Capítulo 12: Hallie y Annie Parker

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Desperté al sentir un muy fuerte golpe en mi estómago, no era normal que alguien duerma siesta en un campamento, pero para Emma Price nada es imposible, y más si se trata de que tus padres hablan por teléfono y tu hermano llora a causa de no tener sus malditos repelentes.

— Ya levántate, vamos a ir a caminar, idiota.

— Mmm...

— ¡Emma! — Luke me volvió a pegar con una almohada pero esta vez en la cabeza logrando que decida levantarme.

— Ya voy, ya voy. Pero tengo que ir al baño ¿O también quieres acompañarme?

— No, qué asco.

El bosque podía devolverle la paz a cualquiera. El punto era caminar en bastante silencio para poder aprovechar los sonidos de la naturaleza, ya que estábamos muy alejados de la ciudad. Mis pies me dolían, hacía una hora que caminábamos y ya no soportaba a mi hermano quejándose por las picaduras de mosquitos ¿Quién lo manda a ser tan histérico?

— Cállate o te callo, Luke.

— Prefiero que Ana me calle. — alzó sus cejas pervertido.

— Ay no cállate, cállate, cállate... — dije mientras me tapaba los oídos y cerraba mis ojos fuertemente.

— ¡Los hermanos Price! ¡Silencio! No se puede disfrutar de una caminata por el bosque con tanto escándalo.

— Viejo amargado. — susurró Luke para sí mismo lo que provocó que comenzáramos a reír por lo bajo.

Así pasamos toda la tarde mientras caminábamos y a veces tratábamos de escaparnos con mi hermano pero nuestro padre nos detenía.

Las fogatas me gustan, de pequeña en todos los campamentos familiares mi parte favorita era la noche cuando encendíamos una fogata.

Pero esta vez no.

— ¿Quieren que cantemos otra canción? — preguntó la frutillita de la entrada.

— ¡No! — gritamos al mismo tiempo con Luke que por suerte hizo que se callaran. Sus estúpidas canciones iban a acabar con mis tímpanos en cualquier momento.

Al rato todos se fueron a sus tiendas y como no teníamos otra opción, con mi hermano también.

No podía dormir pensando en que se estaba terminando mi tiempo libre y no le había hecho ninguna broma a nadie, lo primero que pensé fue en Luke, pero pobre, ya bastante tenía con la falta que le hacían sus repelentes, así que se me ocurrió otra víctima.

— Pss... Luke, Luke. — como vi que no se despertaba le lancé una almohada a la cabeza provocando que despertara de un salto.

— ¿Qué quieres Emma? Son las 3:00 am, duerme.

— No, Luke tenemos que hacer una broma. — me miró con el ceño fruncido. — Porfa. — le dije haciendo puchero y tratando de verme como el gato con botas en su modo tierno.

— Ugh, tú ganas. ¿Quién es la víctima?

— La pesada. — hablé refiriéndome a la chica tierna y estresante.

— Estoy contigo. — cuando dijo eso salimos de la tienda en busca de la rubia. Fácilmente podía rondar los dieciocho años pero su madurez estaba por el suelo, o eso es lo que hacía parecer.

— ¿Has visto juego de gemelas hermanito? — sonreí como niña.

— No, Emma. De ninguna manera haremos eso.

— Siempre quise hacerlo, por favor. Luke, eso está en mis 10 cosas antes de morir.

— Ja ¿Eso y qué más?

— Eh... armar una guerra de comida en la cafetería y cuando venga la directora gritar: Soy divergente y nadie puede controlarme. — ahora él me miraba negando con su cabeza.

— No hay caso contigo. Pero está bien, hoy es el día de Meredith Blake.

— Gracias. — chillé. — Te amaré por siempre.

Cuando entramos en la tienda de la estúpida, que por cierto era de un color rosa barbie, vimos que dormía con esos antifaces que se usan para dormir. Ya sobrepasaba lo fresa. Parece que nos quiso hacer más fácil la broma.

Con mucho cuidado de que no despertara la arrastramos por su colchón inflable, pero desgraciadamente el lago no se encontraba tan cerca del campamento como en la película, sino bastante lejos.

Llegamos al destino y aún seguía roncando. — Hallie Parker, ¿me harías el honor? — preguntó mi hermano. Reí bajo, no quería despertarla.

— Con gusto, Annie.

— Me empieza a incomodar que hayan sido dos gemelas ¿Por qué no podían ser chico y chica?

— Ugh, no molestes.

Empujé el colchón de Lucía (creo que ese era su nombre), y mi vena de fanática Disney estaba a punto de explotar.

— No puedo creer lo que acabo de hacer. — dije secándome una falsa lágrima de mi mejilla.

— Acabamos hermanita. — me corrigió.

— Es cierto, gracias. — dije y lo abracé.

Dormí como un bebé en lo que quedaba de la noche, aunque ahora que lo pienso, los bebés se despiertan a cada rato llorando y despertando a sus padres, (no todos, claro) sería mejor decir que dormí como una Emma.

— ¡Luci! ¡¿Estás bien?! — Los gritos de la coordinadora del campamento se escuchaban por todo el lugar causando que me despertara. Sonreí con maldad.

— Parece que nos perdimos la reacción, Emm. — dijo un Luke todo despeinado y bostezando.

Salimos de la tienda aún en pijama y escuchamos a nuestra madre detrás de nosotros. — Ustedes dos. — automáticamente una sonrisa angelical se dibujó en mi rostro y volteamos lentamente. — ¿Pueden explicarme qué hicieron?

— Nada. — respondió Luke con obviedad.

— ¿En serio tuvieron que copiar la broma de una película? — dijo la voz de nuestro padre mientras se colocaba al lado de mamá y la abrazaba. — Muy poco original de su parte niños, yo no los crié así.

— Era una de mis diez cosas antes de morir, ahora si me disculpan, me tengo que cambiar para salir de este lugar. — dije antes de desaparecer por mi tienda.

Recibimos un largo regaño —demasiado— por parte de los coordinadores y pedimos disculpas a Luci para luego volver a casa, el viaje fue bastante silencioso y nadie habló acerca de lo que le hicimos a la chica, por suerte.

Cuando llegamos, llamé a Emily para contarle lo que había sucedido. Hasta tenía una amiga fan de Juego de Gemelas con quién compartir mi historia. Quedaba un maldito día para regresar a la aburrida vida del internado, el cual desperdicié durmiendo de todo lo que me dolían las piernas.

Conocerte Es Difícil © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora