Capítulo 24: Interrupción®

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Sonreí contra sus labios. Era inexplicable la forma tan protegida en la cual me sentía. No cabían dudas. Lo amaba, tanto que hasta dudo en quererme más a mí que a él.

Nos bañamos juntos y, para mi sorpresa, no fue algo lascivo como pensaba. Sus manos acariciando mi cuerpo eran como tocar el cielo, me sentía de cierta forma, en una caja de cristal.

Y todo era color de rosas hasta que llegó Jace.

Pensando que era sólo Liam el que se estaba bañando, entró a mirarse en el espejo y pudo ver claramente mi silueta a través de las puertas de vidrio, aunque algo borroso.

- No puedo creer lo que estoy viendo. -  pronunció cada palabra con lentitud mientras yo hacía enormes esfuerzos por no reír.

- Jace. O te largas de aquí o no vivirás para contarlo.

- ¿Se puede saber por qué lo haces con Emma en donde yo también me baño?

- Jace. -  advirtió.

- Es que no lo entiendo. Existe la cama, el auto, la cocina, el living, pero... ¿Por qué en el baño?

- Espérame. -  susurró con sus labios apoyados en mi hombro.

Tomó la toalla que estaba colgada a un costado de la ducha y salió cuidando de que yo no sea vista.

- Te lo advertí idiota. -  soltó antes de, por lo que alcancé a ver, golpearlo.

Esta vez no pude evitar soltar una carcajada. Mientras ellos peleaban ya fuera del baño, terminé de asearme y salí.

- ¡Está bien! ¡Ya me voy, ya me voy, ya me voy! -  lo escuché exclamar rindiéndose.

Continué riendo a la vez que me acomodaba un poco el cabello luego de desempañar el espejo.

- Te juro que lo odio. -  gruñó entrando nuevamente. Se cruzó de brazos apoyándose en el umbral de la puerta.  - ¿Cómo estás?

- El ex novio de mi amiga casi me ve desnuda. -  abrí mis ojos como platos queriendo saber cómo reaccionaba.

- Sí, muy gracioso. -  rodó los ojos.

- Sólo bromeaba. Es Jace. -  dije con obviedad.  - Pensé que ya no vivía contigo. -  volteé a verlo y lo atrapé mirando mis piernas sin una pizca de vergüenza. Lentamente quitó su vista de esa zona recorriéndola por todo mi cuerpo hasta llegar a mis ojos.

- ¿Qué decías? -  sonrió.

- Tú nunca cambias. -  negué con la cabeza acercándome para dejar un corto beso en sus labios.  - ¿Me llevarás a mi casa?

- Estaba pensando en secuestrarte ¿Qué piensas de eso?

- Claramente no sería un secuestro.

- Es cierto. -  apretó los labios.  - ¿A quién no le gustaría ser secuestrada por mí?

Reí volviendo a estampar mis labios con los suyos, sólo que esta vez fue más duradero.

Me puse una camisa de él mientras esperaba que mi ropa se secara, sin contar lo incómodo que fue venir en el auto así de empapados. Al menos, podría haberme avisado que nos tiraríamos a un lago para que trajera ropa.

- ¿Estoy soñando? -  volteé cuando escuché su pregunta.  - ¿Tú, cocinando? Fantástico, hoy lloverá.

Solté una carcajada.  - ¿Acaso nunca me has visto cocinar?

- No te gusta. -  gruñó.

- Es verdad... pero en Canadá aprendí nuevas recetas. Alli es una fan obsesiva de gastronomía ¿Cómo no aprender a cocinar viviendo con ella?

Conocerte Es Difícil © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora