Capítulo 21: Me mentiste

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Las gotas se deslizaban por mis mejillas una y otra vez, todas marcando diferentes caminos. El viento helado de Londres conseguía secarlas un poco antes de caer pero estas eran más rápidas y hacían su trabajo.

Creo que podía buscar dos palabras que describieran a la perfección cómo me sentía.

Completamente sola.

Lo único que podía escuchar eran los ruidos que producía la gente al correr para evitar mojarse con la lluvia, mientras que yo estaba sentada en la acera viendo los pequeños charcos que comenzaron a formarse.

Al principio sí, lloré un poco, pero luego las lágrimas fueron sustituidas con el prácticamente diluvio que el clima deparó justo en aquel momento.

Aún no lograba entender por qué Liam me había mentido, y no sólo acerca de la causa de su ruptura con Elena, sino aquella vez que dijo que Beca ni siquiera podía ser considerada su amiga cuando, al parecer, compartieron algo en el pasado. Y quién me asegura que no lo hacían en el presente. Mierda, la confianza era lo principal en una relación para que funcionara y la estaba rompiendo en pedacitos culpa de una rubia resentida. Simplemente no podía, no podía imaginarme a ambos trabajando por ocho horas en esa empresa donde nadie los molestaría si quisieran tener...

¡No! Cerré los ojos con fuerza y tomé mi cabeza entre mis manos, para hacer desaparecer los malditos pensamientos.

Él me amaba, me lo dijo y le creí ¿Por qué me mentiría con algo así?

Tal vez para evitar ataques de celos... ¡Pero no! La verdad es lo primero que una persona debe pensar a la hora de emitir cualquier sonido. No puedo creer que hayamos empezado nuestra relación entre mentiras, desde aquella vez que me explicó el por qué habían roto.

El estúpido telefono volvía a sonar dentro de mi abrigo ¿Y cómo no? Si me fui a la hora del almuerzo y ya prácticamente estaría siendo hora de cenar.

Saqué lentamente el aparato de mi bolsillo y allí se encontró justo el nombre causante de tanto tormento. Esta debería ser la décima llamada que recibía de su persona y no se daba cuenta que podría estar ocupada. Aunque ahora que lo pensaba, podía llegar a ser muy bipolar. En la mañana saltaba como conejo comiendo veinte zanahorias gracias a un simple: Amor. Y ahora, bueno ahora parecía una mujer despechada que necesitaba urgentemente algo de afecto.

Por cierto, el imbécil nunca llegó a ese: Almorcemos juntos. Tal vez aquello sería el principal motivo de sus llamadas.

"No pude ir por una reunión."

"No pude ir porque tenía que comprar papel higiénico en el supermercado."

"No pude ir porque en este momento quiero tener sexo con Beca."

Idiota.

Ahora era mi madre la que llamaba, me estuve absteniendo de contestar pero simplemente me dolía hacerle esto a ella que no tenía nada que ver. Lo peor de todo es cuando el momento del sermón acerca de la tecnología o la inseguridad hacía su aparición.

- Hola, mamá.

- ¡Eres una irresponsable! - gritó soltando al parecer todo el aire que retenía en sus pulmones. - Te hemos llamado mil veces y no contestas ¿Qué te he dicho sobre eso? Tu padre está blanco como un papel al igual que tu novio...

Mierda, tenía que nombrarlo.

- ¡Mamá! Estoy bien.

- ¿En dónde estás? ¿Con quién?

- Vine a almorzar con una amiga, ahora estoy sola. - mentí.

- ¿Qué amiga? Seguro estás por ahí comiendo porquerías junto a un grupo de gente que no conoces.

Conocerte Es Difícil © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora