Tear It Up

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Freddie y Phoebe fueron en busca de un muy cabreado Jim, que seguramente se habría metido en el primer pub que se había cruzado para beber pintas de Guinness sin parar.

Leena escuchó como Joe silbaba, preparándose para quedar con su novio del momento.

—¡Tenéis la cena en el horno, procura que Fred no se ocupe de calentarla o arderá toda la casa! —le dijo Joe antes de irse.

—Yo me ocupo. Joe, gracias por Miko.

El cocinero la besó en la mejilla y luego se fue moviendo el feliz trasero.

Era raro quedarse sola en Garden Lodge, donde siempre había gente; sobre todo desde que Freddie había hecho mudarse de forma definitiva a Phoebe y Joe.

Su cuerpo le pedía descansar y recuperarse del jet lag, pero nunca se veía capaz de desaprovechar la oportunidad de estar a solas en la enorme casa.

Entró en el solitario estudio y se sentó frente al carísimo piano Yamaha de Freddie.

Una de las muchas cosas que le debía a Fred era haberse molestado en enseñarle a tocar el piano. En cuanto supo que ella tenía unas pocas nociones, Fred ya no paró hasta lograr que practicara y mejorara. Gracias a él, ahora podía leer incluso partituras.

Nunca había logrado amar la ópera y la música clásica como él lo hacía, pero había aprendido a apreciarla y a emocionarse con Claro de Luna de Beethoven. Ignoraba que podía haberle enseñado ella a Fred, excepto a odiar de forma irremediable a Jim Morrison.

Leena se sentía deliciosamente perversa cuando tocaba por pura diversión canciones que tardarían años en escribirse, siempre procurando que nadie la escuchara.

Su amiga Annia siempre le decía que su voz era una versión femenina de la de Matt Bellamy. Leena no llegaba a notas tan altas como el cantante de Muse, pero sí tenían cierto parecido.

Se sorprendió a sí misma tocando y recordando la letra de Starlight casi a la perfección, después de años de no escucharla. Si hubiera tenido valor, le hubiera cantado mil canciones a Freddie Mercury. Y esta era una de ellas.

Agujeros negros y revelaciones. Eso es lo que tenía por delante. Un abismo que la mareaba y la emocionaba a partes iguales. Podía imaginarse al lado de Freddie, envejeciendo juntos. Seguro que no habría quién lo soportara cuando fuera anciano, pero encontraría la manera de aprender a convivir con él sin desear ahogarlo con una almohada cada día. 

Unas manos en sus hombros la sobresaltaron, sacando una nota estridente del piano.

—Nunca te había escuchado cantar así, querida. ¿Qué tocabas?

—Ehmm... una vieja canción de un grupo de Finlandia. No recuerdo el nombre.

—¿Me permites? Tira el culo para adelante.

Freddie se sentó detrás de ella, con las piernas abiertas y puso sus manos sobre las suyas.

—Tócala otra vez.

—No, por favor. Sabes que no me gusta cantar delante tuyo.

—Si lo haces... —le susurró al oído— en diez minutos nos meteremos en la cama y no saldremos hasta mañana.

Leena se aclaró la voz y empezó a tocar sin perder un segundo, con las manos de Freddie encima de las suyas, aprendiendo la canción. Él tenía un oído musical privilegiado, así que sólo necesitó escuchar Starlight una vez más para poder tocarla y cantarla casi perfectamente.

Leena apoyó la cabeza en su hombro y cerró los ojos para disfrutar de aquella extraña y maravillosa aberración músico-temporal.

—¿Crees que podría intentar contactar con el grupo para hacer una versión de esta canción?

Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora