Keep Yourself Alive

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Freddie reunió a Brian, John y Roger para explicarles la situación actual y pedirles trasladar las sesiones de grabación de 'A Kind of Magic' a Londres.

—Sé que os preocupan los impuestos si grabamos el disco aquí; yo pagaré vuestra parte de impuestos. Pero no quiero moverme de Londres por ahora.

Sus compañeros accedieron sin poner ninguna pega. Para Roger fue también una ventaja, porque Dominique volvía a estar embarazada.

Para Freddie no fue fácil acostumbrarse a vivir solo con Jim. Por lo general se sentía satisfecho y tranquilo, hasta que de pronto sentía la urgencia de ir a buscar a Leena en el estudio, arrancarle el libro que estuviera leyendo y empezar a contarle cualquier tontería. Solo que ya no podía hacerlo.

Jim lo arrullaba y mimaba todo lo que podía, y Fred se dejaba querer. Una vez había leído que en cada pareja había un miembro que amaba más que el otro. Estaba bastante seguro que Jim lo quería más de lo que él quería a Jim. Y aquello lo inquietaba.

Nunca había sentido aquella desigualdad entre Leena y él. Siempre habían estado locos el uno por el otro.

Durante aquellas primeras semanas, su gran consuelo fue Delilah. La joven gata era la auténtica princesa de la casa, a pesar de que a menudo recibía bufidos y arañazos de Oscar y Tom. En esos casos Delilah solo lo buscaba a él en busca de protección, y Freddie se sentía profundamente conmocionado por el amor sin condiciones que la gata le daba cada día.

Quería a todos sus gatos con locura, pero Delilah le robaba el corazón. Era ella quién se subía a su regazo cuando se sentaba al piano a tocar y era ella quien se acurrucaba en su pecho cada noche sin parar de ronronear.

En cambio, el pobre Romeo maullaba desesperado buscando a Leena. Ese viejo gato enamorado... Tiffany lo perseguía buscando consolarlo, pero no había manera. Freddie pensó que lo mejor sería llevarlo con Leena, antes de que el gato se muriera de pena por su ausencia.

+++

Si ella creía que iba a estar sola en aquella nueva etapa, no podía estar más equivocada. Su apartamento de Pembroke Road era un continuo desfilar de gente. Si no venía Dominique para vigilar que se medicara, era Roger quien se acercaba a verla y entraba gritando que levantara el culo y viniera al estudio de grabación.

Casi cada mediodía Joe llamaba a su puerta cargado con fiambreras llenas de comida, por orden de Freddie. Y no se iba hasta que al menos no comprobaba que se comía un plato entero.

—Menudo fastidio sois todos —murmuraba Leena, con ganas de echar la llave para que nadie más entrara en su piso y así poder dedicarse a emborracharse de la mañana a la noche hasta caer inconsciente en la cama.

Pero no había manera de que la dejaran en paz. Hasta Brian venía de vez en cuando y la reprobaba por fumar.

Y luego estaba Freddie. Mantenían la cordialidad en el estudio de grabación y cuando ella iba a Garden Lodge a jugar con los gatos, como le había prometido que haría.

Aprovechaban que Jim se iba a trabajar al Savoy para pasar las mañanas juntos, dejando pasar las horas sin hacer nada en particular. A veces miraban la televisión, cogidos de la mano. Otras veces Leena leía en el estudio y Fred tocaba el piano. O Freddie leía el The Guardian mientras Leena tocaba a Tiffany tumbada en la alfombra de la sala de estar. Como viejos amigos que no necesitaran hablar para estar juntos y disfrutando de su mutua compañía.

—Bueno, ahora sí que somos como un auténtico matrimonio —bromeó Fred, levantando la vista por encima del periódico para mirarla—. Charlas sobre gatos y nada de sexo.

—Puedo enseñarte una teta, para animar el ambiente —reía ella.

—¿Una teta tuya? Si ya las debes tener caídas.

Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora