Caso 6: La caída de Reichenbach. Prólogo

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Alline estaba sentada en urgencias, con la compañía de Greg. Había pasado un mes desde la muerte de Sherlock, ella no se había sentido bien desde entonces. Esa mañana volvió a vomitar, la señora Hudson le dijo a Lestrade lo que había estado pasando desde la muerte de Holmes, John no había regresado a Baker Street y la señora Hudson prácticamente velaba por su salud. Alline había solicitado trabajo en Scotland Yard nuevamente, haciendo que aceptaran sin ningún pretexto.

- Tienes que llevarla al hospital- le dijo esa mañana la señora Hudson a Lestrade-, lleva días que está vomitando por las mañanas. Creo que está enferma.

En efecto, Lestrade la encontró tal como la señora Hudson le había dicho. Después de que la levantara, le dijo que se lavara los dientes para llevarla al hospital, en donde le habían sacado análisis de sangre. Alline recargaba su cabeza en el hombro de Lestrade, esperando a los resultados.

- Greg. No es necesario que me traigas aquí. Estoy bien.

- Alline, no lo estas. Llevas semanas así.

- Estoy bien, juro que se me pasara.

- Greg.

- ¿Qué paso Alline?

- Tengo hambre.

- No te puedo comprar nada hasta que sepamos qué es lo que tienes.

- Señores Lestrade- dijo una enfermera que se encontraba por ahí cerca.

Ambos se pararon. Alline no se pudo casar con Sherlock, probablemente nunca lo haría, pero ahora tenía a Greg quien le había dado otra oportunidad para salir. Hubiera deseado que la enfermera hubiera dicho "Señorita Smith" pero no fue así. Tenía miedo de los resultados que tenía. Empezó a llorar, pero no sabía porque, se sentía tan sensible sin razón alguna.

- ¿Alline? - ambos se pararon nerviosos, la enfermera tenía una sonrisa que iba de una esquina a otra-. ¿Él es su pareja?

- Sí- contesto rápidamente Lestrade.

- Felicidades- decía emocionada-. Van hacer padres.

Alline se le quedo viendo a Lestrade. Lo empezó a abrazar y siguió llorando, se sentía sola y no sabía que podía hacer en ese momento. Lestrade solo pudo abrazarla y darle le besos en su cabellera roja.

- Está bien- la trataba de tranquilizarla-. No te preocupes. Prometo ayudarte con el bebe. Si quieres hoy mismo me cambio contigo.

- Gracias- le dijo entrecortada.

(Nota de la autora: *se aleja lentamente hasta que choca con una pared* lo siento, perdón. Se que todos me quieren matar en este momento, pero les prometo que tiene una gran razón de ser. *aparece un coche y se sube* Los veo hasta el próximo lunes.)

El sociópata y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora