12 de julio de 1986
La Harley Davidson de Leena derrapaba por las intrincadas calles de Londres, sorteando el terrible atasco que se había formado para llegar a Wembley desde primeras horas de la tarde.
Agarrado a su cintura, Olli le gritaba histérico que fuera más despacio o se iban a acabar matando.
Leena dio más gas y cambió a la quinta marcha.
—Me cago en la puta —insultó Olli a su espalda. Ella rió, con la adrenalina corriendo por sus venas.
El legendario estadio de Wembley estaba sufriendo el peor atasco del siglo por culpa del concierto de Queen, y no iba a ser ella quien llegara tarde para ver a Freddie y a los demás.
Lo había visto por última vez en casa de Roger, para conocer a Rory Taylor. La segunda hija de Dominique y Roger había nacido en mayo. Freddie había cogido a la recién nacida en brazos con una delicadeza sobrecogedora. Se le escapaba la sonrisa sin remedio.
—No puedo creer que sea tu hija, Roger. ¿No es demasiado bonita? —lo molestaba. Pero Roger estaba tan contento que ni siquiera le contestó, embelesado con el bebé.
Dominique y Leena habían paseado por el jardín, mientras ella se sinceraba con su mejor amiga. Nicky la escuchó sin interrumpirla y Leena se desahogó por completo, con serenidad.
—No es por dudar de tus intenciones, pero no creo que logres tu objetivo.
—¿Qué quieres decir?
—Volverás a estar con Freddie —sonrió Nicky, pasando un brazo por su cintura—. Puedes intentar convencerte de lo contrario, pero sois culo y mierda.
—Vaya, mira a quién se le ha contagiado el romanticismo de Roger.
Había besado a Freddie en el pómulo antes de irse de Surrey. Su familiar olor la había golpeado como una bofetada. Él la había mirado fijamente.
—Pásalo bien en tus tierras heladas.
—Tu también en Japón.
Fred les había contado que había organizado quince días de compras en el país nipón y se marchaba de vacaciones con Jim. Era el primer viaje que hacían como pareja.
Los bellos paisajes veraniegos de Finlandia habían sido como un bálsamo para su alma. Habían conducido a través de lagos y bosques vírgenes durante horas, junto a Olli, hasta llegar al círculo polar ártico. Ella jamás había viajado tan al norte de su propio país, y se sintió conmovida ante la belleza agreste y despoblada de la Laponia.
Como Olli le había prometido, celebraron su 32 cumpleaños como mandaba la tradición: en una cabaña aislada, con una hoguera y la vista de un lago solitario. El sol de medianoche los iluminó durante las largas horas del crepúsculo mientras se bañaban en el lago helado y bebían cerveza, entre confidencias y bromas.
Leena pensó que aquello era algo parecido a la felicidad. ¿Había alguna posibilidad de acostumbrarse a una vida así de sencilla junto a Olli?
Saltó de la moto en cuanto lograron llegar a la entrada posterior de Wembley, donde reposaba el helicóptero que había traído a Queen hasta el estadio. El rugido de la multitud que llenaba el estadio los recibió.
Tomó a Olli de la mano, que miraba todo asombrado y un poco acongojado por la magnitud del evento, y se adentró en el interior del estadio tras enseñar los pases VIP que Phoebe les había hecho llegar hacía unos pocos días.
Podía negárselo todo lo que quisiera, pero la única verdad es que estaba deseando ver a Freddie.
—¡Leena!
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Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]
Fanfiction-Tienes que salvar a Freddie Mercury.- dijo Brian May. -¿Perdón? Y así fue como todo empezó. AVISO PARA NAVEGANTES: No es un fanfic soft. Habrá sexo gráfico, escenas de drogas, palabrotas y demás. Al final y al cabo, reflejar la vida de Freddie sin...