Nos quedamos unos segundos en silencio, con la respiración todavía agitada. Los últimos minutos se me presentan borrosos, como si me hubiera subido a una montaña rusa. Pero entonces Sam acerca su mano a la mía y poco a poco voy tomando consciencia de la realidad en la que me encuentro.
- ¿Me dejas llevarte a un sitio? Te invitaría a entrar, pero mi madre debe estar esperándonos con una grabadora y un listín de preguntas.
Asiento, sintiéndome tímida de repente. Sam entra a por las llaves del coche y yo le espero fuera, intranquila. Si antes me parecía difícil dar el paso, lo que viene ahora me aterroriza. Es fácil dejarse llevar por las emociones pero, ¿qué es lo que pasa después? Me gusta Sam, y me ha dejado bastante claro que yo le gusto a él, pero ¿hasta qué punto será suficiente? ¿Debemos continuar con esto? Y, si es así...¡dios mío! Recuerdo las palabras que me ha dicho hace un momento "Te equivocas. Esto solo es el comienzo". Tengo miedo de no estar preparada, o de volver a cometer los mismos errores que cometí con Robert...pero luego pienso, ¿por qué pierdo el tiempo pensando en esto? A veces simplemente hay que dejarse llevar por las emociones, ¿no?
Le doy vueltas al tema hasta que Sam regresa del interrogatorio exprés al que estoy segura que le ha sometido su madre. Para entonces, la atmósfera se ha vuelto un tanto tensa. Los dos nos volvemos tímidos de nuevo, como si todo lo ocurrido hace unos minutos hubiera sido producto de nuestra imaginación. Cuando pienso en ello se me suben los colores a la cara, provocando una sonrisa en el rostro de Sam.
- ¿Vamos?- me pregunta, agarrándome de la mano. Yo asiento en silencio y no le suelto hasta que entramos en el coche. Una vez dentro, Sam se toma unos segundos antes de arrancar.
- ¿Qué ocurre?- digo al fin, hablando por primera vez desde que entró en la casa.
- Lo estoy procesando.- me responde, con los ojos muy abiertos y las manos cerradas alrededor del volante. Todavía no me creo que todo esto me esté pasando a mí...a nosotros.
Me quedo observándole, curiosa. Verle tan nervioso hace que me de cuenta de que no soy la única que tiene que acostumbrarse a esto que nos está pasando, y en cierto modo me relaja.
- Pues créetelo.- le contesto, poniendo una mano sobre la suya e inclinándome para mirarle a los ojos. Sam se inclina también, fijando su mirada en mis ojos primero y en mis labios después. Durante un instante nos quedamos así, conteniendo la respiración. El silencio es total, tanto que me parece oír el transcurrir del tiempo.
- Creo- dice Sam al fin, todavía mirando mi boca.- que deberíamos marcharnos. Mi madre nos está espiando por la ventana, y no quiero que vea todo lo que quiero hacerte.
Al instante me incorporo en mi asiento, asustada por lo directo de sus palabras. Esto hace que Sam empiece a partirse de risa, cosa que propicia que le golpee en el hombro y me haga la indignada.
- ¡Idiota, no seas idiota!- Sam se seca las lágrimas de los ojos, y yo no puedo reprimir una media sonrisa. Mientras él arranca el coche y sale de la urbanización, intento serenarme. No sé qué me asusta más, si su comportamiento o el cosquilleo que ha recorrido todo mi cuerpo y que aún revolotea en mi estómago. He de tener cuidado...quiero tomar nuevos caminos, pero no quiero perderme en el intento.
No vuelvo a decir nada hasta que Sam aparca el coche en un lugar apartado. Miro a mi alrededor, inquieta.
- ¿Dónde estamos?
- Lo de antes era broma, ¿eh?- me responde, mordiéndose el labio con nerviosismo.- Espero que no te hayas enfadado. Yo...nunca haría nada que pudiera incomodarte.
- ¡Lo sé! Si pensara que ibas en serio hubiera saltado del coche en marcha.- bromeo. Sam suelta un suspiro de alivio, y yo sonrío avergonzada.- Es solo que sigo en shock...yo también necesito un minuto para asimilar todo lo que nos está pasando.
O diez años. Pienso, mientras me bajo del coche. Mientras Sam apaga el motor y viene tras de mí, aprovecho para situarme. En cuanto avanzo unos pasos y el sonido de las olas del mar llega a mis oídos, una sonrisa se dibuja en mi rostro. Sam llega hasta mí y me rodea con los brazos, abrazándome torpemente por atrás. Puedo notar cómo apoya su cabeza en mi hombro, y por un segundo todos mis miedos se disuelven con ese abrazo.
- ¿Te gusta?- me pregunta en un susurro. Yo cierro los ojos, sintiendo la brisa del mar contra mi rostro. ¡Sam me ha llevado al mar!
- Es precioso.- le contesto. Ya empieza a haber gente en las playas, pero normalmente están en las horas de sol y luego se marchan, por lo que a estas horas no hay prácticamente nadie. Ambos nos quitamos los zapatos y nos acercamos a la playa. Sam trae consigo una manta que guarda siempre en el maletero del coche, y la extiende en la arena para que podamos sentirnos a mirar la puesta de sol.
Hablamos un poco de todo, intentando quitarle hierro a la situación. Es curioso cómo pueden caber tantas emociones dentro de una sola persona: emoción, felicidad, miedo, desconcierto...una parte de mí se sigue repitiendo ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? mientras que la otra me pide que no piense, que simplemente sonría y grite y cante y sea feliz todo el tiempo que pueda. Sam está igual que yo, lo noto en cada gesto, en cada palabra. A veces hablamos como mejores amigos, otras como dos personas que acaban de conocerse y otras como amantes bandidos. Y yo que siento que hoy puedo ser mil personas al mismo tiempo...
Esperamos hasta que cae el sol y nos quedamos prácticamente a oscuras. Ninguno de los dos dice nada, pero es un silencio cómodo. Sam mira al frente, estudiando el reflejo de la luna en las olas del mar, y yo le miro a él de nuevo, maravillada por cada curva, por cada peca, por cada gesto. Mirándole como si lo hiciera por primera vez, y preguntándome cómo no lo había visto antes...en cierto momento él se da cuenta y se vuelve para mirarme. Yo le sonrío y le tomo de la mano, maravillada por este momento tan sencillo y tan perfecto. Entonces Sam sonríe, y yo sé que ha llegado el momento de hablar de lo inevitable.
- Sam, ¿qué vamos a hacer a partir de ahora?
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Idiota busca a idiota [Saga Idiota #1]
Teen FictionDespués de que le rompan el corazón, Melanie decide tomar las riendas de la situación y buscar por sí misma a un chico que valga la pena. ¡Ya está cansada de los príncipes azules que luego se convierten en ranas! *** Cuando Melanie publicó el anunci...