You Made a Bad Boy Out of Me

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Octubre de 1975

En sus veintiséis años de vida, Freddie Mercury jamás le había dicho a nadie que lo amaba. Hombre o mujer.

¿Amantes y rollos de una noche? A cientos, especialmente desde que había empezado a cantar con Queen y al acabar cada concierto había una larga cola de fans esperando poder entrar al backstage. Era consciente de que su físico no se podía comparar al de Roger, Brian o John, pero aún con todo muchas chicas le buscaban al terminar el show. Y él respondía, por supuesto.

La única manera que conocía de expresarse era componiendo, cantando, actuando. Dejándose la piel cada noche sobre el escenario. Sin la música, habría muerto por dentro poco a poco.

Y había sido a través de la música como le había dicho a Leena por primera vez que se había enamorado de ella, tras un año viéndose casi a diario. Un año abriendo su alma poco a poco, arrullado por la pasión física y la camaradería que había entre ellos. Casi no se lo creyó cuando ella se tiró a sus brazos tras cantarle Love of My Life. Sentía lo mismo que él. ¿No podía ser la vida maravillosa?

Celebraron en el Garrison el futuro éxito de 'A Night at The Opera', rodeados de la mucha gente de Kensington que les conocían y que querían saber cuál iba a ser el próximo paso de Queen. Freddie se vio rodeado de conocidos que le preguntaban, y vio a Leena charlando de forma relajada con Brian. No podía escuchar de qué hablaban, pero ella sacudía su largo y lacio cabello con soltura mientras Brian gesticulaba, con un vaso de pinta en la mano. Leena se sintió observada y lo miró. Le guiñó un ojo desde la distancia.

En cuanto pudieron escaparse de la celebración improvisada se largaron juntos al apartamento de Pembroke Road y Leena puso el último álbum de Kiss en la el tocadiscos. La primera canción de 'Dressed to Kill' empezó a sonar a un volumen demasiado alto para lo tarde que era, pero por supuesto, a ella le dio igual. 

—Aún no puedo entender porqué te gusto.— le dijo Fred. Ella no respondió. Solo lo miró con una ceja levantada de forma interrogante.

Con la voz de Paul Stanley envolviéndoles, Leena se sentó sobre la mesa de la cocina, con las piernas cruzadas y las manos apoyadas en la superficie de madera. Freddie intentó acercarse pero ella lo detuvo, plantando su zapato de plataforma en su pecho.

—Quítate toda la ropa.— le ordenó, sin inmutarse.

Freddie la obedeció, en la penumbra del apartamento. Primero la americana amarilla y la camiseta negra de Biba. Luego, no sin sentir un punto de timidez, los zapatos de tacón y los pantalones acampanados, hasta quedar completamente expuesto en aquella sala de estar, frente a los ojos de hielo de Leena.

Se sintió tontamente avergonzado y vulnerable. ¿Acaso ella no le había visto desnudo cada noche y cada mañana y cada tarde desde que se habían conocido hacía ya un año?

Leena, balanceando un pie en el aire, cogió una manzana de un bol que había en el centro de la mesa y le dio un lento mordisco, sin dejar de mirarlo.

—Tócate.— su voz sonó casi gutural, entre mordisco y mordisco.

—Leena.— se quejó él, sintiéndose como un tonto.

—No lo repetiré dos veces. Tócate.

—¿Tienes algún tabú que te frene, mujer malvada?

—No.— rió ella maliciosamente.

Freddie procedió a obedecer sus órdenes, primero con algo de pudor por la sensación de vulnerabilidad y la simulada indiferencia de ella, que seguía comiendo con parsimonia aquella puta manzana roja. Luego, sus propias manos y la electricidad que flotaba en el ambiente lo llevaron a endurecerse hasta que la polla le empezó a doler de frustración.

Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora