Barcelona [Final]

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25 de julio de 1992 - Barcelona

La vibración de 90.000 personas en el Estadio Lluís Companys creaba una atmósfera de increíble celebración y alegría. 3.500 millones de telespectadores estaban muy pendientes de lo que iba a ocurrir en Barcelona aquel caluroso sábado de julio.

La inauguración de los Juegos Olímpicos iba a marcar un antes y un después en la ciudad, y también en la historia de todas las Olimpiadas que seguirían.

Los días anteriores a la ceremonia, toda Barcelona bullía de nervios. Incluso los compañeros de trabajo de Leena, que eran extranjeros como ella, no paraban de parlotear sobre aquel acontecimiento histórico.

Habían llegado varias invitaciones al Instituto Nórdico para acudir a la ceremonia olímpica, procedentes de las embajadas de Finlandia, Noruega, Suecia y Dinamarca, para todos los profesores que trabajan enseñando los idiomas nórdicos ahí. Todos habían estallado de emoción ante la posibilidad de acudir a un evento que había agotado las entradas hacía meses.

Leena recibió la suya, con el membrete de la embajada finlandesa en el sobre. La observó durante un largo tiempo cuando los alumnos a los que enseñaba finés se fueron. Sabía perfectamente que vería si acudía el sábado al Estadio Lluís Companys. La actuación de Freddie y Montserrat estaba anunciada desde hacía tiempo y era uno de los platos fuertes del evento.

Cuando a Freddie le ofrecieron participar en la ceremonia ella le había prometido estar ahí a su lado. Para dejarse abrazar y besar antes de salir al escenario. Hacía toda una vida de aquello, pero al menos podría cumplir parte de su promesa.

No hacía ni un año que había escapado de Londres, pero su vida en Inglaterra parecía de otro mundo, como una película que hubiera vivido otra persona que no fuera ella . Su vida anónima actual, como profesora en el Instituto Nórdico, y que consistía en ir de casa al trabajo y del trabajo a casa, le parecía extrañamente mucho más real. Era aburrida, simple y anónima, pero mantenía alejados a los fantasmas de la culpa.

En una época donde la simple idea de Internet era algo inimaginable había sido muy sencillo rehuir de cualquier imagen, vídeo o noticia relacionada con Freddie. Incluso las fotos que se había llevado de Garden Lodge estaban encerradas bajo llave en su pequeño piso. No las había vuelto a mirar. Era incapaz: dolía demasiado recordar los momentos felices que había compartido con él.

En el piso que había alquilado al llegar a Barcelona no había ni un solo disco. Ni de Queen, ni de ningún otro grupo. Ya no había sitio para la música en la vida de Leena.

Pero aquella noche de julio de 1992, la música iba a volver. Al menos durante unos pocos minutos.

El asiento que le había conseguido la embajada finesa era magnífico. Veía el enorme escenario desde la derecha. Dónde se colocaría Freddie.

La rodeaba un ambiente festivo de inmensa alegría por el evento que había llenado y cambiado la ciudad. Pero ella no podía compartirlo.

Cuando los primeros acordes orquestados de Barcelona sonaron su primer impulso fue levantarse y volver a huir cobardemente. Pero una fuerza invisible la mantuvo pegada al asiento, y esa fuerza era la cristalina y hechicera voz de Fred cantando aquella canción que él había escrito mirándola a los ojos.

No se dio cuenta que había cerrado los ojos de forma obstinada, pero al final la tentación fue más fuerte y los abrió.

Freddie en esmoquin, sin bigote, de la mano de Montserrat Caballé. Su bonito rostro ampliado en las pantallas que enfocaban al escenario. Leena quiso desaparecer en ese mismo instante.

I had this perfect dream
Un sueno me envolvió
This dream was me and you
Tal vez está aquí
I want all the world to see
Un instinto me guiaba
A miracle sensation
My guide and inspiration
Now my dream is slowly coming true
The wind is a gentle breeze
Él me habló de ti
The bells are ringing out
EI canto vuela
They're calling us together
Guiding us forever
Wish my dream would never go away

Era completamente absurdo, pero Leena sintió que la mirada inquieta y oscura de Freddie la buscaba entre las miles de personas que estaban en el Estadio Olímpico. Era imposible que la buscara. Y mucho más imposible que la encontrara.

¿Cómo se habría sentido al leer la demoledora carta que ella le había dejado? Él, que no soportaba las traiciones y que había tenido que leer la traición más grande de todas. No quiso ni pensar qué debía sentir Freddie en aquel escenario magnífico y espectacular, con el mundo entero mirando, cantando la preciosa canción que habría escrito para ella.

It was the first time that we met
How can I forget
The moment that you stepped into the room
You took my breath away

Leena no pudo soportarlo más y se levantó para irse. No podía sufrir el pensar que Freddie estaba a pocos metros de ella y no podía acercarse a él, ni tirarse en sus brazos, ni besarlo desenfrenadamente ni desnudarlo con urgencia. Nunca más.

Saltó por encima de la gente que miraba embobada la actuación y dejó atrás el recinto, saliendo por los pasillos del Estadio Olímpico con paso apresurado hasta lograr llegar al solitario exterior de la montaña de Montjuic, con la voz de Freddie a sus espaldas.

And if God is willing
We will meet again
Someday

Espoleó sus piernas para echar a correr lo más rápido posible, para no escuchar las palabras que Freddie cantaba y que se clavaban en su corazón como flechas envenenadas.

Barcelona terminó y los fuegos artificiales surgieron del Estadio Olímpico para celebrar aquel extraordinario momento, mientras Leena se precipitaba de nuevo en el seguro anonimato de la ciudad. Para continuar con su vida sin música.

Su vida, sin Freddie.

Su vida, sin Freddie

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Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora