Caso 9: Su último voto. Capítulo 9: Navidad con los Holmes

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La señora Holmes se encontraba en la cocina siendo ayudada por Alline, mientras que Mycorft y Sherlock estaban en la mesa sentados.

- Santo Dios- exclamó Mycroft molestó-, apenas son las 2:00 en punto. Este día de navidad ya duró al menos una semana, ¿cómo pueden ser solo las 2:00? ¡Qué agonía!

- Mike, ¿es tu computadora? – Alline trató de aguantarse la risa al escuchar el apodo que le habían puesto a su cuñado.

- De la cual depende la seguridad del mundo, sí, y tiene papas encima.

- No deberías de dejarla ahí si es importante.

- ¿Por qué hacemos esto? Nunca lo hacemos- reclamó Mycroft.

- Estamos aquí porque Sherlock salió del hospital y todos estamos muy contentos. También para conocer mejor a mis nietos, que me los ocultaste Mycroft.

- Fue idea de Alline- trató de defenderse.

- Fue tu idea, querido cuñado- contesto Alline con sarcasmo.

- Estamos contentos- finalizo la señora Holmes.

- ¿Yo también? – preguntó Mycorft-. No me he fijado.

- Compórtate Mike.

- Me pusiste Mycroft, ¿es muy difícil de completarlo?

- Sí- respondió Alline.

Alline se fue a tomar aire, mientras veía a sus hijos correr felizmente por el patio mientras jugaban con los juguetes que los padres de Sherlock les habían dado. Alline se dio cuenta que ellos eran felices jugando al aire libre, eso sería perfecto, de no ser porque Sherlock siempre necesitaba estar en Londres, resolviendo crímenes.

- ¿En qué piensas? – escuchó la voz de Sherlock a sus espaldas.

- En nuestros hijos, ya casi cumplen cuatro años- sonrió Alline.

- Te has comportado extraña las últimas dos semanas, para ser más exactos, después de que tú y los niños regresaron de Bristol. Sé que no me quieres decir. ¿Puedo saber por qué?

- Porque estaba buscando el momento adecuado para decírtelo, que es ahora- dijo antes de que interrumpiera Sherlock.

- Y ¿qué es lo que me vas a decir?

Alline sonrió al escuchar la respuesta de Sherlock. le daba risa el hecho de que a veces las cosas obvias, Sherlock las descartaba de inmediato.

- Fui hace una semanas al hospital, no me había sentido bien los últimas días. Y me dieron los análisis al día siguiente.

- ¿Estás enferma? – preguntó con preocupación frío-. Podemos pagar cualquier tipo de medicamentos y todos...

--      Sherlock... - trato de callarlo.

- Eran análisis para otros estudios.

- Sherlock, estoy embarazada, tengo un mes- Alline se le quedó viendo.

Tenía esa expresión que hizo cuando John le pidió ser su padrino en la boda. Estaba buscando que tipo de pensamiento estaba buscando, se veía realmente desconcentrado en lo que acababa de decir.

- Sherlock- lo llamó.

- Alline- escuchó la voz de Mycroft a sus espaldas-. ¿Me dejas hablar con mi hermano?

- Por supuesto.

Alline se fue al interior de la casa, decidió empezar a envolver los regalos de Navidad. No confiaba mucho en Bill por el simple hecho de que había salido de una casa de drogadictos. Empezó por los regalos de sus suegros, era algo sencillo para ellos que les podría gustar.

Se había disculpado con Mary la semana pasada, le costó trabajo aceptarlo, pero lo hizo. De nuevo tenía a sus amigas de vuelta, aunque Marian y Mary no se llevaban bien, decidieron empezar a conocerse después del incidente de Marian. Aunque le costó tratar de retomar la confianza, sabía que ya no sería lo mismo.

- ¡Alline! – escuchó la voz de Sherlock preocupado.

Alline bajo y vio a John y a Sherlock, se dio cuenta que el señor Holmes estaba en el sofá dormido, también vio a Mary y Marian, y sus hijos dormidos en el piso. Sherlock se acercó para darle un beso en la mejilla a Alline.

- ¿Tomaste té o ponche?

- No- respondió Alline sorprendida.

- ¿Acabas de drogar a mi esposa embarazada? – preguntó John sorprendido.

- ¿Drogaste a todos? – preguntó Alline-. Te acabas de ganar el premio del peor padre e hijo del mundo.

- No se preocupen- comentó tranquilo-, Wiggins es un excelente químico.

- Yo mismo calculé la dosis de tu mujer y de tus hijos, no les pasará nada. Yo los vigilaré.

- El monitorea el recuperamiento. Es más o menos su trabajo diario.

- ¿Qué diablos has hecho? – preguntó John preocupado.

- Un trato con el diablo.

- ¡Oh, dios! – respondió Alline.

John solo soltó un suspiro de frustración, salió de la cocina y Alline se limitó a ver feo a Sherlock. entro a la sala y se acercó a sus hijos, aun respiraban lo cual le calmaba, pero eso no le quitaba que llegando a Baker Street hablaría con Sherlock.

- Sherlock, por favor dime que simplemente no te has vuelto loco- grito John.

- Preferiría mantenerte adivinando- escucharon el sonido de un helicóptero aterrizando-. ¡Ah!, aquí esta nuestro Helicóptero.

Los tres salieron de la casa, vieron como el helicóptero se estaba acomodando en el llano. Ambos se les quedaron viendo a Sherlock, inseguros de lo que estaba por hacer.

- ¿Vienen? – preguntó Sherlock

- ¿A dónde? – preguntó John.

- ¿Quieren qué Mary esté segura? – Alline solo asintió con la cabeza-. Bien, porque esto será increíblemente peligroso. Un movimiento en falso y traicionaremos a la seguridad nacional y nos encerrarán por traición.

- ¿Y nuestros hijos? – pregunto preocupada Alline?

- Tus padres o nuestros padres los cuidaran bien.

- Gracias- respondió Alline con sarcasmo-. Supongo.

- Magnussen es el hombre más peligroso que hemos enfrentado y las probabilidades están compresiblemente contra nosotros.

- ¡Pero es navidad! – se quejó Alline.

- Siento lo mismo- dijo emocionado-. Te refieres que realmente es Navidad. ¿Trajeron su arma cómo les sugerí?

- Sí- respondió Alline.

- ¿Por qué traería una pistola a la casa de tus padres en Navidad? – preguntó John enojado.

- ¿Está en tu saco? – preguntó Sherlock dándole su abrigo a John.

- Sí. Vamos entonces- Sherlock empezó a caminar.

- ¿A dónde? – preguntó Alline.

- A Appledore.

El sociópata y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora