Capítulo 23: Al estilo Liam White®

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Mis párpados pesaban como los mil demonios. Me quejé cuando los abrí y quedé cegada con la luz que entraba por la ventana de mi habitación.

¿Desde cuándo no cierro las cortinas?

Seguramente por todo el ajetreo y cansancio de ayer ni siquiera lo noté. Pero, cielos, debía levantarme a cerrarlas. Sin pensarlo dos veces coloqué una almohada en mi cabeza y volteé para seguir durmiendo. Casi cuando ya estaba por caer dormida profundamente, un dolor agudo se instaló en la parte trasera de mi cabeza. Algo me había golpeado. De forma rápida, me levanté pensando que se trataría de alguna otra estúpida broma de Luke, pero no, él no estaba por ningún lado. Me levanté con los pies descalzos, lo cual me dio demasiado frío, y me asomé por la ventana ¿En qué momento la había dejado abierta? Justo cuando mis manos se posaron sobre el umbral, una piedra vino a parar en mi mano y chillé del dolor.

¿Quién putas había sido?

Llevé el dorso de mi mano a mi boca besándola, no sé por qué, y ahí me di cuenta de quién provenía.

Liam estaba en el jardín de mi casa.

- ¡Perdóname! -  exclamó preocupado cuando vio que estaba besando mi mano.

- ¡¿Qué estás haciendo aquí?! -  fruncí el ceño.  - ¡Vete!

No le di tiempo a responder porque rápidamente bajé la ventana y corrí las cortinas.

Además de haberme roto el corazón, golpeaba mi mano con una piedra ¿Eso lo debo tomar como disculpas?

Suspiré tratando de tranquilizarme. Volteé para cerrar la puerta de mi habitación por si él quería entrar, pero justo me lo encontré. Grité del susto llevando mi mano a mi pecho para comprobar que tenía la respiración completamente descontrolada.

- ¡¿Qué haces aquí?!

- Oh... es sólo que quería practicar cómo asustar a alguien. -  ladeó la cabeza y rodé los ojos.  - ¿Podemos hablar?

- No. -  gruñí volviéndome a acostar.

- ¿Sigues muy enojada, verdad?

- No. -  estiré las sábanas para acomodarlas y me tapé hasta la cabeza.

- ¿Eso será lo único que vas a contestarme?

- No.

- Emma... por favor. -  lo escuché bufar antes de dejar de sentir las frazadas sobre mi cuerpo. Las había quitado de un tirón.  - Al menos escúchame.

- No. -  coloqué una almohada sobre mi rostro pero también me la sacó.

- Aunque no quieras, vas a escuchar lo que tengo para decirte.

- ¿Qué parte de "no" no has entendido?

- Para mí no existe el no. -  frunció el ceño tomando mi mano para tironearme fuera de la cama.  - ¿Confías en mí? -  murmuró cerca de mi rostro mientras acariciaba mis brazos.

- No. -  lo rodeé así podía encerrarme en el baño.

- Dios... -  lo oí quejarse.  - ¿Por qué me haces las cosas tan difíciles?

- Porque si fuera fácil me tomarías como una más de tus putas.

Se que eso le molestó. Hasta escuché el sonido de la puerta cerrándose fuertemente.

Bueno... al menos se fue.

Me bañé rápidamente y me puse un conjunto de ropa deportiva antes de comenzar a sacarme el pelo. De repente, la luz se cortó aunque fuera de día y costara darse cuenta de ello. Me quejé desconectando el aparato para luego bajar a desayunar. Cuando abrí la puerta de mi habitación, un brazo me rodeó por la cintura mientras tapaban mi boca. Comencé a gritar por ayuda y la persona X me hizo bajar las escaleras. Definitivamente Liam me estaba secuestrando.

Conocerte Es Difícil © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora