Capítulo 46

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- ¿Harry? ¿Qué haces aquí?

Harry levanta la cabeza y me mira con sorpresa. De repente me doy cuenta de para qué se usa esta sala. Es un aula de música, o al menos un aula improvisada. De la pared cuelgan dos o tres instrumentos, y hay partituras repartidas por toda la habitación. En una esquina, Harry está sentado sobre una vieja butaca, con una guitarra semiacústica conectada a un pequeño amplificador. En cuanto se da cuenta de que soy yo, su expresión se relaja.

- No sabía que tocabas la guitarra.- le digo, con una sonrisa.

- Es mi sueño frustrado- me confiesa.- Tocar en una banda, ¿te imaginas?

- La verdad es que no.- me río.- Te veo más actuando en solitario.

- ¿Por qué?- Harry deja la guitarra y se acerca a mí poco a poco.- ¿Piensas que no voy a saber trabajar en equipo?

Cuando acaba de decir la frase, está apenas a cinco centímetros de mí. Clava sus ojos en los míos, y yo intento mantenerle la mirada. No puedo evitar preguntármelo: ¿Y si es el idiota? No es la primera vez que me lo pregunto, pero siempre descartaba la idea por absurda. Pero, ¿por qué no? Nunca habíamos hablado, pero un día apareció en mi vida y no paró hasta que se ganó un sitio dentro de ella. Y ahora esto...

Sacudo la cabeza, alejando de mí esa idea (por ahora).

- No lo digo por eso. Es simplemente que pienso que no necesitas a nadie más para destacar. O sea...- me pongo roja, y él se acerca un poco más. No tendría que haber dicho eso, aunque lo piense. La admiración no siempre va ligada al afecto, pero eso no todos lo entienden. Y por lo que veo, Harry tampoco...levanta una mano para acariciarme el rostro, pero yo doy un paso atrás. Se queda con la mano suspendida en el aire un segundo, y luego la cierra en un puño. Pero, por suerte para mí, no manifiesta su molestia conmigo.

- Lo siento, pero me tengo que ir.- le digo, mientras sigo caminando hacia atrás.- ¡Nos vemos en la comida!

Después de eso salgo prácticamente corriendo a gimnasia, donde la profesora me riñe por llegar tarde. Yo me disculpo mil veces y corro a los vestuarios, donde me cambio a toda velocidad. Tengo que tener cuidado con Harry, porque eso de las medias tintas va a acabar por cansarle. Pero, ¿cómo puedo rechazarle si no sé lo que siento por él? Y esa melodía...se parecía demasiado a la del idiota, y yo no se la he enseñado a nadie...no quiere decir que sea el idiota pero, ¿y si lo conoce? Melanie, piensa...

- ¡Melanie, ponte las pilas!- me grita Sally desde la puerta del vestuario.- La profesora ya te ha llamado dos veces y por la cara que te ha puesto al entrar ya te digo yo que no querrás que te llame una tercera.

Yo asiento y me voy con mi amiga, colocándome la sudadera como puedo. Después de correr durante una hora por las pistas de atletismo y de darme una ducha rápida, me dirijo a la clase de dibujo.

- ¿Me vas a contar lo que ha pasado o no?- me susurra Sally. Yo miro de reojo a Sebastian, que nos mira desde el otro lado de su mesa de dibujo, al otro lado de la clase.

- Es que todavía no he decidido si es algo que pueda contar o de esas cosas que se guardan dentro de uno para siempre.

- ¡Habla, maldita!- Sally coge el pincel que está utilizando y me lo pasa por la cara, dejándome parte de la mejilla manchada de pintura lila.

- ¡Para, loca!- le digo, apartando el pincel de un manotazo. Sally empieza a partirse de risa, y yo tomo una decisión. Sally + Harry = omitir los detalles.- ¿Recuerdas el apagón de ayer?- Sally asiente.- Pues a mi me pilló en medio del pasillo. Se me cayó el teléfono al suelo y me pasé diez minutos buscándolo a tientas. Cuando se encendieron la luces, Lisa vino hacia mí con el teléfono y con la excusa de devolvérmelo hablamos...y nada, que estamos en tregua.

Sally me mira con los ojos entrecerrados. Estoy segura de que sabe que le estoy ocultando algo, pero no insiste más. Quiero confiar en ella, de verdad. La primera impresión que tuve de ella no fue muy buena, pero en unas pocas semanas me ha dado su confianza y su amistad. Y yo, ¿qué le he dado? Cautela, como mínimo. ¡Mierda!¿Por qué tiene que ser la prima de Harry?

- Puedo ver cómo sale humo de tu cabeza.- me dice mi amiga, sacándome de mi monólogo interno.- Estoy empezando a entender eso que decía Lisa de que lo guardas todo dentro.

-Yo también.- suspiro.- Me cuesta mucho exteriorizar lo que pasa por mi cabeza, pero te prometo que trabajé para superarlo.

- Mi pincel y yo te estaremos esperando.- me responde, guiándome un ojo. Yo aprovecho para vengarme y le pinto un brazo de rojo. Empezamos a reírnos como locas, pero tenemos que callarnos cuando la profesora nos fulmina con la mirada.

Sebastian me espera al salir de clase, y luego me acompaña hasta mi taquilla. Me gusta cómo se ha tomado la situación: ha mantenido la distancias, pero sin alejarse demasiado. Me espera al salir de clase, y me acompaña durante o cinco o seis minutos. Hablamos de cosas triviales, y luego se marcha. Hace que sea fácil olvidar todo lo que ha pasado.

- ¿Cómo va todo?

- No me puedo quejar.- le digo, mientras me rasco los restos de pintura de la cara y de las manos.- Lisa y yo lo hemos arreglado. Más o menos.

- ¿En serio?- me mira, con los ojos iluminados.- Eso es genial.

- Pensé que te lo habría contado.- le digo, frunciendo el ceño.- ¿No habéis seguido...esto...siendo amigos?

- No- añade, con la mirada gacha.- Hemos mantenido las distancias. Intenté hablar con ella pero...

Llegamos a mi taquilla y nos detenemos. Miro fijamente a mi amigo: él que siempre ha sido tan extrovertido, tan seguro, tan amable...pero todo eso se ha desmoronado. Recuerdo lo que me dijo Lisa el otro día, que no lo quería. Solo quería olvidarse de que lo que Ben había dicho...Sebastian no, él quería estar con ella. Y ahora que me doy cuenta, me siento extrañamente culpable.

- Lo siento.- le digo.- Nunca debería haber montado aquél numerito.

- No- sacude la cabeza.- Hicimos mal. Yo sabía que tú estabas interesada en mí, y ella también. Nunca lo hablamos, pero lo sabíamos. Pero decidimos hacer las cosas mal.

No puedo evitar ponerme roja, abrumada por su franqueza. Pero consigo desprenderme de todo ello y hablarle con sinceridad, tal y como ha hecho él.

- No voy a negarte algo que es cierto, Sebastian. Pero sí te diré esto: te perdono.

- Gracias.- Sebas me abraza y yo le respondo.

- ¿Me perdonas tú a mí?

- No tengo nada que perdonarte. Nadie elige sus sentimientos, eso lo sé muy bien.- Yo asiento, y por primera vez no me preocupa que siga pensando que me gusta. Como le dije a Harry, los sentimientos no desaparecen de un día para otro. Pero si aprendes a respetarlos y a aceptarlos, todo se vuelve repentinamente sencillo.- Me marcho, Mel. ¡Nos vemos mañana!

Y ahí me quedo, sintiendo que he liberado otro de mis demonios.  

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Uy sí, qué casualidad que Harry esté ensayando esa melodía en particular...7

Solo añadiré algo más:

Mañana Profesor Sam impartirá su clase extra de matemáticas ;)

¡Saludos! Nos vemos por aquí o por insta :P

PD: Por favor, las personas que ya sabéis quién es el idiota no lo pongáis en comentarios anteriores al capítulo 42, o no lo digáis en Instagram. Me gustaría mantener la intriga lo más posible. ¡Un saludo!

Idiota busca a idiota [Saga Idiota #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora