Father to Son

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Mayo de 1975 - Londres

—Pero... ¿qué cojones llevas puesto?— se carcajeó con hilaridad Freddie cuando ella le abrió la puerta del apartamento de Pembroke Road.

Sintió ganas de ahogarlo.

—¡Un puto traje!

Fred cerró la puerta detrás de él, apenas pudiendo respirar de la risa.

—¿Te hace gracia que intente dar una imagen respetable a tus padres?— se impacientó Leena, cruzada de brazos y con el tacón de sus zapatos repiqueteando sobre el suelo.

—Querida, si pareces recién salida de misa. ¿Quieres que te traiga un collar de perlas, también?

—Anormal de mierda.

Leena agarró un cojín del sofá y empezó a pegarle con él en la cabeza. Fred se cubrió a duras penas, entre risas de conejo.

—Anda, ve a ponerte unos tejanos y una camiseta, encanto. Y hazme un favor, quema ese ridículo traje beige de poliéster barato.

—¡No es barato!

—Lo que tu digas, pero ve a cambiarte antes de que se me caigan los ojos al suelo.

—Yo solo quería...

—Tú no eres así.— dijo Freddie, señalando su ropa seria y formal.— Y nunca lo serás. No intentes disfrazarte bajo una aburrida capa de normalidad, encanto.

Leena lo miró unos instantes y se encaminó a la habitación, desabrochándose la americana y sacándose la blusa por la cabeza.

—Les he avisado de que vendría con una chica. Así quizás no te sientas tan cohibida.

—Estupendo.— murmuró Leena, abrochándose una camisa de cuadros negros y verdes y metiéndosela por dentro de la cintura de los tejanos acampanados.

Dudó un instante sobre el maquillaje, pero al final optó por algo más discreto: solo un poco de sombra en los ojos y un bonito tono tierra en los labios.

No sabía cómo se suponía que debía comportarse ante los padres de Freddie, conservadores y tradicionales, pero le aterraba el hecho de entrometerse en aquel aspecto de su vida, que él guardaba con tanto celo.

Estaba segura de que iba a hacer el ridículo.

—Muy bien, estoy lista.

—¿De verdad?

—No.

Freddie aplaudió con entusiasmo.

+++

Al huir de la convulsa Zanzíbar, los Bulsara habían llegado a la zona de Feltham, al oeste de Londres, en 1964. Desde entonces habían vivido en una humilde casa adosada de adoquines marrones.

Freddie había dejado atrás el hogar de su familia con solo veinte años para trasladarse a Kensington y seguir estudiando diseño gráfico, pero volvía a Feltham una vez a la semana para estar con su familia.

—¿Quieres ver fotos de cuando Farrokh era pequeñín, querida?— preguntó Jer con una sonrisa amable.

—¡Mamá, no!

—Claro que quiero, señora Bulsara.— asintió Leena, siendo arrastrada hasta el sofá de la sala de forma irremediable. La madre de Fred le puso en el regazo un pesado álbum de fotos y empezó a pasar páginas, señalando las imágenes con entusiasmo.

Bomi Bulsara las observaba en silencio. Era un hombre muy serio y de gestos secos, en comparación con la amable afabilidad de Jer.

—Mira, aquí tenía trece años y estaba en el internado. No hacía más que enviarme cartas diciéndome que los niños se metían con el, pobrecito mío...

Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora