Tear Your Ice Apart

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Agosto de 1996 - Montreux

Liam troceaba con mano experta la carne, mirándola de reojo.

—¿Por qué no estás en el estudio?— preguntó al fin.— ¿Le has enfadado?

—Que va.— Leena picoteó unas cuantas uvas, distraída.— De vez en cuando le entra la vena de divo y me prohíbe acompañarlo. Normalmente es cuando me compone una canción y no quiere que la escuche antes de que esté lista.

—¿Cuantas canciones te ha compuesto?

—Según él, hay una canción mía en cada disco de Queen.— rió.— Pero hay algunas que nunca me ha dicho que son mías. Aunque sospecho cuales son.

—En el fondo es un tonto romántico, ese hombre. Quién me lo iba a decir, tanto leer cosas feas sobre él y resulta que es un moñas de cuidado.

—Ni te lo imaginas.

El Motorola de Leena empezó a sonar de forma estridente sobre la mesa de la cocina. Se sorprendió al ver la pantalla iluminada con el nombre de Fred. Descolgó al segundo tono.

—No me creo que hayas aprendido al fin a usar el móvil.— lo saludó Leena.— ¿Te ha marcado Brian el número, verdad?

—¡Pero bueno!— la voz cantarina de Freddie sonó falsamente ofendida.— Claro que no, encanto, te he llamado yo solito.

—Ya. ¿Quién te ha ayudado?

Un silencio revelador se hizo patente.

—Brian.— dijo al fin Freddie, resoplando. Leena se partió de risa.

—El día que te siente delante de un ordenador y te enseñe a usar Windows, el mundo acabará.

—Ha-ha.— rió Fred con fastidio.— Deja de ser ingeniosa y vente para aquí.

—¿Por? ¿Terry está indispuesto?

—No, lo he despedido, por no quererme enseñar el pito.

—Ay, Fred. Dime que no es cierto.

—No lo es. Pero ven, encanto. Por favor.

—Dame diez minutos.

Cogió las llaves del coche que quedaba en la casa. El otro se lo habían llevado Roger y Dominique para ir de compras y a cenar a Ginebra.

Llevaban un mes en Montreux, con Queen trabajando incansables para poder sacar el disco en septiembre.

Leena había escuchado algunas de las canciones, que ya conocía, como Heaven for Everyone o You Don't Fool Me. Otras, como el precioso y romántico tema que Freddie había compuesto al piano inspirado por las aguas del lago Katuma, eran una total novedad. Era una demoledora canción escrita para ser cantada al piano, con unos coros de Brian y Roger increíblemente bonitos. Leena había traducido algunas estrofas al finés y había enseñado a todos a pronunciar su idioma materno.

Cuando llegó al estudio, Freddie no la esperaba en la puerta. Aparcó delante y rebuscó en el bolso hasta encontrar las llaves. Hacía tiempo que tenía una copia de todas las llaves de los Mountain Studios.

El sitio estaba en silencio y con la mayoría de luces apagadas. En el suelo había una pequeña ristra de velas encendidas que indicaban el camino hasta la sala de grabación. Y un papel escrito con la inclinada letra de Freddie y un pene dibujado en forma de flecha. Leena rió.

—Este hombre... luego se queja de que Liam lo llame moñas.— murmuró, sacudiendo la cabeza.

Siguió el camino de las velas, cuando la música empezó a sonar.

Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora