Capítulo 8

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Ese día me levanté con ganas de comerme el mundo. Rob y yo llevábamos dos meses juntos, y yo no podía creérmelo. Para mí el amor siempre había sido eso que le pasaba a los demás, pero por fin me había llegado a mí. Y es que Rob lo tenía todo: era guapo, atlético e inteligente. Y me había elegido a mí, que no era más que una chica de pelo largo con muy mal carácter.

- ¿Vas a salir así vestida?- Ben, aunque solo era dos años mayor que yo, tenía esa estúpida manía de cuidarme como si fuera su hija. Ese día mis padres no estaban en casa, y quería aprovechar para ir un poco más arreglada. Tampoco es que fuera a convertirme en una fulana por llevar lafalda por encima de la rodilla.

- Ben, no seas plasta. Tú no le dices nada a papá y a mamá y yo no les cuento lo de tus escapadas nocturnas con la tal Rosie..- Conseguí mi objetivo: mi hermano se puso rojo y cerró la boca. Yo le guiñé un ojo y me metí otra cucharada de cereales en la boca.

- Bruja.- dijo él, entrecerrando los ojos. Aún así, sabía que no había peligro. Éramos hermanos y nos odiábamos, pero ante todo éramos amigos y dos aliados en esa casa de locos.

Sobra decir que a mi hermano no le gustaba que saliera con Rob. Iban juntos a clase de biología, y tenían varios amigos en común. Según mi hermano, nadie que tuviera que ver con él podía ser una buena influencia para mí. ¡Maldita doble moral!

Antes de entrar en el instituto revisé que todo estuviera en orden. No era una chica muy coqueta, pero sabía qué hacer para marcar la diferencia entre un día corriente y otro que no lo era. Tampoco hacía falta mucho para eso: había dejado en casa mis camisetas básicas y los vaqueros gastados y en su lugar me había puesto una blusa azul marino y una falda negra. Ni siquiera era una minifalda de esas que llevan las chicas malas en las películas. Solo era eso, una manera de decir al mundo que hoy era un día diferente. Nada más que un poco de eyeliner y mis pendientes dorados.

Y no sé si desde fuera se notaba, pero yo me sentía diferente. No solo hacía dos meses con el chico por el que llevaba suspirando todo el año, sino que había marcado un antes y un después en mi vida. La Melanie del pasado, la temerosa e insegura chica que no se atrevía a atreverse lo había hecho y ahora tenía el mundo en sus manos.

O eso pensaba yo...hasta que entré en el instituto y me encontré con la dura y asquerosa realidad.

- ¿Mel?- noto que alguien me sacude el hombro suavemente, y poco a poco abro los ojos. Parece ser que me he quedado dormida viendo la televisión.

- Ben, eres tú.- Le respondo, todavía con la vista desenfocada. Al final no fui capaz de volver a clase así que me escapé y me fui a casa a ver una maratón de series.

- Y no estoy solo.- algo en el tono de su voz hace que me ponga en estado de alarma. Enfoco la vista y ahí los veo: Sam y Evan, los inseparables de mi hermano. Después me miro a mí: no llevo el pijama de unicornios que me regaló mi tía las últimas navidades, pero casi. Menos mal que me ha dado pereza cambiarme del todo y me he dejado el jersey que llevaba esta mañana.

- Esto...hola.- los amigos de mi hermano hacen un gesto con la cabeza a modo de saludo y yo intento recuperar la dignidad lo mejor que puedo: me deshago el moño y me peino el pelo con las manos. A ver si así puedo disimular mi desafortunado atuendo. Tampoco parece que les importe mucho: veo que mi hermano está sacando los mandos de la consola, así que me voy para dejarles jugar. Es lo bueno que tiene ser la pequeña: prácticamente no existes.

Una vez en mi habitación y convenientemente cambiada por si vuelven a aparecer los intrusos me tumbo en mi cama y me quedo pensando en el sueño que he tenido. He vuelto a revivir ese horrible día, otra vez. Hasta ahora no me había dado cuenta, pero el asunto del idiota me había distraído un poco del dolor que me había causado la traición de Rob. Lo que me inquieta es lo último que me ha dicho...¿de verdad vio cómo publicaba el anuncio en el periódico? ¡Qué horror!

Una vibración en mi espalda me informa de que el teléfono se ha quedado sin batería. Este estúpido teléfono siempre está condicionando mi vida...estiro un brazo y cojo el cargador del móvil, que está en la mesita de noche. Cuando enciendo el móvil de nuevo, veo que tengo varios mensajes nuevos. Debo haber dormido mucho más tiempo del que pensaba:

Lisa: ¿Dónde te has metido? Llevo llamándote toda la tarde.

Ben: Ponte decente, que llevo gente a casa. No te quejes de que no te avisé.

Grupo de clase: ¡chicos, mañana es el partido!

Lisa: Sé que estás conectada, cabrona. ¿Qué te pasa?

Sonrío ante el último mensaje, al que respondo con el emoji de una carita durmiendo. Tengo muchos mensajes más, y el grupo de clase está a reventar, pero solo me interesa contestar a una sola persona, y es la única que no me ha escrito. Abro la conversación que tengo con Mr. Idiota:

Melanie: Gracias.


Idiota busca a idiota [Saga Idiota #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora