Caso 5: Los sabuesos de Baskerville: Capítulo 13: El fin de todo

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Volvieron Dewer's Hallow de noche. Solo llevaron sus chamarras, sus linternas y sus pistolas, en caso de que Henry los fuera atacar. Alline esperaba que Lestrade llegara lo más pronto posible. Estuvieron así hasta que encontraron una figura hincada en aquel terreno.

- No, Henry. No- corrió Sherlock.

- ¡Retroceda! -se escuchaba la voz con miedo de Henry-. ¡Aléjese de mí!

- Tranquilo Henry- dice John-, Henry, tranquilo. Relájate.

- Se lo que soy. Se lo que intento hacer- en eso llego Alline y se puso a un lado de Sherlock.

- Solo baja el arma- dijo Alline-. No hay ningún problema.

- ¡No! ¡Se lo que soy! – comento enojado.

- Sí, estoy seguro de eso Henry. Te explicaron todo, ¿verdad? – pregunto Sherlock-. te lo explicaron muy cuidadosamente.

- ¿Qué?

- Alguien necesitaba mantenerte en silencio. Necesitaba que siguieras siendo un niño para reafirmar el sueño al que se aferraron porque habías empezado a recordar. Recuerda ahora, Henry. Tienes que recordar que ocurrió aquí cuando eras niño.

- Pensé que eso había atrapado a mi papá. Decía con algo de miedo. El sabueso. Pensé... ¡Dios santo! ¡Ya no lo sé!

- ¡No Henry! – trato de tranquilizarlo John al ver como se apuntaba nuevamente en su boca-. ¡Henry, por el amor de Dios!

- Henry, recuerda. "Libertad en." Dos palabras. Dos palabras que un niño asustado vio aquí hace 20 años. Comenzaste a juntar las piezas. Recuerda que ocurrió aquí aquella noche- Alline se le quedo viendo-. No fue un animal. ¿Verdad Henry? No fue un monstruo, un hombre.

Henry retiro el arma de la boca y se le quedo viendo a Sherlock, su cara estaba inexpresiva, pues al parecer estaba empezando a recordar lo que había sucedido hace 20 años.

- No podías soportarlo. Eras solo un niño- continuo Sherlock-. así que lo racionalizaste forma diferente. Luego comenzaste a recordar y debías de hacer detenido. Hacerte perder el juicio de forma que nadie podría creer una palabra de lo que dijeras.

- ¡Sherlock! – Alline escucho la voz de Lestrade a lo lejos.

- ¡Está bien! – dijo John acercándose a Henry para quitarle la pistola-. Está bien amigo.

- Pero lo vimos anoche- decía sorprendido-. Lo hicimos.

- No, pero había un perro dejando huellas, dejando huellas, asustando testigos, pero solo era un perro en común. Ambos lo vimos. Lo vimos con nuestras mentes drogadas querían que lo viéramos. Temor y estímulo. Así es como funciona. Pero nunca hubo un monstruo.

En eso se escuchó un aullido de un lobo muy cerca de ellos, pero fue más como un intento porque no sonaba muy convencional que digamos. Apuntaron sus lámparas de donde provenían los sonidos. Vieron la figura de un perro.

- ¡No! ¡No, no, no, no!

- ¡Henry, Henry! – Alline ahora trata de tranquilizarlo.

- ¡Sherlock! – lo llamo John.

- ¡No, no! – volvia a repetir Henry-. ¡No, no, no, no!

- ¡Henry! – trataba de llamarlo Alline.

- Sherlock, ¿es esto? – pregunto Lestrade.

- Él no está drogado, Sherlock- dijo John-. ¿Qué es entonces? ¿Qué es?

- Muy bien- decía Sherlock inseguro-. Sigue aquí. ¡pero es solo un perro, Henry! ¡Nada más que un perro común y corriente!

- ¡Dios mío! – dijo sorprendido Greg.

Alline camino para atrás, tratando de tranquilizarse, no sabía cómo lo haría. Los gruñidos se escuchaban más salvajes y cercanos a donde se encontraban ellos. Estaba en shock que no escuchaba como Sherlock llamaba su nombre, se le quedo viendo paralizada al perro de ojos rojos. Su respiración se empezó a agitar rápidamente. No supo cuánto tiempo paso hasta que sintió como alguien la jalaba.

- Alline- escucho la voz de John-. ¿Estás bien?

- Sí- contesto con algo de dificultad.

- ¡Por el amor de dios, alguien mátelo! – en eso vio como Frankland estaba ahí, se preguntaba cuando había llegado.

Lestrade disparo, pero fallo. Alline hice lo mismo y sus balas corrieron la misma suerte que el Detective Inspector. John lo hizo una última vez y le dio dos veces aquel temible sabueso que habían visto. Alline se sentía mareada y muy confundida con lo que estaba pasando. Todos se quedaron viendo en dirección en donde había caído aquel perro. Sherlock corrió hacia Henry.

- Míralo Henry- le dijo mientras lo acercaba al perro.

- No. No, no, no – decía con mucho miedo.

- Vamos. Míralo- le ordeno.

Solo pasaron unos segundos hasta que Henry se volteó a Frankford, quien estaba cerca de Henry.

- Desgraciado- fue lo primero que dijo Henry para correr hacia Bob-. ¡Desgraciado! ¡20 años! ¡20 años sin sentido!

- ¡Vamos! – decía Lestrade, mientras intentaba separarlos con la ayuda de John.

- ¿Por qué no me mataste?

- Porque a los muertos se los escucha- dijo Sherlock mientras Alline apuntaba a Bob-. Necesitaba hacer algo más que matarte. Tenía que desacreditar cualquier palabra que dijeras sobre tu padre. Y tenía los medios justo a sus pies. Un campo de minas químicas, sensores de presión en el suelo que te drogan cada vez que regreses aquí. El arma homicida y la escena del crimen al mismo tiempo- decía emocionado mientras se empezaba reír de satisfacción-. Este caso, Henry... gracias. ¡Ha sido genial!

- Sherlock- dijo Alline de forma desaprobatoria.

- ¿Qué?

- Es inoportuno.

- ¿Está mal? – pregunto como un niño pequeño.

- No, no, está bien- le contesto Henry viendo a Frankland-. Está bien. porque esto significa... Esto significa que mi padre tenía razón. Él había encontrado algo, ¿verdad? Y por eso lo mataste, porque tenía razón y te había descubierto en medio de un experimento.

En eso se volvió a escuchar los gruñidos del perro, haciendo que el Asesor Detective, el doctor y los dos detectives inspectores voltearan para ver qué había pasado con el famoso perro, que Bill había encontrado meses atrás. John le volvió a disparar al perro.

- ¡Frankland! – grito Sherlock.

Todos decidieron seguirlo corriendo por el bosque, Alline solo sentía como su rostro empezaba a tener cicatrices por los rasguños de algunas ramas que se encontraban a la misma altura que su casa, todos corrieron por el bosque, entre Lestrade y Sherlock daban instrucciones para no sepáranos por nada del mundo. Llegaron a una cerca donde había alambres de púas y un letrero con la advertencia de que no pasaran. Los cinco se detuvieron metros antes de entrar ahí. Todos se empezaron a ver unos a los otros, esperando que alguien tomara la iniciativa de que se fueran hacer algo tonto. En eso sonó una explosión justo en frente de ellos, para suerte de todos, habían obtenido quemaduras de primer grado, según el reporte que les había dado John.


El sociópata y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora