Committed No Crime

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Julio de 1996 - Montreux

Tras dos horas sentado al piano componiendo y tomando notas, Freddie consideró que ya había trabajado suficiente. Aceptó la tónica con hielo que Phoebe le trajo y salió a la terraza de la casa para disfrutar del magnífico día de verano. Se sentó en una de las cómodas sillas exteriores, cruzadas las piernas, contemplando el agreste paisaje que le rodeaba.

Encendió un cigarro cuando escuchó el ruido del coche que llegaba y las voces cruzadas de Liam y Leena irrumpiendo en la casa. Un minuto después unos brazos lo estrecharon desde atrás por el cuello. Leena lo besó detrás de la oreja y él le correspondió con un dulce beso en la mano.

—Hola, encanto.

—Hola, amor mío.— la voz de ella fluyó a través de sus oídos y Freddie cerró los ojos, dejándose acariciar por ella.— Te he echado de menos.

—Ven aquí.— descruzó las piernas para dejar que Leena se sentara sobre él. Lo besó tiernamente, poco a poco, centímetro a centímetro.— ¿Y este ataque de cariño, querida?

Leena le frotó la nariz con la suya.

—Nada. Recuerdos.

—¿Recuerdos de qué?

—Liam me ha preguntado cómo me tomé que te gustaran los hombres. Y cuando me lo dijiste. No he podido evitar acordarme de la primera vez que tu y yo... Ya sabes.

—No, no sé.— sonrió él.— Dímelo tú.

—La primera vez que me pediste poder follarme el culo.

—Ah, qué romántico...— bromeó Fred. Una oleada de recuerdos y sensaciones lo invadieron a él también.— Y mira en qué hombre pervertido me convertiste por consentirme hacer contigo todo lo que quisiera.— se quejó entre risas.

—¡Oye, tú ya venías pervertido de fábrica!

—Mmm, eso es discutible, encanto. ¿Fue primero el huevo o la gallina?

—El huevo, Fred. En concreto, tus huevos.

—Me va a explotar el corazón de tanto romanticismo.— rió él, apretándole la cintura.

Leena se refugió en sus brazos, robándole el cigarro para fumar ella. Se quedó callada y relajada, compartiendo con él uno de aquellos silencios íntimos en los que nadie más tenía cabida.

Freddie recordó los primeros meses con ella, cuando cada día tenía la sensación de estar enamorándose y volviéndose loco poco a poco, incapaz de controlar sus propios sentimientos. Cuando se empezó a dar cuenta que cada día sabía menos cómo vivir lejos de Leena. Cómo deseaba ser plenamente sincero a su lado pero temiendo perderla si le contaba lo que había dentro de su cabeza.

Pero aquello jamás ocurrió. Él nunca le fue infiel durante los primeros meses, aunque tuvo cientos de oportunidades de volver a los baños públicos para follar con desconocidos. Y fue Leena, poco antes de marcharse a Gales para grabar 'A Night At The Opera', quién le habló claramente y le dio permiso para acostarse con otras personas. Hombres o mujeres.

Aquella repentina libertad de hacer lo que quisiera sin ser juzgado lo apabulló por completo. Sin etiquetas que lo limitaran ni una relación celosa, Freddie pronto perdió la vergüenza y la culpabilidad por ser como era y se entregó a vivir de la forma en que siempre había querido vivir.

—¿Qué hubieras hecho si yo jamás te hubiera reconocido que también me gustaban los hombres?

—¿Si hubieras follado con otros a mis espaldas?

—Sí.

—Me hubieras roto el corazón, nos hubiéramos peleado muchísimo, te habría puesto los cuernos y finalmente hubiera terminado la relación.— respondió Leena, mirando el lago.

—¿Me hubieras dejado?— se sorprendió Freddie.

—Como pareja, sí. Pero hubiera continuado a tu lado, como tu amiga.

—Para vigilarme.

—Para vigilarte.— confirmó ella.

—¿Y verte con otros hombres, después de dejarme? Me hubiera vuelto loco de celos. 

—No hace falta que me lo jures. Le hiciste la vida imposible a Olli durante meses.

—Lo siento.

—No es verdad, no lo sientes en absoluto.— rió ella, pellizcándole un moflete.

—Vale, no lo siento en absoluto.— se encogió Freddie de hombros, con una sonrisa.

—Vaya, y luego soy yo la mujer malvada.

Sus vidas hubieran sido muy distintas, eso estaba claro. Leena le había contado cómo había vivido hasta morir en 1991, tras él insistir en conocer más detalles de aquella otra vida paralela.

Infidelidades a Mary durante años. También engañando a Jim. Le costaba mucho imaginarse saliendo con Mary Austin. Solo de pensarlo le daban ganas de bostezar de aburrimiento. También se le hacía complicado imaginarse en una placentera y tranquila vida junto a Jim, dejando a un lado sus correrías nocturnas mientras iba enfermando poco a poco. Un escalofrío le recorrió la espalda, hasta ponerle la piel de gallina en la nuca y en los brazos.

—Necesito hacer el amor contigo.— dijo, de repente.

—¿Qué te pasa?

—Necesito sentir que todo esto es real. Que has vuelto y que estamos vivos. 

Leena lo abrazó con la fuerza de un tierno maremoto, pasando las manos por su cabello oscuro.

—Eres el hombre más dulce del mundo, Fred.

Leena lo conocía mejor que nadie en este mundo, y sabía cuándo ser delicada y llenarlo de caricias afectuosas, borrando con cada beso los fantasmas del pasado que aún perseguían a Freddie. Leena lo tumbó en la cama y le hizo el amor con tanta suavidad que Freddie creyó que podría fundirse entre las sábanas.

Los días en que no se atrevían a pronunciar lo que sentían habían quedado muy atrás, y ella le repitió que lo quería infinidad de veces, subida a horcajadas sobre su cuerpo, entre gemidos y suspiros.  

Los crímenes cometidos y el dolor sufrido en los últimos años empezaban a desvanecerse como cenizas arrastradas por el viento del verano, con cada beso, con cada caricia, con cada te quiero que Leena vertía sobre él como un bálsamo.

Tras hacer el amor se quedaron metidos en la cama, desnudos, arrullándose el uno al otro, hasta que cayó la noche en Montreux y Liam los llamó para cenar.

Tras hacer el amor se quedaron metidos en la cama, desnudos, arrullándose el uno al otro, hasta que cayó la noche en Montreux y Liam los llamó para cenar

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Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora