Capítulo 9: ¿Te vas?

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Emma POV

— ¡¿Que tú qué?! — exclamaron Emily y Brooke al mismo tiempo mientras que Amalia sólo me miraba con asombro.

— Así es, perras. Emma Price se va de esta estúpida cárcel.

«Es sólo un fin de semana. Cálmate.»

Dá igual, seré libre.

— Pe—pero ¿Por qué? — esta vez Amalia se veía verdaderamente preocupada. Oh, se encariñaron conmigo...

Solté una fuerte carcajada que creo lo escucharon en todo el internado, mientras que mis amigas me veían con una mezcla de enojo y extrañamiento en sus ojos.

— Tontas, es broma. Sólo me iré por el fin de semana, podrán sobrevivir sin mí, no se preocupen. — Como el lunes y martes no hay clases, el internado nos permite salir durante esos cuatro días para visitar a nuestras familias. Claro que no es una obligación.

— Morirás. — dicho esto salí corriendo de la habitación seguida por Brooke mientras se escuchaban las risas de las otras dos por todo el pasillo. Llegué afuera del edificio creyendo que ella ya no me seguía pero sentí todo su peso corporal sobre mí logrando que yo cayera y comenzáramos a reír como focas retrasadas.

— Bajé tres pisos por las escaleras corriendo, ahora me dio hambre y tú me vas a acompañar.

— Si no me hubieras seguido, estaríamos en tu habitación comiendo chocolate. — ella sólo me fulminó con la mirada ante mi respuesta.

Fuimos hasta el comedor y creo que se escuchó como nuestros corazones se rompían.

|Cerrado|

— Y así es como Brooklyn Stella Johnson murió de hambre.

Reí. Eso me había alegrado el día.

— Tranquila, todavía queda el comedor de los chicos, y así aprovechas para ver a Jace. — le dije moviendo mis cejas pervertidamente.

— ¿Qué? ¿Acaso estás loca? Ya te dije que no me gusta Jace, él es mi amigo gay. — abrí mis ojos como platos al escuchar eso.

— ¿Jace es gay? — pregunté sin poder creerlo.

— No, pero yo lo molesto con eso.

«Qué estúpida.»

Luego de diez minutos caminando llegamos al edificio de los hombres, miré de reojo a Brooke y vi que se quedó paralizada en frente de la puerta.

— Los chicos no muerden tonta, pasa.

— ¿Qué? Lo dice la que golpeó dos veces al mismo chico. — Rodé los ojos. Sólo ocurrió una vez.

«Tiene razón.»

— En mi defensa, él se lo merecía.

— Sí, claro. Bueno vamos.

A lo lejos pude ver a Jace sentado mientras comía una banana. No pude evitar reír ante mi pensamiento de mente perversa y cuando Brooke notó lo mismo que yo reímos juntas.

Ya decía que era un momento demasiado feliz para ser verdad ¿Por qué? Porque vi a Amber saliendo del ascensor con unos shorts (espero) y una campera muy grande para ser de ella.

«Tiene que ser de Liam.»

Seguramente.

Y lo era.

Seguido de ella salió Liam todo despeinado con el mismo pantalón azul a cuadros de la otra vez, pero sin camiseta.

«Sin camiseta.»

Por Dios... Su torso estaba todo perfectamente marcado, involuntariamente me mordí el labio inferior mientras recorría cada detalle de ese perfecto...

— ¡Emma! — sentí como Brooke me pegaba una piña en el brazo ¿Así habrá sido la que le pegué a Liam? Sí que duelen. — Deja de mirar a ese idiota, vamos a comer. — esta esta vez fue un susurro. — Por favor no me digas que te gusta.

— ¿Qué? No, claro que no.

— Oye, ten mucho cuidado. Él puede ser muy bueno para conquistar a una chica pero en el fondo sólo quiere diversión. Espero que contigo no sea así.

— No, Brooke, no nos soportamos. Además, él no es mi tipo.

— Está bien. — dijo aunque no sonaba muy convencida de mis palabras.

Comimos y luego volvimos a su habitación para seguir charlando de cosas triviales, pero yo seguía sumida en mis pensamientos.

¿Por qué lo miré de esa manera? Liam no es como yo quiero, es un idiota y mujeriego.

«Tal vez te gusta.»

Nunca. No puedo negar que es impresionantemente guapo pero no deja de ser cómo es, un imbécil.

Tal vez es sólo atracción.

Sí, es eso.

(...)

— ¡Papá! — exclamé feliz cuando vi que estaba esperándome en el estacionamiento. Al instante lo rodeé con mis brazos. Hacía tanto que no lo veía, necesitaba un abrazo suyo con urgencia.

— ¿Lista para irnos princesa?

— Creo que ya te estabas tardando.

— Sí, pero antes debo hablar con la directora.

— Te prometo que no hice nada. — dicho esto mi padre soltó una carcajada. Era verdad, en todo este tiempo aquí me había comportado como un ángel.

— No es eso, quiero hablar de otras cosas, no es de ti, tranquila.

— Está bien, te espero.

Cuando él se fue comencé a subir al auto mi maleta, pero sentí que alguien me tomó del brazo provocando que voltee.

— ¿Te vas?

— No. Es sólo por el fin de semana, sabía que no podrías vivir sin mí. — dije fingiendo estar preocupada por Liam.

— No, preciosa, es que esperaba que te fueras así no recibía más golpes. — dijo guiñándome un ojo mientras se alejaba. — Suerte.

— Ya vete, quiero ser libre de ver tu rostro.

Cuando dije eso se fue y pude escuchar su carcajada, lo que hizo que yo sonriera.

A lo lejos vi a mi padre despidiéndose de la directora, por lo que subí al auto esperando que llegara.

El viaje se me hizo más corto que la primera vez, mientras conversábamos de todo acerca del internado.

Conocerte Es Difícil © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora