Lily Of The Valley

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—Lily ha muerto —les dijo Phoebe tras colgarle el teléfono a Joe.

Durante unos segundos eternos nadie dijo nada. Hasta que Freddie empezó a sollozar, en un silencio estremecedor.

—¿Quién es Lily? —preguntó sin entender nada Barbara.

—Nuestra gata —murmuró Freddie, con lágrimas rodando por sus mejillas. Miró a Leena, desconsolado—. Nuestro pequeño lirio del valle, encanto...

—Lo sé —y sin poder evitar ella también se echó a llorar por la pequeña y dulce Lily.

La gata blanca y atigrada siempre dormía con ellos en la gran cama de Garden Lodge, junto a Romeo, su inseparable compañero. Ambos gatos eran mayores, pero Freddie hacía venir un veterinario a casa cada mes para asegurarse de la salud de cada uno de los seis mininos. Cuando partieron a Munich, Lily parecía tan sana como siempre, a pesar de su edad.

—¿Y por un gato os ponéis así? —Winnie soltó un soplido.

Freddie lo miró furioso.

—¡Tú, cacho de mierda insensible! ¡FUERA DE MI CASA AHORA MISMO!

Leena tuvo que detenerle antes de que lanzara un cenicero a la cabeza del alemán. Este lo miró con desprecio.

—Hemos terminado, tu y yo. Fuera —Freddie estaba furioso y fuera de sí, tanto que incluso el bravucón de Winnie se asustó. Murmurando insultos en alemán se largó dando un portazo.

Luego Freddie se lanzó a los brazos de Leena, sin parar de llorar y repetir el nombre de la gata. Su primera gata.

—Tenemos que volver a Londres hoy mismo, Leena —le dijo en voz baja. Ella asintió en silencio mirando a Phoebe. Peter lo entendió al segundo y se fue a la habitación para organizar el viaje.

—¿A Londres? Pero Freddie... ese gato ya está muerto —comentó Barbara.

Fred se estremeció al escuchar esas palabras. Levantó el rostro y miró a Barbara.

—A ti también te quiero fuera de aquí cuando vuelva.

Leena no pudo fingir que sintiera perderla de vista.

+++

El regreso a Londres fue triste y doloroso para todos. Joe y el veterinario les estaban esperando en Garden Lodge, con el pequeño y querido cuerpo de Lily envuelto en una de las sábanas de algodón egipcio que Freddie había comprado en Harrods.

El dolor de verlo abrazar a la gata fue demasiado para Leena. Joe se inclinó sobre Fred y le acarició el hombro.

—Hemos buscado un lugar para ella en el jardín, donde siempre se tumbaba a tomar el sol.

—Gracias, Joe. Querido, ¿podrías llevarla tú? Eres a quién más quería Lily.

—Por supuesto, Fred.

Con mucha ternura, Joe la tomó en brazos y salieron al jardín, donde un diminuto hueco ya había sido cavado.

Al verlo, Freddie buscó la mano de Leena y se la apretó con todas sus fuerzas. Ella no lo soltó.

Mientras contemplaban como el veterinario enterraba a Lily en el jardín de Garden Lodge, Romeo se enroscó en las piernas de Leena y empezó a maullar desconsolado. Fred esbozó una tenue sonrisa.

—Incluso ahora, este gato está loco por ti, encanto —dijo, cogiéndolo en brazos. Freddie lo besó en la atigrada cabeza con afecto y se lo pasó a ella. El anciano gato ronroneó de placer una vez estuvo en brazos de Leena—. Maldito bastardo traidor. Aunque no puedo culparlo —añadió, sonriéndole con los ojos.

Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora