Sheer Heart Attack Tour

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30 de octubre de 1974 - Manchester

Por primera vez en su vida, Leena vio a Queen actuar. Con Freddie vivo.

Por supuesto, había visto los conciertos que se habían grabado de aquella gira en DVD. Pero ni en el más remoto de sus sueños podía soñar con ver a Freddie cantar y desplegar todo su poder ante ella.

Poco antes de salir al escenario dejó a los chicos concentrarse solos. Por increíble que pareciera, jamás bebían ni se drogaban antes de un concierto. Aquello solía venir después y en cantidades ingentes.

Leena escuchó el rugido de la gente. Todo su cuerpo se estremeció con la anticipación del momento, casi igual que aquellos segundos antes de que Freddie la besara arrebatadoramente en la cocina, la primera noche que habían pasado juntos. La emoción era tan intensa que notaba cada vena de su cuerpo palpitar.

Estaban en Manchester. El Palace Theatre estaba a rebosar, demostrando que Queen ya empezaban a ser demasiado grandes para aquellas pequeñas salas.

La intro Procession acabó y los primeros acordes de Now I'm Here hicieron que la audiencia gritara como loca.

Freddie salió al escenario completamente vestido con una traje blanco de brillante satén, escandalosamente ceñido a su delgado cuerpo y abierto en el cuello hasta prácticamente el ombligo, mostrando parte de su pecho.

Su armoniosa voz se expandió por todo la sala. Ella contuvo la respiración, con todo el cuerpo estremecido.

Here I stand (here I stand)
Looked around, around, around, around, around
But you won't see me (but you won't see me).

Leena lloró sin darse cuenta. La energía extrema de Freddie alcanzaba hasta el último rincón del recinto, con aquella voz única y su carisma desbordando. Y ella lloraba entre bambalinas como una tonta.

Mientras Freddie cantaba y desplegaba todo su encanto, Leena se mareó pensando en todo lo que le quedaba por delante.

Aunque ahora él estuviese interesado en estar juntos, no faltaba mucho para que con toda probabilidad empezara a acostarse con hombres sin control. La epidemia del sida había explotado a principios de los años ochenta y se había extendido como una plaga negra en Europa y Estados Unidos. Aún faltaban algunos años para llegar a la época de pleno riesgo, pero Leena tendría que empezar a plantar la semilla del cambio en breve si quería lograr algo.

+++

—¿Y bien, querida? Es la primera vez que nos ves tocar. ¿Mejores o peores que Led Zeppelin? —Freddie bebía un combinado de vodka increíblemente cargado. El ambiente en el backstage era festivo, como correspondía tras el primer y exitoso concierto de un tour.

—Muuucho mejores.

—Y yo, ¿mucho más fabuloso que Robert Plant?

—Muuucho más.

—Aunque Plant tiene bastante más paquete que tu, Fred —intervino Roger—. Tendremos que meterte un par de calcetines en los huevos.

Freddie lo miró y le tocó la entrepierna con descaro.

—Tu podrías tener el Big Ben ahí dentro y aun así no sabrías qué hacer con él.

—¿Ah sí? Te apuesto lo que quieras que si salimos ahí fuera yo consigo una chica mucho más rápido que tu.

—Chicos, por favor —medió Brian con paciencia— ¿podríamos recoger, subir a la furgo e irnos a Hanley?

—Brian, no te preocupes, conduciré yo. Deja a estos dos —intervino John.

—Vaaaamos Brian no seas coñazo. Joder, pareces un padre. Sal ahí, folla con alguna y déjanos en paz —refunfuñó Roger.

—Muy bien, propongo algo —dijo Leena—: Os ayudo a recoger, nos tomamos una pinta en el pub de enfrente, dejamos que Roger gane el reto...

—¡Oye! —protestó Freddie, haciendo aspavientos.

—...y luego nos vamos a Hanley. Apenas son 2 horas de carretera. Hay tiempo de sobra.

—¿Pero a la fulana me la puedo subir a la furgo o...? —preguntó Roger.

Freddie soltó una risita. John puso los ojos en blanco. Brian hundió la cara en una toalla. Leena le dio una palmadita en la espalda al rubio.

+++

Como era de esperar, la noche se descontroló. Como pasaría en casi todas las noches siguientes. La gran ventaja de Freddie es que apenas necesitaba más de tres o cuatro horas de sueño para estar fresco como una rosa, así que se negaba a acostarse antes de salir el sol.

El objetivo era ir en busca cada noche del lugar más sórdido de la ciudad. Eso implicaba normalmente strippers, chaperos, traficantes de drogas, drag queens y algún que otro aspirante a gánster.

Freddie bebía sin parar, incansable. Nunca parecía faltarle energía. Incluso cuando Roger se descolgaba y se separaba de ellos para irse con algún ligue, él y Leena seguían y seguían hasta el amanecer.

El dinero continuaba siendo un problema, así que no podían permitirse ir a las salas más exclusivas de la ciudad. Pero el encanto natural de Freddie les abría puertas inexpugnables en bares gays, clubs de alterne y pubs clandestinos. Nunca les faltaba alcohol, ni cocaína. Ni sexo.

Freddie era un imán para ambos sexos. Era difícil cruzarse con él sin voltear la cabeza y admirar su exótica y extraña belleza. Las chicas literalmente se le tiraban encima. Los hombres lo invitaban a cuartos oscuros. Podría haberse ido a la cama con varias personas cada noche sí así lo hubiese deseado, y Leena no se lo hubiera impedido.

Pero sorprendentemente esos momentos de máxima seducción, que él permitía y alimentaba, no llegaban a puerto con nadie. Excepto con ella. Freddie y Leena follaban cada día, varias veces. Él parecía insaciable. Le daba igual el lugar, la hora, la posición o incluso el público.

Leena se dejaba llevar por su arrolladora sensualidad, consciente de que aquella luna de miel duraría poco y luego perdería a Freddie en brazos de centenares de amantes anónimos.

Pero de momento Freddie Mercury, oscuro, salvaje y lascivo, era solo suyo.

Pero de momento Freddie Mercury, oscuro, salvaje y lascivo, era solo suyo

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Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora