Hysterical Queens [Epílogo]

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2011 - Londres

Leena batalló con las flores, el bolso y la mano de la pequeña, hasta que logró encontrar las llaves de la puerta exterior de Garden Lodge.

—Entra, cariño, que parece que en nada empezará a llover.— dijo, una vez hubo abierto la puerta verde de la casa, mirando el nublado cielo de Londres.

Ziggy, por supuesto, vino a recibirlas entre ronroneos amorosos. El gato blanco y naranja se frotó contra la niña, que rió alborozada y lo abrazó por el cuello, depositando un montón de sonoros besos sobre la dócil cabeza del gato.

—¿Me dejas abrir a mi la puerta grande, nana?

—¿Podrás tu sola, de verdad?

—Pues claro.

—Adelante, pues. Pero no hagas mucho ruido, así podemos pegar un susto a Fr...

Antes de que pudiera acabar la frase la gran puerta blanca de la casa se abrió y Freddie las miró con sorna.

—¿Ya estáis conspirando contra mi?

—Siempre.— sonrió Leena, besándolo suavemente en los labios.— ¿Me ayudas?

—Claro, encanto.

Freddie se agachó y cogió en brazos a Elena, la hija de Liam y Tom. Era rubia como un campo de trigo. Lo había sido desde que Liam y su marido habían ido a Rusia para adoptarla, siendo solo un bebé. Cuando llegaron con la criatura, ambos le pidieron permiso a Leena para llamarla como ella, usando la versión inglesa de su nombre. Ella había accedido encantada.

Elena había llegado cuatro años antes, y desde entonces se pasaba muchísimo tiempo con ellos en Garden Lodge. La ventaja de vivir puerta con puerta. Los padres de Liam hacía años que se habían desentendido de su hijo, así que la pequeña había aceptado de forma natural a Freddie y Leena como sus abuelos.

—Pero bueno, ¿y tus padres, princesa, dónde están?

—Liam está en el restaurante. Me ha enviado un mensaje para pedirme si podía recogerla a la salida del colegio.— explicó Leena, haciendo entrar a Ziggy dentro de la casa y cerrando la puerta tras todos ellos.

—¿Y Tom, no está en The Mews?

—No creo, no está la luz de su despacho encendida.— observó Leena, dejando el bolso en el recibidor.— Además, así la podemos secuestrar un poco, ¿a que sí?

La niña gritó feliz y luchó por bajarse de los brazos de Freddie. Este la dejó en el suelo para que pudiera tirarse a besuquear al paciente gato.

—Elena, no te quedes aquí tirada en la entrada. Ven a la sala.— la reprendió Fred, tomándola de la mano.— Si vienes, Phoebe te preparará la merienda. 

—¿Pero puedo jugar antes?— exclamó la niña, cogiendo a Ziggy en brazos y siguiéndoles a la sala de estar.

—No, primero merienda, luego jugar con tus coches.

—Venga, vamos a saludar a Phoebe.— la animó Leena. La pequeña salió corriendo hacia la cocina, gritando el nombre de Phoebe sin control.

—¿Dónde estabas, encanto?— preguntó Freddie cuando se quedaron solos. Volvió a sentarse en sofá, cogiendo un tomo de hojas blancas pulcramente encuadernado para seguir leyéndolo.

Leena observó como su espeso pelo oscuro se había ido convirtiendo en una bella mezcla de negro y blanco. Freddie aún no había cumplido los 65 años, pero a sus ojos, seguía siendo igual de precioso que el día en que lo conoció. En sus manos habían salido algunas manchas, producto de la edad, y sus bonitos ojos persas estaban rodeados de sugerentes arrugas. Leena adoraba todos y cada uno de aquellos surcos de su rostro.

Any Way the Wind Blows [Freddie Mercury]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora