Capítulo 20: Problemas

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El sonido de mi celular estaba despertándome de un hermoso sueño. Lo tomé viendo la hora y... ¡¿Qué hacía Liam llamándome un maldito domingo a las 8:00 am?!

— ¿Qué quieres y por qué me despiertas a esta hora?

— Lo siento Emm, eh... ¿puedes venir al centro comercial conmigo, ahora?

— ¿Eres idiota o te pagan? Ni loca iría a esta hora lejos del internado.

— Es que mi tía está de visita y me dejó a sus cuatro hijos, me están matando. Por favor.

— Ugh, ¿alguna vez te dije cuánto te odio?

Aún con cara de muerta me di un baño rápido, me puse una camiseta amarilla, unos shorts de Jean azules, unas vans negras y una campera. Lo peor de todo era que por ser tan buena amiga tenía que levantarme a las 8:00 am un domingo, y no sólo eso, sino también pagar un taxi hasta el centro comercial.

Salí del edificio de mujeres, el cual estaba demasiado silencioso a como suele ser. Claro, es domingo y se supone que todas están durmiendo.

Menos yo.

El centro comercial también estaba bastante vacío, sólo se veía gente mayor.

Busqué a Liam por todos lados, restaurantes y cafeterías, grité su nombre en la puerta del baño de hombres, el cine, y nada. Luego recordé que supuestamente estaba con niños, así que lo fui a buscar al lugar más coherente.

Liam POV

Tía Claire:
Hola Liam, ¿Cómo estás?
Necesito un gran favor de tu parte.
Con tu tío llegamos a Londres hace poco y estamos cerca de tu internado.
¿Podrías cuidar a tus primos por el día de mañana mientras desempacamos? Por favor.

¿Acaso me vieron cara de niñero o de ser bueno con los niños?

Ahora tenía que pasar todo mi domingo cuidando a un montón de monstruos. Lo peor de todo es que mi tía no deja de tener hijos, son como cuatro y de nuevo está embarazada. Con decirles que no sé con certeza cuántos son.

— Dile que no. — me aconsejó Chris con obviedad.

— No puedo hacer eso. Es mi tía y necesita ayuda con su embarazo.

— Dile que tienes que estudiar.

Lo miré alzando una ceja. — Eso no me lo va a creer.

— Que sales con una chica.

— ¿A las 8:00 am?

— Entonces no sé. — bufó. — Vas a tener que cuidarlos.

— Recuerdo que una vez fui a su casa y uno de ellos estaba adentro de la heladera. No quiero imaginar lo que me van a hacer a mí.

— Por si lo necesitas, ten. — me pasó una caja. — Es esa cinta adhesiva que usan en los secuestros.

— ¿Y tú por qué tienes esto?

— Eh... por si intentas hacerme daño cuando te enteres de que salgo con tu hermana. — dicho esto salió corriendo de mi habitación por lo que no tuve tiempo de perseguirlo. Luego hablaré con él.

(...)

— Muchas gracias, Liam. — dijo mi tía una vez estando en el centro comercial con todos esos niños.

Definitivamente eran cuatro.

Cuando ella se fue, uno de ellos, el mayor, salió corriendo y seguido de él los otros tres.

Mierda.

Yo también corrí tras de ellos, en estos casos sirve hacer fútbol. Lo peor de todo fue que entraron al pequeño parque de diversiones que está al final del centro comercial, y ahí se separaron.

Conocerte Es Difícil © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora