Capítulo 23: ¿Y así quieres formar una familia?

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Abrí mis ojos de golpe pero me costó ver a mi alrededor, por lo que comencé a girar mi cabeza en busca de luz. De a poco pude divisar una tenue iluminación en el escritorio de mi habitación, perteneciente a la luna. Me refregué los ojos con pereza para ver más claramente y recordé por qué me había despertado, sentía un fuerte dolor concentrado en mi vientre. Traté de sentarme pero no pude y pegué un grito ronco debido a seguir un poco dormida. Con mucha dificultad me giré para poner los pies en el frío piso y lentamente me senté. Era un dolor peor al de esos días y me estaba preocupando. Estiré mi brazo hasta llegar a la lámpara e iluminar toda la habitación. Cuando pude hacerlo, bajé la vista a mi vientre y abrí los ojos como platos, estaba sangrando.

- ¿Cómo...? - otro grito se me escapó.

El dolor era desesperante y terminé tirada en el suelo mientras presionaba mi vientre con mi mano, a pesar de no calmarlo con nada.

- ¡Emma! ¿Estás bien? - mi madre entró preocupada a la habitación pero su rostro no se comparó al que puso cuando vio mi estado.

Lo último que escuché y vi fue todo el alboroto que se armó: mi madre conduciendo rapidísimo, Luke llamando por teléfono a varias personas, mi padre calmándome a mi derecha mientras que Brooke apretaba mi mano con fuerza a mi izquierda.

Todo eso antes de desmayarme profundamente.

No se cuánto tiempo habré estado inconsciente pero poco a poco escuché sonidos lejanos. Me costó reconocerlos y me di cuenta que eran voces, aún sin abrir los ojos. Lo único que pude despertar de mi cuerpo era una de mis manos, la deslicé lentamente hasta toparme con un cuerpo fuerte, supongo que se trataba del mío. Unos segundos más y mis pesados párpados reaccionaron para quedarme cegada con una luz blanca. Al poco tiempo me acostumbré y miré detalladamente la habitación, ya no era la mía, sino que era un hospital. Cerré nuevamente mis ojos al sentir un suave tacto en mi cabeza relajándome.

- Qué bueno que estás bien. - dijo esa voz.

- ¿Qué me pasó? - abrí los ojos hablando con dificultad.

- Ya tendremos tiempo de hablar sobre eso. Ahora descansa un poco. - sonrió mi madre acariciándome el brazo y desapareció de mi campo visual.

Suspiré pesadamente y escuché un fuerte ruido que provenía de la puerta.

- ¡No es momento para esto, Liam! - gritó la reconocible voz de Emily.

Levanté un poco la cabeza hasta encontrarme a los mellizos, sólo que uno de ellos me estaba fulminando con la mirada.

- Por favor, luego puedes...

- ¡No entiendes nada, Emily! - le gritó sacudiéndola por los brazos.

Me miró nuevamente con sus ojos estallando en furia y bufó yéndose de la habitación.

- Tú no te preocupes ¿Si? - sonrió mi amiga acercándose.

- ¿Hice algo mal?

- No, Emma, tranquila que no.

Cuando Emily se fue dejándome sola volví a dormir para olvidar las inquietantes dudas que me dejó ver a Liam de esa manera. Una vez despierta, me sentí con más energías y una enfermera se encargó de traerme la bandeja con comida.

- Déjame ayudarte. - sonrió y levantó un poco la camilla para quedar sentada así podía comer más cómoda.

Al rato se fue pero la puerta volvió a abrirse dejándome ver a mi madre.

- ¿Cómo te sientes? - preguntó acercándose.

- Mejor, creo ¿Puedes decirme qué pasó?

Suspiró pesadamente cerrando sus ojos e instantáneamente supe que algo no andaba bien. - Emma...

Conocerte Es Difícil © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora