Capítulo 29: No quiero que te vayas

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Mierda.

Desperté.

Maldita naturaleza con insectos, maldito frío, malditas tiendas, ugh, y maldito Liam que cree que sólo él puede ocupar la almohada.

- Muévete. -  dije entre quejidos tratando de acomodarme en mi lugar pero sólo conseguí que él volteara para seguir durmiendo.

Comenzó a balbucear cosas sin sentido y decidí prestarle atención.

- Mmm... No te lo robes, zorro.

Solté una carcajada.

- Despiértate, Liam. -  sacudí su hombro pero nada.  - Oye... ¡Liam!

- ¿Ah? ¿Qué? ¿Qué pasó? -  se sentó rápidamente frotándose los ojos.

- ¿Te encuentras bien? -  pregunté con una sonrisa burlona.

- ¿Quién, yo? Ah, sí. Nunca dormí tan cómodo. -  respondió volviendo a acostarse.

Idiota.

- Oye, tengo frío. -  me quejé.

- Eso te pasa por no dejar que te calentara. Ahora te jodes.

- ¿Te parece normal querer tener sexo prácticamente al aire libre, oh, y al lado de la tienda de mi hermano? Qué buena idea.

- Eso lo hacía más excitante. Pero lo arruinaste así que...

- Por favor. Voy a terminar enfermándome. -  fingí tiritar un poco consiguiendo tocar su corazón. Estiró las mantas para hacerme un lugar a su lado.

- ¿Estás mejor? -  preguntó una vez que abracé su pecho apoyando mi cabeza en su hombro.

- Ahora sí.

- Emma... tengo algo que decirte.

«Eso no es bueno.»

- ¿Debo llorar o enojarme por ello?

- Claro que no. -  rió.  - Pero fue algo repentino.

- Sólo suéltalo.

- Tengo un viaje de negocios.

- ¿Cuándo? -  pregunté con el ceño fruncido.

- Mañana. De todos modos son sólo dos días.

No lo hagas Emma, no preguntes, no preguntes, no preguntes acerca de...

- ¿Irás con Beca, verdad?

«Genial, eres una estúpida.»

- No. Ella se queda.

Suspiré aliviada.  - Bueno.

- ¿No me extrañes demasiado, eh?

- ¿Qué? -  pregunté arrugando la nariz.  - Estuve una semana sin verte, puedo aguantar dos días.

- Pero se te hizo muy difícil.

- ¿Qué te hace pensar eso?

- Ya dije demasiado. -  desvió la mirada con un silbido.

Un grito agudo, pero aún así proveniente de un hombre, nos interrumpió y abrimos el cierre de la tienda para observar. Allí se podía ver claramente a mi hermano dentro de su bolsa de dormir mientras perseguía a Brooke saltando.

- ¡Te dije que no tocaras mi repelente para los mosquitos! -  reprendió.

- ¡¿Y yo que iba a saber?! Te recuerdo que no había ningún cartel diciendo: Prohibido para Brooke.

Conocerte Es Difícil © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora