Capítulo 11: Necesito tomarte una foto mientras duermes

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— ¡La prima de una amiga lo conoce!

— ¿En serio, Alli? ¿Dónde vive? — pregunté sorprendida, esto ya sobrepasaba los límites de la locura.

— Dije que lo conocía, no que lo acosaba. — ante su respuesta rodé mis ojos. — De todos modos puedo comunicarme con ella para saber algo.

— Las pestañas postizas no salen. — nos interrumpió Ana quien aún estaba tratando de sacarse su disfraz.

— Lo estás haciendo mal estúpida.

Pasaron como quince minutos intentando sacarle las pestañas postizas a Ana, y nada. Hasta que decidí dejarlas con sus problemas mientras salía a comprar chicles.

«¿Saliste por eso?»

¿Qué? En el internado no venden porque después los pegan debajo de las mesas, además quiero escapar del griterío que causan mis amigas ¿Qué mejor excusa que eso?

El destino quería que yo continuara siendo una acosadora. Cuando llegué al negocio ahí estaba, el moreno de ojos azules, amigo de Liam.

Lo que ocurrió después es la prueba de que estoy totalmente enferma.

Seguí a Chris hasta su casa, casi era mi vecino si no fuera porque una calle separaba su cuadra de la mía. Aunque, al parecer, su familia se mudó hace poco porque donde ahora él vive, antes estaba una amiga de mi madre.

Lo vi intentando abrir la puerta con su llave pero al parecer no podía,  mientras yo me escondía detrás de un árbol. Tuve que moverme un poco más para no ser vista y justo ahí me clavé una astilla el el dedo.

— ¡Auch! — rápidamente me tapé la boca. Ya era tarde. Me habían descubrido.

— ¿Quién eres y por qué me sigues? — su tono de voz me recordó mucho a Liam: arrogancia pura.

Me asusté con su pregunta pero quise sonar lo más normal posible. — Yo... me llamo Emma. — dije rápido estirándole mi mano para presentarme —... y unas amigas me pidieron que te siguiera para revisar que no fueras un narcotraficante.

— Ya sé quién eres, estás en mi clase de historia y además sales con Liam. — alzó una ceja, ni siquiera respondió mi saludo y retiré mi mano ofendida. Este era más idiota que el otro.

— Entonces para qué preguntas quién  soy si ya sabes... Espera, ¿con Liam?

— Sí, ¿No eres la que "entrena" con él? — dijo marcando las comillas con sus dedos.

— Eh... sí. Pero no "entrenamos". —  imité su expresión con los dedos para seguir. — Entrenamos para que yo pueda inscribirme en boxeo.

— Ah, bien. Adiós.

— No, espera. — dije tomando su muñeca para que volteara. — Necesito que... necesito tomarte una foto mientras duermes.

— ¿Qué? ¿Acaso estás loca?... Oye, ¿qué te pasó en el dedo?

Me miré la mano. Un punto rojo resaltaba con lo blanco de mi piel y entonces me empezó a arder la zona.

— ¿Quieres pasar? Puedo curarte — dijo señalándome su casa.

— No hace falta, yo debería ir... — pero me interrumpió.

— Luego me tomas la foto, vamos, claro que si no quieres tampoco te obligaré. No quedó que me golpees como a Liam. — reí con fuerza. La gente pensaba que yo le había pegado, era gracioso.

Pasamos juntos a su casa que, como todas en el barrio, era muy parecida a la mía. Agarró una pinza del baño y lentamente extrajo la astilla de la palma de mi mano, haciéndome sentir mucho mejor.

— Podrías dedicarte a los primeros auxilios. — bromeé, sus comisuras se elevaron por unos milímetros. Debía admitir que el amigo del idiota tenía lo suyo, era lindo.

— ¿Chris? — escuché una voz femenina. Vi que mi acompañante maldijo entre dientes antes que una mujer de edad apareciera por la puerta del baño. — Oh, lo siento...

— Mamá, ella es Emma es... — me miró. —... Una amiga del internado.

— Es un placer. — sonrió, no dejaba de verme y ya me resultaba incómodo. — Voy a preparar la cena.

— Eso fue extraño. — dijo Chris haciendo una mueca una vez que ella nos dejó solos. — Déjame acompañarte.

Regresamos caminando al negocio que quedaba en el paso de mi casa.

— ¿Vives por aquí?

— Ajá.

— Se siente raro conocer la casa de la chica de tu amigo, antes que tu amigo. — lo miré mal.

— No soy su chica.

— Oh, vamos... admite que hacen buena pareja.

Lo miré horrorizada. — ¡Tiene novia!

— Tenía.

— ¿Qué?

— Amber y él rompieron. — Wow, estaba sorprendida. — Tienes oportunidad...

— Claro que no, sigo detestándolo.

— Sí, eso es lo que siempre dicen. — rodó los ojos desviando su vista a mi casa. — Adiós, Emma.

— Adiós...

— ¡Espera! — volteé a verlo. — ¿No querías una foto? — sonreí divertida.

Cuando llegué a mi habitación siendo bastante silenciosa, Alli y Ana estaban durmiendo desordenadas con restos de pestañas en sus manos. Qué raras eran. Le di enviar a la foto que le saqué a Chris cuando volvimos a su casa. "Durmiendo en pijama" comenté sobre la imagen y en menos de dos segundos, mis amigas me bombardearon con mensajes pidiendo explicaciones.

(...)

Ya era sábado, ¿Y eso qué significaba?

Campamento familiar.

No saben lo emocionada que estoy por ir, nótese el sarcasmo.

Básicamente los odio de no ser porque amo ver cómo Luke se estresa armando su tienda y luchando contra los insectos, parecía una chica histérica de alta sociedad.

— ¡Mueve el trasero y sube al auto!

Era de esperarse, mi hermano estaba prendido al poste de luz como una garrapata mientras yo trataba de soltarlo tomándolo por la cintura, y nada. Parecía un niño que se negaba a ir al dentista.

— ¡Mamá! ¡¿Es necesario que vaya?! — gritó por fin soltándose del poste y provocando que yo cayera al suelo.

— Vamos Luke, tal vez sea el último campamento con tu hermana porque ella no va a volver hasta las vacaciones.

Él sólo bufó y subió al auto poniéndose sus audífonos dispuesto a dormir, obviamente yo no lo dejé ya que me puse a cantar a su lado cuando veía que se estaba quedando dormido. Segunda cosa que podía rescatar del campamento, molestar a mi hermano.

El lugar era especial para realizar actividades familiares; en la entrada estaba la típica chica alegre que todos los niños quieren y a los grandes irrita, luego había una zona para armar las tiendas y al costado unas mesas, más lejos estaba el bosque y un lago a donde iremos después de ordenar todo.

— ¡Emma! ¡¿Dónde están mis repelentes?! —preguntó/gritó Luke una vez armada su tienda.

«Ups

Los olvidé culpa de que estaba ocupada tratando de que él subiera al auto.

Mierda. Soy mujer muerta.

Conocerte Es Difícil © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora