Por alguna razón que nadie entendió del todo, Brian no llevó bien la noticia del segundo embarazo de Chrissie. Algo que los sorprendió, porque cuando estaba con su mujer y con Jimmy parecía sumamente contento.
John tenía la teoría de que Brian se sentía culpable. Culpable por estar lejos y culpable por serle infiel mientras ella se quedaba en casa criando al pequeño Jimmy. Lo intentaron animar para que saliera con ellos, pero Brian no quiso ni oír hablar del tema. Al final, John decidió quedarse con él para hacerle compañía esa noche, y el resto pusieron rumbo a la fiesta privada.
—En la invitación esta pone que hay código de vestimenta. ¿Significa que no nos van a dejar entrar si no vamos vestidos como ricachones del Monopoly? —preguntó Roger, observando la invitación.
—Lo dudo mucho. Paul lo habrá arreglado todo —dijo Freddie, mirando a través de la ventana del coche la noche de Nueva York.
—Estoy seguro que sí —contestó el rubio con sarcasmo.
—Desde luego, las pintas que llevamos no son muy de clase alta —comentó Dominique, mirándose a si misma. Llevaba unos sencillos tejanos ajustados y una blusa con flecos de color rojo que contrastaba con su profundo pelo negro.
—Peor va Leena, con esas Converse y la camiseta de Led Zeppelin.
—Roger, no me hagas hablar de tu camiseta de Mickey Mouse fumando un porro —contestó Leena.
—Bueno, basta. Vamos a una fiesta y aún no hemos abierto ni una triste botella de vino. ¿Estoy con dos estrellas del rock o no? —comentó con alegría Dom, abriendo el minibar de la limusina.
Freddie parecía ausente y con pocas ganas de juerga, pero aceptó la copa que le alargó Dominique. Leena también, pero pensó que iba a tener que mantener el control más que nunca. No se fiaba de nada en lo que estuviera implicado Paul Prenter, de una forma u otra.
Conocía perfectamente sus límites con el alcohol y las drogas, y sabía cuándo poner freno para no perder de vista nada de lo que ocurría a su alrededor. Si hubiera estado borracha y drogada hasta la inconsciencia, no hubiera podido sacar a Freddie de algunas incómodas situaciones en las que se había metido durante todos estos años.
Al lugar donde se dirigían a través de las calles de Manhattan era conocido como Garden of Eden. Era una especie de club privado al que solo se podía acceder con una invitación exclusiva y casi imposible de conseguir a no ser que se tuviera mucho dinero. Entre la alta sociedad, se decía que todo lo que pasaba en el Garden no salía jamás de ahí.
El coche les dejó en un callejón donde solo había una disimulada puerta metálica que parecía la entrada a un almacén. Paul llamó con los nudillos en la puerta y cuando un portero abrió le entregó la invitación sin decir una palabra.
El portero los miró de arriba abajo y ya iba a impedirles la entrada al ver cómo vestían cuando reconoció a Freddie Mercury. Sin abrir la boca, les dejó entrar.
Una preciosa muchacha vestida de traje les dio la bienvenida y les guió al interior del local. Inquieta y sintiendo que se adentraban en una madriguera de lobos, Leena tomó la mano de Freddie y se la apretó. Fred la miró.
—¿Qué ocurre, querida? No te inquietes por tu ropa. Nadie te dirá nada.
—No es eso. Es solo que... No creo que pertenezcamos a este ambiente. Prefiero los clubs cutres donde ponen a los Village People.
—Yo también, pero está bien cambiar de vez en cuando, ¿no?
Leena fue a contestarle, cuando llegaron al final del pasillo y la azafata les abrió las puertas al Garden of Eden. A priori no había nada de especial ahí, y ella respiró un poco aliviada.
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Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]
Fanfic-Tienes que salvar a Freddie Mercury.- dijo Brian May. -¿Perdón? Y así fue como todo empezó. AVISO PARA NAVEGANTES: No es un fanfic soft. Habrá sexo gráfico, escenas de drogas, palabrotas y demás. Al final y al cabo, reflejar la vida de Freddie sin...