Capítulo 60

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Me despierto con los primeros rayos del sol. Me cuesta un poco orientarme: me duele tanto la cabeza que no recuerdo ni mi nombre. Cuando enfoco la vista reconozco el papel de las paredes, de un color marfil salpicado de pequeñas flores azules. Me doy media vuelta y ahí está Lisa, durmiendo como un tronco. Se ve que en algún momento de la noche me arrastró hasta allí.

Cuando volvimos del parque no sabía dónde meterme. Le había dicho a Harry que continuara, pero en cuanto sus labios volvieron a rozar los míos supe que no estaba lista todavía. Regresamos a casa en silencio, y no volvimos a hablar de lo que había pasado en toda la noche. Entro en el baño que hay en el dormitorio de Lisa, e intento arreglar el desastre que es mi cara. Me quito el maquillaje emborronado de los ojos lavándome la cara, y le tomo prestado a Lisa un peine para poder arreglarme el pelo.

¿Qué pasó después? Sé que no me sentía cómoda entre los demás, pero que Ben había bebido muchísimo y no podía pedirle que me llevara a casa. Nadie me había preguntado nada, suponiendo que lo incómodos que estábamos Harry y yo era una señal de que no había pasado nada entre nosotros. Lo prefería así, pero me prometí que hablaría con Sally al día siguiente.

Recuerdo que bebí todo lo que no había bebido antes, intentando borrar esa sensación de que algo iba mal. Pero no sirvió para nada, solo para dejarme con una terrible resaca que había estado intentando evitar hasta...

Un rugido en mi estómago me saca de mis paranoias, y decido que es el momento de bajar a desayunar. Antes de eso, sin embargo, abuso un poco más de los años de amistad con Lisa y le cojo uno de sus jerseys del armario. Me siento ridícula vestida de fiesta, aunque haya evitado los vestidos y los excesos.

Nada más salir tengo que tener cuidado de no tropezarme con Sally, que está durmiendo en el pasillo sobre un colchón de aire. Supongo que anoche cada uno hizo lo que pudo. Atravieso el pasillo, esquivando cuerpos aquí y allá. No hay rastro de Ben, pero supongo que Lisa debió mandarlo a la habitación de su hermano. En teoría no puede entrar nadie allí hasta que él no vuelva de la Universidad, pero a ella se lo perdona todo. Sobre todo si eso pone una pared entre los chicos y ella.

Cuando llego a la cocina me sirvo un bol de cereales y me voy al salón. Allí me sorprendo al encontrar a Sam durmiendo como un tronco. El sofá no es lo suficiente grande para él y se le salen los pies por un lado. No puedo evitar observarle detenidamente: su pelo despeinado, las pequeñas pecas que tiene en la nariz. Me viene a la mente una imagen de él la primera vez que subió a mi cuarto. Esa tarde le gasté una broma, cerró los ojos y sonrió. Aquel gesto, tan sencillo, tan sincero...después de tantos años, era la primera vez que realmente le veía.

En ese momento Sam da media vuelta sobre sí mismo y se le cae la manta al suelo. Dejo el tazón de leche a un lado y me agacho a recogerla, pero cuando voy a ponérsela él se despierta. Yo me pongo roja, pero no retrocedo.

- Buenos días.- balbuceo.- Se te había caído la manta y...

- No pasa nada.- me interrumpe, incorporándose en el sofá. Por cómo se lleva las manos a la cabeza, noto que debe estar aún peor que yo.- Dios, no vuelvo a beber en mi vida.

- Ni yo.- Sonrío.- Cómete mi tazón de cereales, voy a hacerme otro.

Sam asiente y vuelvo a la cocina. Me siento a su lado y desayunamos charlando animadamente. Cuanto más hablamos más fragmentos de anoche vuelven a mi cabeza. Estuvimos bailando y haciendo el tonto hasta que Ben cayó redondo al suelo. Sam me cuenta que Evan y él lo llevaron a la habitación del hermano de Lisa y que Evan se quedó con él por si le pasaba algo. Solo me queda por descubrir dónde están Damien, Sebastian, Peter y las gemelas. Como no se hayan ido al garaje...o al dormitorio de los padres. ¡Quién sabe!

- ¿Ya sabes con quién irás al baile?- me pregunta de pronto. Yo me encojo de hombros, intentando aparentar indiferencia. Estoy segura de que Harry me lo pedirá, pero no quiero ir con él. Ahora que ha pasado el momento, no me siento bien con lo que pasó anoche. Suelto un largo suspiro.

- Hablaré con las chicas, a ver si les apetece que vayamos en grupo. Le dije al idiota que ese era el último día que le daba para descubrirse, así que estaré ahí para él.
Digo eso sin pensar, pero en cuanto lo he dicho me pongo roja como un tomate. Él me mira durante unos instantes, evaluándome.
- ¿Crees que vendrá?

- No lo espero, lo necesito.- Sam me mira con expresión interrogante, seguramente sin entender nada.- No puedo vivir así...mira a Harry. ¿Qué hago con él, Sam? A veces dejo que se me acerque- desvío la mirada, incómoda. No sé si debería decírselo, pero algo dentro de mí necesita decirlo en voz alta.-pero otras...siento como si estuviera fallando al idiota... ¿Sabes?

- Te entiendo.- Sam deja los restos del desayuno encima de la mesa baja que hay delante del sofá y me acaricia la cara con las manos.- Estoy segura de que él lo sabe, y de que es consciente de ello.

- ¿A qué te refieres?

- Alguien que se esconde así no puede exigirte nada.- de pronto me suelta y se incorpora en el asiento.- Aunque le duela.

- Vaya.- sonrío, intentando suavizar la situación.- Cuando no estás cerca de esos dos eres mucho más maduro.

- A lo mejor es porque estoy cerca de ti.- me guiña un ojo, y yo suelto una carcajada. Los dos nos ponemos las manos en la cabeza al mismo tiempo y soltamos un quejido.

- Es mi primera resaca.- Le digo, frotándome la cabeza.

- Por lo que vi ayer, cuando quieres te sabes controlar. Pero luego quisiste dejar de hacerlo. ¿Puedo preguntar por qué?

Me quedo mirándole fijamente, sin saber qué contestarle. Seguro que acabará enterándose, pero no puedo decírselo. Y realmente me gustaría hacerlo: decirle que me siento perdida sin saber quién es el idiota, que no sé ni lo que estoy haciendo. Que no sé qué quiero y que no, que lo único que hago últimamente es arrepentirme. Una lágrima resbala por mi mejilla, pero yo me la limpio con la manga del jersey. Luego sale otra, y otra, y otra. Sam me coge por los hombros, y me pregunta qué me pasa alarmado. Pero yo solo niego con la cabeza y me sorbo los mocos. Entre el dolor de cabeza, el cansancio y todo lo que ha pasado...tengo miedo de ver a Harry, o de enfrentarme al idiota. Tengo miedo de que llegue el día del baile y no se presente, o que no sea como yo espero. Sam me agarra por los hombros y me atrae hacia sí, abrazándome con cuidado. Yo entierro la cabeza en su hombro y dejo que él me consuele. No sabe qué me pasa, pero seguro que lo sospecha. Durante mucho rato ninguno de los dos dice nada, y en algún momento me quedo dormida. Lo último que recuerdo son las manos de Sam trazando círculos con el pulgar en mi hombro, como hizo aquél día que descubrí a Lisa con Sebastian.  

Idiota busca a idiota [Saga Idiota #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora