Capítulo 40

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- "Cuando menos te lo esperes"- le respondo, casi en un susurro. No me puedo creer que esté aquí, a mi lado.- ¿Cómo sé que eres tú de verdad?
El idiota se ríe, y su aliento me hace cosquillas en la oreja. Cuando habla, lo hace en susurros, como si tuviera miedo de que reconociera su voz. Yo también tengo miedo, pero supongo que eso ya lo sabe. Noto cómo se inclina sobre mí y me canta al oído el estribillo de la canción que estamos componiendo juntos, era canción que solo él y yo conocemos. Yo cierro los ojos, olvidándome por un segundo de intentar averiguar quién es.

No miro atrás.
No importa nada más.
No importa lo que piensen
o sientan
los demás.
Y aquí estoy, deseando
tenerte entre mis brazos.
Esperando que me puedas
comprender.
(Yo te esperaré)

Esto último lo dice todavía más bajo aún, casi en un susurro. Recuerdo cuando me envió la letra, cómo sentía que estaba compartiendo conmigo algo muy íntimo pero que no era capaz de entender. Recuerdo que leí la letra mil veces, intentando encajarla con el ritmo de la canción pero sin conseguir que cuadrara bien del todo. Pero ahora que lo oigo de su boca puedo enlazar cada acorde, cada nota, hasta crear una melodía perfecta. Pero deja de cantar, y durarnte unos segundos nos quedamos los dos en silencio, impresionados por la solemnidad del momento. Abro los ojos, forzándome a volver a la realidad. Está aquí, detrás de mí. Y yo sigo sin saber quién es.

- Qué surrealista es todo esto.- a pesar de todo, se me escapa una pequeña sonrisa.
- Nuestra historia no es precisamente una historia normal, ¿verdad?- asiento, aunque sé que no puede verme. Él hunde la cabeza en mi cuello y yo abro mucho los ojos, sin saber muy bien cómo reaccionar. Debería estar asustada, intentar escaparme. Pero siento que no puedo despegarme de él, que no debo hacerlo. Me quedo paralizada, en silencio. Noto cómo él me rodea la cintura con sus brazos y habla contra mi piel.

- No sabes lo que significa para mí lo que has hecho.- puedo notar la emoción en su voz, y eso hace que me relaje al instante. Odio admitirlo, pero confío en él. Aunque actúe de esta manera.- Estaba deseando que sanaras tus heridas desde el primer momento en que te las hiciste.
- Necesito saber quién eres.- le susurro, casi tan flojito como lo hace él.- No puedo seguir viviendo así.
- Yo tampoco.- puedo notar cómo se separa de mí, y eso en parte me decepciona.- Necesito estar contigo, tenerte cerca. Y hacerlo a cara descubierta, y no cómo un psicópata. Pero no puedo.

No puedo evitar que se me escape una pequeña risa sarcástica. Si no quiere parecerlo, no está eligiendo un buen camino.
- Entonces eres un cobarde.- el idiota me agarra por los hombros y hace que me gire hacia él. No sé qué es lo que pretendo. ¿Enfurecerle? ¿Provocarle? Cualquier cosa me vale con tal de conseguir desenmascararle.
- Si ser un cobarde significa tener miedo a perderte, soy un cobarde.- cuando habla, puedo sentir su respiración acelerada sobre mi cabeza, casi al mismo ritmo que la mía.- Y si significa estar contigo aquí y ahora, tan cerca como lo estoy ahora...doblemente cobarde.
Las últimas palabras las dice casi en un susurro, cosa que hace que yo cierre los ojos y me estremezca de nuevo. Pero recuerdo que solo quedan unos minutos antes de que suene la campana, y hago todo lo posible por hacer volver a mis sentidos y recuperar el control perdido. Coloco una mano en su pecho y le doy un empujón para alejarlo de mí.

- ¡¿Y luego, qué?! ¿Vas a huir? ¿Vamos a volver a las conversaciones a ciegas? No pienso dejarte marchar, pedazo de idiota. O me dices ahora mismo quién eres o te juro que...
No llego a terminar la frase, porque de repente siento la presión de unos cálidos labios sobre los míos. A tientas, el idiota me agarra el rostro con ambas manos y me besa, primero con urgencia y después lentamente. Estaba decidida a encararle, a hacerle frente, pero en cuanto sus labios tocan los míos pierdo totalmente la cabeza. El idiota (qué raro se me hace llamarlo así en una situación como esta) me da un suave empujón y mi espalda choca contra las taquillas. Antes de que tenga tiempo de reaccionar, se separa de mí, y yo suelto un suspiro. Noto cómo cae una lágrima sobre mi rostro, que él me quita con el pulgar. Después se aleja de mí, y solo se oyen nuestras respiraciones acompasadas.

- Por favor.- le suplico. Él me acaricia el pelo y yo inclino la cabeza hacia él. Después se acerca a mí y me da un breve beso en los labios.
- Lo siento.- Yo intento agarrarle, impedir que se marche, pero mis manos solo atrapan aire. Me quedo inmóvil, sintiendo el frío metal de las taquillas tras mi espalda. Sé que se ha ido cuando suena la campana y empieza a llenarse el pasillo de estudiantes que se preguntan que ha pasado. En cuestión de segundos empiezan a encenderse cientos de linteranas de móvil, y oigo la voz de un profesor que pregunta agritos qué ha pasado. Yo me mantengo de pie, inmóvil, hasta que una luz se acerca hacia mí.

- Dios, Melanie. ¿Estás bien? Me he encontrado tu teléfono tirado en el suelo.- Tardo varios segundos en darme cuenta de que es Lisa. Asiento con la cabeza, incapaz de decir nada. Ella me agarra de un brazo y me saca de allí. Yo no opongo resistencia.
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Aquí os dejo un nuevo capítulo, un poco más largo para compensar que ayer tuve que hacer uno más corto. ¡Espero que os guste! Y no os alarméis, que pronto sabréis quién es el idiota (al menos vosotr@s jujuju ;). ¡Un saludo!

Idiota busca a idiota [Saga Idiota #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora