Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]

Crazy Little Thing Called Love

—¿Por qué llevas el pelo mojado? —preguntó Roger cuando vio entrar a Freddie en el estudio—. ¿Está lloviendo?

Freddie lo ignoró y agarró la primera guitarra que vio.

—Vamos a grabar antes de que vuelva Brian tocando las narices para cambiar cosas.

—¿A grabar qué?

Empezó a tocar unos acordes. Sonaban a viejo rock n' roll de los años cincuenta.

—¡Venga! —gritó Fred, acercándose al micro.

Roger se sentó en la batería y John corrió a enchufar el bajo.

En diez minutos grabaron la canción, necesitando apenas tres tomas. Cuando Brian volvió de tomar un café, Crazy Little Thing Called Love estaba lista.

—¿He estado fuera media hora y habéis grabado una canción sin consultarme?

—Sí —contestaron los otros tres a la vez. Brian se cruzó de brazos y los miró uno a uno.

—Muy bien, ¿ahora qué?

—Ahora llamamos a Leena.

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Se tocó el pelo corto y resopló para apartarse el flequillo de la frente.

—Adiós, melena de los setenta. Hola, cardado de los ochenta.

Nunca se había visto con el pelo por los hombros, pero pensó que podría acostumbrarse. El timbre estridente del teléfono la sobresaltó.

—¿Diga?

—¡Ven al estudio ahora mismo!

—Oye Fred, te he dicho mil veces que no me des órdenes.

—¡QUE VENGAS!

—Que siiiií.

Le colgó con fastidio. No soportaba cuando se ponía en ese plan, como si todo el universo tuviera que obedecerlo.

Se calzó las Martens y bajó hasta el Musicland Studio lo más rápido que pudo.

Roger le abrió la puerta. Cuando vio su nuevo look lanzó un agudo chillido que escondía una risita.

—¿Quién ha llamado a Debbie Harry?

—Que te calles —lo empujó cariñosamente y entró en el estudio.

John abrió mucho los ojos cuando la vio. Leena estiró los brazos en un gesto afectado y teatral y sacudió su nuevo pelo.

—¡Estoy preparada para los ochenta, chicos!

—Y también para cantar en Blondie, al parecer —bromeó Roger, esquivando el puñetazo de Leena que se dirigía directo a su cara.

Freddie se acercó con cautela, estudiándola. Alargó su mano para tocarle el pelo y juguetear con su nuevo flequillo. Luego sonrió pícaramente.

—One waaay or anotheeer —cantó Freddie, burlón.

—Te juro que te mato. Panda de... —Leena se enfurruñó—. Al menos podríais ser buenos amigos y decirme que me queda bien.

—Estás muy guapa, encanto. Pero, ¿cuándo no lo estás?

Y sin más Freddie la cogió en brazos, le aplastó los labios contra los suyos y la dejó caer en el sofá.

—Ahí quieta.

—¿Qué pasa, Fred?

Freddie se inclinó sobre ella hasta quedar a pocos centímetros de su rostro. Leena tragó saliva.