su madre aun estuviera cuidando de ella con aquella mujer, se acuesta para poder descansar y tratar de estar lo más relajada posible para las preguntas del día siguiente.

La señora Hudson se estaba volviendo loca, no sabía qué hacer ante aquella situación, necesitaba alguien intermedio, a parte de ella, que controlara aquellos dos jóvenes que apenas empezaban sus vidas pero ella no estaría por siempre con ellos dos.

- Sherlock- empezó a decir la señora Hudson- tengo una idea.

- Señora Hudson, no voy hacer amable con ella- empieza a decir precipitadamente Sherlock- no me voy a disculpar con ella, ¿vio como trato?

- Querido- trata de tranquilizarlo- en cierta parte si es tu culpa por disparar a la mitad de la noche. Pero eso no era lo quería decirte.

- ¿No?- dijo sorprendido hacia su comentario.

- Lo que te quería decir es que si consigues un compañero de cuarto y solo pagaras a la mitad. Veras que te vendrá bien.

La señora Hudson se despidió de Sherlock para irse a dormir, solo esperaba que su plan funcionara pues más de una vez trato de impedir que se pelearan pero solo su presencia hacia que el humor de ambos cambiaran, y su podría ser posible le pediría a Lestrade que los hiciera trabajar juntos en algún caso.

El sociópata y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora